Oscuridad vuelve a Madrid. Lo hará durante el mes de diciembre en El Umbral de Primavera. 3 nuevas funciones con las que sumergirse en el texto de Jan Vilanova que nos encierra en el fin del mundo de manera tan inquietante como divertida. “Me encanta esta obra. Es una obra de 55 minutos, de humor negro y con solo dos actores. Me parece perfecta”. Habla Gorka Lasaosa, director de la pieza junto a Abel Vernet. Acaba de terminar de dirigir La vida pornogràfica en la Sala FlyHard de Barcelona y marchará en enero a grabar otra serie en México (país en el que también dio vida a “El Güero” Palma en la serie Narcos: México).
Hacía más de dos años que este equipo no se juntaba en esta propuesta apocalíptica pero tenían muchas ganas. Con el deseo de regresar a la capital y encajando sala y fechas en común, los próximos 4, 11 y 18 son los días señalados en este último mes del año para conocer a los personajes A, B1 y B2, encarnados por Dafnis Balduz y Karlos Aurrekoetxea, respectivamente, con quienes también charlamos para adentrarnos y conocer más de cerca esta obra de comedia negra, con un juego psicológico ácido y emocionante.
Nos reunimos cerca del escenario que pisarán desde este próximo sábado. Encima de la mesa, dos grabadoras, una sobremesa y tres amigos y compañeros que hacen de esta entrevista un rato lleno de risas, reflexiones y complicidad.
¿Qué fue lo que más os atrajo de la obra?
Dafnis: Conocía el texto y al autor de antes y participé leyéndolo en una edición del Torneo de dramaturgia del Teatro Español por azar. Y más tarde, me llamó Gorka para proponérmela y encajamos con Karlos después. He sido un poco insistente en regresar a Madrid. Vengo de hacerla en Barcelona en catalán, en un montaje y equipo diferentes. Me apetece mucho porque es una obra en la que creo.
Karlos: Me atrajeron mucho dos cosas. Trabajar con este equipo y, sobre todo, el texto. A simple vista, me parecía algo que se salía de mi zona de confort, de lo que estaba acostumbrado a hacer. Esto, por un lado, me dio mucho cague, y por otro pensé que no podía estar en mejores manos. Y me alegra mucho no haberme echado para atrás. Es una gozada.
¿Creéis que el humor negro engancha al público?
Karlos: Sí, además de atraer, me parece un modo de contar las cosas necesario y, hoy en día, acertado para llegar al público.
Dafnis: Cuando la hicimos en la Sala Intemperie en 2019, notábamos que la gente se reía muchísimo. Uno de los personajes de Karlos es muy desagradable y utiliza un lenguaje y una manera de expresarse que, a día de hoy, está absolutamente mal visto. Y hay un punto en el que la obra critica a la gente que es como ese personaje. Pero el hecho de que sea así es genial de ver porque siento que estamos forzados a ser tan políticamente correctos todo el rato que si en el teatro no podemos ser irreverentes, apaga y vámonos. Y eso es lo atractivo de la función, el humor negro que tiene. El teatro tiene que ser el lugar donde exponer eso y retratar personajes que nos puedan parecer deleznables.
Gorka: La comedia negra es el tipo de teatro en el que más cómodo me siento dirigiendo porque hay una parte de crítica y de reflexión, pero el humor es la parte que hace que llegue porque echarse unas risas siempre es bienvenido. Y el enfoque de esta obra es muy negro y muy divertido a la vez.
En el desarrollo de la historia de Oscuridad, muchas cosas fallan: la tecnología, que ha dejado atrapados a los dos protagonistas en una sede atemporal, la comunicación entre pueblerinos y extranjeros, el alimento, reducido a la falta de agua y a la comida liofilizada, y la torpeza idiotizada en un mal día para un reportero en acción. A raíz de esto, son varios los aspectos y los detalles que el público tiene que ir confabulando para dar un sentido completo a la obra, llevando al límite su intuición ya que “cada uno imagina lo que le parezca lo peor”, comenta Dafnis. “Por ejemplo, en la parte en la que se refieren a la gente de detrás del espejo, se da rienda suelta a que el espectador lo visualice, como parte del imaginario personal, sin que haya unas directrices concretas en el texto”.
¿En qué creéis que creen vuestros personajes?
Dafnis: Mi personaje está muy descontento porque cree que debería ocupar un lugar mejor en la vida y en su trabajo. Un hombre de treinta y largos años, periodista frustrado que considera que no está a gusto con su vida, con una separación reciente de su mujer y una relación con sus hijas inestable. En definitiva, es una persona que no ha llegado a donde quería llegar. Y creo que hay que luchar para no ser así, para no pensar, como hacemos comúnmente, “el mundo no ha sido lo suficientemente justo conmigo” porque entiendo que el mundo no le debe nada a nadie. Nosotros debemos de ser capaces de asumir lo que tenemos, convivir con ello de la mejor manera posible y si algo no nos gusta, intentar cambiarlo, aunque sea difícil.
Karlos: Uno de ellos cree en la masculinidad y en los hombres como eran antaño, viriles, que no dependen de nadie, como diría El Fary, no cree en un hombre blandengue. Sobre todo, cree en un modo de vida que ya no está presente pero que quiere seguir perpetuando desde su idiosincrasia. Le gustan los valores antiguos y no se identifica con los de ahora. Otro de ellos cree más en la bondad, en ayudarse unos a otros y en la comunidad entre seres humanos. Lo que pasa es que no tiene las herramientas intelectuales muy desarrolladas para ponerlo en práctica. Para él, el mundo sería el de los osos amorosos, en el que nadie es malo. El mundo que todos queremos.
La obra no cambia de escenario en ningún momento ¿inconveniente o ventaja?
Dafnis: No lo sé, solo sé que hay que defender lo que se haya planteado y jugar con lo que hay. No sé si con otros elementos hubiera sido más o menos fácil. Yo no echo en falta nada, por ejemplo, pero porque nunca me planté que hubiera nada más. Ahora que cambiamos de espacio, estos días de ensayos, estamos aprovechando para jugar y adaptarnos.
El fin del mundo llega a un aislado pueblo… ¿creéis que contar el fin del mundo desde un lugar apartado y olvidado es diferente a contarlo desde una gran ciudad o un gran foco a nivel mundial?
Gorka: Uno de los temas de la obra es el aislamiento y el tono, incluso la narrativa, cambiaría si se contase desde otro lugar más importante, aunque no sé hasta qué punto. Es lo que le da la motivación interesante también.
Dafnis: Sin ser nada experto en colectivos que creen en el fin del mundo, me inclino más a pensar que esta gente se reúne en lugares remotos.
Karlos: Sí, ese lugar remoto es aquel en el que solo los elegidos serían salvados. Justo en esa ubicación aislada y especial fuera del mundanal ruido.
A pesar del paisaje tan negro y egoísta que presenta la obra, ¿hay algo de luz o de esperanza?
Dafnis: La comedia está en que hay poca esperanza en estos personajes, sobre todo del mío, que llega desde fuera. Para mí, las comedias son más divertidas cuando los personajes están desesperados porque te ríes del patetismo de esa gente. Y por eso, cuanto más en serio hagas una comedia, más divertida es. Y veo esta función muy divertida por lo poco esperanzadora que es.
Karlos: Para mí, sí hay esperanza cuando concluye la obra. Por muy negro que pueda ser el humor y muy serios los temas que se tratan, la hay.
Gorka: Sí, también lo creo.
Oscuridad es la sexta producción de Intemperie (antes vinieron Las mejores ocasiones, Mathilde, No soy Dean Moriarty, Martingala y Tu ternura Molotov) y Gorka Lasaosa habla así de la trayectoria de esta formación que no se cansa de explorar diferentes vías con las que ofrecer al público un teatro de calidad. “Con Intemperie hemos seguido la línea de la comedia negra, aunque hagamos obras de otro tono también, como Mathilde, Martingala o Siamesas, que vuelve a Madrid el próximo viernes 10 en el Maravillas Club”. A la pregunta de qué viene ahora, nos alegra saber que otro proyecto se está empezando a gestar: “Estoy traduciendo una obra de Llácer García, La última noche del mundo, un poco oscura. Son tres historias que me gustaría traer a Madrid. Y me gustaría actuarla”.
Contadme algo que os guste mucho de vuestros personajes o algo con lo que conectéis con ellos.
Dafnis: Creo que mi personaje es un poco gilipollas y conecto rápido porque me parece un capullo, a veces, por cómo reacciona y esta es una actitud muy común. Me parece un tío muy humano, frustrado y muy creído a la vez, con muchas miserias. Resulta ser un ciudadano que hay en la calle, que podemos reconocer.
Karlos: De mi primer personaje, me encanta y conecto con su ingenuidad y con su empatía por el otro, por ayudar y querer estar siempre para el prójimo. Me parece algo necesario y algo que se está perdiendo con el paso de los años. El segundo personaje tiene algo fascinante que es el hecho de no tener filtros. Es brutal poder expresarte con total libertad y transitar por cosas por las que no lo haces normalmente porque no crees en ellas y porque no eres así. Es fantástico habitar la oscuridad un ratito.
¿De dónde hace falta quitar oscuridad?
Dafnis: Creo que tendríamos que luchar para ser menos hostiles. No sé de dónde hay que quitar esa oscuridad, pero creo que la comunicación entre los humanos se ha vuelto muy hostil y tiene que ver con las redes sociales ya que te permiten dar tu opinión, pero, a la vez, puedes faltar al respeto y herir. Y lo peor es que nos estamos acostumbrando a ello. Mi teoría es que defenderte y protegerte en la vida te hace convertirte en hostil. Y ello nos lleva a ser más individualistas y pensar menos en colectivo, potenciado por el poder. Los colectivos son los que pueden luchar contra el poder, no un individuo solo. Y yo soy el primero que me cuestiono mis actos en ese sentido.
Karlos: Para mí, la oscuridad que hay ahora mismo en el mundo nace de un lugar muy concreto desde el que se desplaza a otras esferas, las contamina, las invade. Esa oscuridad proviene de las grandes multinacionales, de las grandes fortunas que están esquilmando este mundo solo en pos de unos beneficios. Eso se traslada hacia los gobiernos, que están en sus manos, y de ahí a nosotros, haciéndonos ser cada vez más individualistas y menos solidarios y hospitalarios porque es lo que interesa. De esta manera, no nos preocupamos por los demás ni por el planeta ni por intentar cambiar este sistema de mierda en el que estamos inmersos. Así que yo quitaría oscuridad de donde nace. Ganar luz a través de nuestros derechos.
Gorka: Le quitaría oscuridad a la educación. Una pedagogía menos oscura brindaría realidades y presentes con menos hostilidad. Sería un lugar más habitable y más fácil.
Mientras Gorka explica esto último, y al escuchar la conversación en la otra grabadora, al otro lado de la mesa, Karlos susurra a Dafnis “¡Qué bien habla, da gusto oírle!” y le miran, riéndose en bajito y con admiración. Con esta sintonía, hemos llegado a la última pregunta y a pedir la cuenta al camarero.
Un reportero llega tarde al fin del mundo… ¿a qué sentís vosotros que habéis llegado o vais a llegar tarde, profesional y personalmente?
Gorka: Creo que he llegado tarde al teatro porque desde que empecé hasta que realmente me apasioné ha pasado mucho tiempo. Al principio, era algo secundario. Creo que en un momento dado pensé en las ganas que tenía de escenario, de dirigir, de tener mi propia sala. También pienso que llegó cuando tenía que llegar pero ojalá me hubiera vuelto adicto antes.
Karlos: Llego tarde a la paternidad y soy consciente de ello. Siempre he querido ser padre, pero las condiciones de la sociedad en la que vivimos no me ayudan. A nivel profesional, creo que no llego tarde a nada, que siempre hay tiempo para llegar a las cosas. Vamos a dejar que el reloj siga haciendo tictac.
Dafnis: Yo llego tarde a todo lo que quisiera haber llegado así que mi trabajo es aprender y lidiar con esa demora y que no me haga convertirme en alguien infeliz. Y en eso estoy. Mi ambición máxima es ganarle la partida a la frustración siempre. Porque desde ahí, puedo ser útil para otras personas y estar a gusto con mi trabajo y conmigo mismo.
Cerramos al salir con una foto en grupo. Por si se acabase aquí todo y tuviéramos que recordar nuestro último refugio a la intemperie.
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