¿Tú sabes lo que es una vulva?, ¿y una vagina? Tanto si te cuesta saber la diferencia como si tienes claro estas dos partes de un cuerpo, se acaba de estrenar una obra de teatro en Madrid que necesita cualquier mirada que quiera acercarse a conocer una historia más que de sobra mediatizada llevada al escenario con sumo cuidado y defensa de derechos. Hasta el 12 de diciembre, la Sala Mirador acoge Vulva, una propuesta sumamente atractiva para saber más de cerca lo que ocurre a nuestro alrededor y pensar en las herramientas que aún necesitamos para ayudar.
Desde pequeñas, nos enseñan que eso no se toca. Tenemos prohibido la exploración de nuestro propio cuerpo por el miedo a convertirnos en zorras, putas y un sinfín de palabras que funcionan como armas cuando nos las escupen. No vayas vestida de esa manera, no salgas sola, no te acuestes con más de uno, no te grabes, no provoques… ¿os suena de algo? Pues da igual lo que hagamos; la culpa siempre será nuestra.
Lucía es maestra en un colegio y un buen día se encuentra su vida destruida debido a que un vídeo personal y privado suyo se ha difundido sin su permiso. Sabe quién ha sido pero ella va a pagar las consecuencias de una acción ajena sobre la que no ha dado su consentimiento. Ahora, todo el mundo tiene al alcance de un botón su cuerpo, su sexualidad y su privacidad. A medida que se van abriendo las ventanas de reproducción, también se abren las posibilidades de sufrimiento para esta protagonista.
Aquí todos tienen en el bolsillo un motivo por el que juzgarla. Porque nadie se preocupa por preguntar a Lucía cómo está, qué necesita o en qué pueden ayudar. Porque emitir un juicio de valor está por encima de su bienestar y, sobre todo, de pararse a pensar qué está pasando desde otra perspectiva que no sea la de culpar a la víctima. Irene Herrero Miguel ha escrito y dirigido una pieza que obliga a prestar atención a los detalles y a la multiplicidad de miradas y pensamientos que intervienen en un caso como este. Poco a poco, las voces alrededor de Lucía van tomando voz y forma; los compañeros y compañeras de trabajo, los padres y madres de los niños y niñas a los que da clase, su marido, los anónimos en Internet… y hasta su propio inconsciente en sueños como su propio enemigo.
Vulva nos propone un patio de juegos en el que la responsabilidad, el tratamiento de la educación sexual que recibimos y damos o el derecho al placer están bajo la mesa o en ese rincón para el que faltan las palabras, al igual que le pasa a Lucía en un momento dado. Por suerte, en escena, todo está a su favor para provocarnos; el sonido que conecta con su ansiedad, las iluminación que establece límites o el contenido audiovisual que acompaña todo aquello que no se dice ni se muestra pero se imagina.
Silvia Vacas, Carmen Mayordomo, Noemi Climent, Joaquín López-Bailo y Jesús Granda son el elenco de actores y actrices que vuelan por los aires los tabúes y las acusaciones sobre el placer femenino, el derecho a la intimidad, el acoso y la presión social por encajar en un molde que nos sigue atando a una sola opción. Esta selva en la que cada une juega un papel determinante es la mayor hipocresía de la actualidad, pues los salvajes animales que interpretan son los mismos que aparecen en la inocente fiesta de carnaval en el colegio a la misma vez que, socialmente, arman y construyen la culpa en las mujeres, a través de roles de género y ejercicios de poder capaz de acabar con todo.
Vulva es una producción de Las horas del humo que cuenta también con el trabajo de Alberto Martín Paz en música original, videoescena y espacio sonoro, Joaquín López-Bailo en la dea original de espacio escénico, Jorge Simón en iluminación y cartelería, Pablo Villa Sánchez en producción, Merce Grané en coreografía y movimiento y Arantxa Melero en escenografía y vestuario.
Menudo lunes de mierda. Todo el mundo anda hablando de lo mismo por los pasillos. Lucía, maestra de primaria, juraría que ha visto a un grupo de padres mirándola de reojo al entrar esta mañana al colegio y el conserje ni siquiera la ha saludado. «¿Qué coño está pasando?», piensa Lucía. Y sus peores temores se confirman, se ha filtrado aquel vídeo que envió hace años y lo ha visto el colegio entero. Todos tienen una opinión al respecto y todos se hacen la misma pregunta: ¿Qué pasaría si ese vídeo llega a los niños?
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