La fortaleza de MATHILDE

El calor inunda las calles de Madrid este mes de junio pero en la sala Nao 8 de teatro llueve torrencialmente. Mathilde acaba de llegar a casa, a su casa. Allí la espera Pierre. Son un matrimonio… o lo que queda de ello, de un tiempo en el que compartieron un futuro, una cama, un compromiso y una vida. Mathilde acaba de salir de la cárcel y después de haberse enfrentado a un juicio social, tiene que afrontar uno más difícil aún, el de su marido Pierre.

Mathilde es una obra escrita por Veronique Olmi y dirigida por Gerard Iravedra, representada en una pequeña sala que nos transporta al salón de un apartamento de París al que la música envolvente nos permite viajar. Marina San José es la protagonista que se nos presenta en escena, fría, distante e incómoda, en un espacio que ya no reconoce como suyo. Pierre, interpretado por Gorka Lasaosa, ha guardado todas las cosas de ella en cajas y, de repente, el que fuera el hogar de los dos, se ha convertido en un solitario recoveco en el que ya no se respira igual.

Debatidos entre la ilegalidad que cometió ella y la asfixia por la que ha tenido que pasar durante meses, Mathilde es un largo juicio que va sacando lo mejor y lo peor de cada personaje. Presentados como clásicos oponentes entre razón y corazón, mentira y verdad o deseo y desprecio, las fronteras se van derrumbando entre estos dos protagonistas, en principio tan opuestos, pero que se intercambian sus papeles magistralmente como si el tiempo estuviera detenido para ellos, en ese instante en el que necesitan poner orden a todo lo que les está pasando.

Ella escritora, defendiendo una esfera pública con sus novelas; él oncólogo, en el ámbito más privado de su consulta. Ella adúltera y él cornudo. Ella no se juzga porque no se arrepiente de lo que hizo con un chico de catorce años, en cambio, él no puede olvidarlo y le reconcome tanto que sólo tiene una obsesión; volver atrás y quererla tal y como lo hacía antes.

Las preguntas son constantes atrevimientos de poner a prueba un amor distorsionado, en una sociedad apalabrada con los hechos y apoyada en el morbo del sensacionalismo. Ambos personajes se preguntan qué es el amor, como si fuera una apuesta que sólo uno de ellos puede ganar al final, cuando ya sólo quede el pasado del que vinieron y un futuro irreconocible porque ya no pueden construirlo juntos.

Una mesa, un sofá y algunas cajas que sabemos guardan trocitos de vida, bajo una luz tenue, son los elementos únicos y necesarios para que Mathilde y Pierre se sepan mover en un estrecho espacio, cara a cara, sin llegar a ponerse de acuerdo sobre lo que sucedió ni sobre lo que va a acontecer. Quizás ese futuro incierto esté guardado en la mente del público que asiste silencioso a este interrogatorio, en el que las vivencias, los reproches y los recuerdos encapsulados en fotos y piedras ayudan a componer una historia que no permite juicios personales, aunque sí morales, porque entendemos la privacidad de Mathilde como propia e intransferible en un mundo amañado por los prejuicios.

La Nao 8 es una sala de teatro que lleva algunos meses ofreciendo todo tipo de eventos culturales, en un espacio muy cercano en el que la intimidad entre público y artista es palpable y reconfortante. Marina San José y Gorka Lasaosa se ponen a prueba en esta habitación, demostrando un trabajo impecable en el que se sienten cómodos y a la vez cómplices de Mathilde y Pierre, por querer defender sus posturas y gritar entre cuatro paredes lo que no pudieron decirse libremente en otro espacio que no fuera el suyo.

Mathilde se representa todos los miércoles y jueves del mes de junio y el 1 de julio a las 20.00 horas. Posteriormente, la obra se trasladará al Teatro Lara, concretamente a su sala Off, donde seguir disfrutando a pocos metros de esta tremenda historia que nos obliga a replantearnos los límites del placer y la razón.

Amanda H C