Estos días, hasta el 2 de enero, la sala principal del Teatro Español se viste de copla, poesía e historia gracias a la obra En tierra extraña. Dirigida por Juan Carlos Rubio, abre al público un ensayo de la gran Concha Piquer y, con él, el recuerdo de una época que sigue viva y con las heridas sangrantes.
La historia, creada por el ya citado Rubio y José María Cámara, cuenta el encuentro una tarde verano de varios artistas en un teatro y en vísperas de la que será una de las más duras batallas de nuestro pasado, la guerra civil. Estos son Concha Piquer, cantante valenciana de gran prestigio y fama con un fuerte carácter, Rafael de León, compositor, y Federico García Lorca. Mientras que los primeros ensayan el repertorio de la diva, con canciones tan icónicas como Tatuaje, el poeta hará su aparición con el único objetivo de conocer a la Piquer. A su vez, esta quiere que le componga una letra única que se convierta en un himno. Así las cosas, los tres personajes se van entrelazando contando sus victorias y miserias mientras que cantan y bailan. La vida tal y como es al son de una copla. Censura, homosexualidad, celos entre compañeros, como es el caso de Miguel de Molina o la Argentinita, y un sinfín de tramas que harán que el público se lleve dibujado en la cabeza un retrato psicológico de cada uno de ellos y vea con otros ojos lo que creía anticuado y propio de una época pasada además de casposa.
Todo ello se puede enmarcar dentro de una corriente teatral a la que estamos asistiendo en los últimos años donde se recuperan figuras de la canción rescatándolas de un olvido injusto y traicionero. Véase como ejemplo Miguel de Molina al desnudo o Por los ojos de Raquel Meller.
Esta creación, de carácter musical bajo la dirección de Julio Awad en relación a este aspecto, se sostiene con un trío de personajes en escena que son interpretados por Diana Navarro, como Concha Piquer, Alejandro Vera, que da vida al poeta granadino, y Avelino Piedad en la carne de Rafael de León. Todos están brillantes en su justa medida en cada una de las interpretaciones y se nota que hay un gran trabajo de fondo en el estudio de cada uno de los personajes, tanto física como psíquicamente (no en vano Diana Navarro utiliza frases y actitud propias de la artista valenciana). Si bien es verdad que hay algunos aspectos que pulir que destacan por la importancia de las personas a las que representan y las grandes sombras alargadas de las representaciones de los mismos por otros compañeros. Pequeñas motas de polvo en un trabajo grandioso y digno de aplaudir.
Quizá, lo único que chirria en demasía es la interpretación de una canción sobre los sonetos del amor oscuro que no vieron la luz hasta mucho después del tiempo en que la trama se sitúa.
En cuanto a los aspectos técnicos, la escenografía, creada por Estudiodados-Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán, es minimalista, cumpliendo su cometido a la perfección. Es mágico ver cómo unas cortinas y unas simples bombillas hacen viajar al espectador a lugares tan lejanos como Nueva York (punto de unión entre Piquer y Lorca).
Lo mismo se puede decir del vestuario y las luces, labores realizadas por Ana Llena y Paloma Parra, respectivamente, ya que el primero refleja a la perfección la época y los personajes y el segundo tiene un papel fundamental en los momentos, por ejemplo, en los que la guerra como un fantasma del futuro se hace presente. A destacar el telón final durante la última canción, en la que el rojo nos habla del teatro pero también del triste final de artistas como Lorca, en esa contienda que nos arrebató tanto y de la que, a día de hoy, no nos hemos recuperado.
Una gran labor artística, con música y voz en directo, que hará las delicias de todos, sean amantes o no de la copla, en el que no falta detalle. Ni si quiera los famosos baúles de la Piquer.
Concha Piquer desea desde hace tiempo conocer a Federico García Lorca. No en vano él es el poeta más solicitado del momento y ella la más famosa cantante de España. Ese encuentro debe producirse. Mujer acostumbrada a manejar su destino y a no recibir nunca un no como respuesta, le pide a su colaborador Rafael de León que cite al poeta en el Teatro Español de Madrid, donde ensaya su nuevo concierto. Quiere proponerle que le escriba una canción.
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