El arte puede lograr cosas imposibles. Gracias a él, en muchas ocasiones, podemos abrir una puerta hacia el pasado y poder vivirlo como si hubiéramos sido parte de él. Y justamente eso es lo que han conseguido sobre las tablas del Teatro Tribueñe al apostar a favor de Por los ojos de Raquel Meller (fórmula con la que la prensa tituló algún artículo sobre ella), creada y dirigida por Hugo Pérez de la Pica. Canciones, vivencias, sueños, pesadillas o gloria es lo que presenta esta obra que se puede ver el viernes 4, el sábado 5 y los domingos de este mes que acabamos de estrenar.
Dicha obra, de formato musical, es un gran homenaje a la figura de Francisca, conocida artísticamente como Raquel Meller, y a todas las personas que, de una manera u otra, formaron parte de esa época en la que la artista vivió y brilló, aunque ahora sea presa de un olvido inmerecido. Así, conocemos desde sus orígenes, vinculados a una familia humilde y a una infancia en el convento, hasta su visión en los últimos días de su vida pasando, por el descubrimiento en un taller de costura de su prodigiosa voz.
Todo ello realizado con un gran trabajo de investigación detrás en el que no se ha olvidado de la situación histórica de cada momento (impresionante es la interpretación de ‘En el barranco del lobo’ sobre la Guerra de África de 1859 al igual que ‘El soldadito español’ con la presencia de la guerra civil), las composiciones populares (como el villancico catalán ‘El noi de la mare’), el origen del nombre de la artista o todas y cada una de las canciones que Raquel cantó. Sin olvidar la presencia de personajes destacados de la cultura, como Álvaro de Retana o Carmen de Burgos.
De esta manera, cualquier deuda con el pasado se restaura y el círculo entre una Raquel madura y una joven se cierra dejando claro que fue una de las grandes y como tal debe ser recordada.
El elenco actoral en esta obra coral brilla con luz propia. Todo el equipo – Rocío Osuna, Badia Albayati, Matilde Juárez, Iván Oriola y Zalo Clero – realiza su función a la perfección y transmiten mucha complicidad y buen hacer al espectador. Además de dejar claro que su trabajo en escena es muy profundo y entregado, teniendo en cuenta la cantidad de canciones que se interpretan en las 2 horas y 15 minutos que dura el espectáculo.
Entre todos ellos, destaca la interpretación de tres personajes. Uno de ellos es el de la propia Raquel, a la que da vida Helena Amado. Aunque es osado admitir que actúa y canta mejor que la original es algo que se debe decir por justicia. Los otros dos serían los de Tina Meller, interpretada por Candelaria de la Serena, y el de una Meller adulta encarnada por Irina Kouberskaya. Las tres realizan su trabajo a la perfección y no es de extrañar que reciban muchos aplausos por ello.
En cuanto a la escenografía y la iluminación han sido llevados a cabo por el ya citado de la Pica y por Miguel Pérez-Muñoz. De todo ello, se lleva el primer premio el vestuario. Es impresionante la cantidad de recursos que se han empleado en esta cuestión y todo ha sido llevado a cabo de manera muy acertada. Al igual que las obras pictóricas que con telones ayudan a centrar las escenas. Por el contrario, siguiendo en este aspecto, no resaltaron para bien el uso de cartelería móvil para mostrar al público el año en el que se desarrollaba la acción. Mejor habría sido seguir usando la técnica de las proyecciones o la decoración en los propios vestidos.
Sin duda una gran obra que nadie, sea fan del cuplé o no, se debe perder, puesto que se disfruta desde el primer momento. Aunque la duración, en algunos instantes, sea demasiada; todo pecado se le perdona a esta pieza llena de saber hacer.
Raquel fue y es tonadillera destacadísima que marcó un buen trecho de la historia del cinematógrafo y el teatro español, francés y de las dos Américas; tanto con sus cantables de sesgo cosmopolita como en los números de raigambre española. Con sus preclaras interpretaciones conquistó espacios vetados hasta entonces para el arte popular. El espectáculo no es una biografía exacta porque no nace con la intención detectivesca o historicista; más bien ofrece unos ambientes, un aliento femenino, un deambular poético por los hechos.
Más teatro