La 39ª edición del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid llegó este mes de noviembre cargado de propuestas internacionales que confluyen en diferentes puntos de la capital y el extrarradio con compañías procedentes de una decena de países y con una marcada participación latinoamericana.
Según la presentación de Alberto Conejero, director artístico en esta ocasión, esta edición del Festival de Otoño se pregunta cómo y desde dónde vamos a construir ese porvenir compartido. En otras palabras, quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser al poner de nuevo unos cuerpos junto a otros: el cuerpo como signo central de la existencia. Ante la posibilidad de la desaparición, hemos sentido también la importancia de la herencia y del vínculo. Nos preguntamos qué es lo que debemos salvar a cada instante del incendio al que llamamos tiempo. Ante las amenazas y retos del mañana pospandémico (crisis climática, precariedad laboral, ascenso de los totalitarismos, etc.), una pregunta emerge inevitable: “¿quiénes seremos allí donde nos dirigimos?”.
Estas son algunas de las propuestas que nosotras hemos visitado y que deseamos que vuelvan a estar presentes en nuestros escenarios para que aún más público durante más días pueda disfrutarlas y experimentarlas.
Imprenteros. ¿Vos querés volver a la imprenta de papá? Pregunta Lorena Vega a sus dos hermanos. Esta artista argentina recrea en el escenario esa imprenta y esos recuerdos de su familia a los que no puede volver físicamente pero sí artísticamente. Imprimir y actuar se dan la mano en una propuesta arrojada a micrófono abierto y de manera documental con vídeos y fotografías al público y arropada en escena por Sergio Vega, Federico Vega, Julieta Brito, Juan pablo Garaventa, Lucas Crespi, Viviana Vázquez, Vanesa Maja, Federico Liss y Mariano Sayavedra. Una pequeña imprenta artesanal aparece poéticamente para debatir cuestiones vitales en este Proyecto Familia con diferentes ritmos, sonidos y discursos. El paisaje industrial es la excusa para volver al origen, a esas vivencias inquietas que no se quieren perder. En este caso, la vía del teatro es la opción elegida para compartir una catarsis vital y familiar.
Made of space. El coreógrafo libanés Guy Nader y la creadora barcelonesa Maria Campos revelan su proceso de investigación sobre el espacio-tiempo en el que la fuerza de la gravedad es su máxima tentación para desafiar las leyes de la naturaleza. La danza constituye su empeño conjunto por dibujar una aurora boreal, mezclando olas de movimiento y sensibilidades varias que expanden el espacio blanco y extensible, presentado como escenografía casi flotante, hasta el infinito. Este es el cierre de la trilogía compuesta por Time Takes The Time Time Takes (2015) y Set of Sets (2018) en el que los cuerpos de 7 bailarines vibran en una compasión enigmática que conforma también una experiencia sensorial y emocional gracias a la banda sonora en directo del músico Miguel Marín y el percusionista Daniel Munárriz. Alex De Vries, Anamaria Klajnšček, Héctor Plaza, Maria Campos, Maxime Smeets, Noé Ferey y Patricia Hastewell parecen patinar sobre el espacio. Otras veces, soñarse entre miradas. Pero en definitiva, un espectáculo tan bello de ver como de sentir.
El hermoso misterio que nos une. Lo primero que vi de Jesús Rubio Gamo fue la creación y dirección de Acciones sencillas. Desde entonces, estaba deseando verle a él en escena y por fin sucedió en El hermoso misterio que nos une, una pieza creada en soledad e introspección para regalar y entregarse al público de una manera sencilla, emocionante y viajera en varias paradas en el tiempo. Creada a partir de varios textos elaborados en procesos de ensayo desde 2017, fue durante el confinamiento cuando Rubio Gamo dio forma definitiva a esta danza que navega entre silencios, palabras, música y poesía y con la que arroja al cuerpo a la posibilidad de multiplicarse desde lo mínimo con la música de Johann Sebastian Bach.
Criaturas del desorden. Esta obra se inició con la observación de las flores a través del microscopio que la compañía realizó durante la pandemia de la primavera pasada y continúa con una danza dedicada al nombre de cada especie, como una forma de atravesar aquellos momentos de desequilibrio e intranquilidad por lo que ocurría y ocurriría después de aquello. Anteriormente, las palabras derivadas de ese mirar a lo pequeño desde lo más cerca fueron depositadas en un blog del que surgió Criaturas del desorden, un conjunto de ficciones en la que los cuerpos y las flores se encuentran casi en fotosíntesis y se examinan en una forma dislocada en el tiempo y transformadora en el espacio. Elena Córdoba expone su experiencia en palabras y Clara Pampyn, María José Pire y Jesús Rubio Gamo son las bailarinas y el bailarín que ponen en movimiento su propuesta. Además, la creación sonora, el violín y la voz de Luz Prado son indispensables en escena para dar forma a esta pieza cuya observación resulta mágica.
Cuerpo de baile. El nuevo trabajo capitaneado por Pablo Messiez es un encuentro entre cuerpos en un espacio en el que el tiempo de ensayos renace. En esta copresencia de entes físicas, memorias, objetos y olores, lo que ya estaba allí revive entre diferentes idiomas, danzas y una catarsis final al ritmo contemporáneo de Beethoven. Los cuerpos extraviados de Lucas Condró, Claudia Faci, Poliana Lima y José Juan Rodríguez se van encontrando, saliendo y entrando cuando quieren, sin decir hola. Su organización – con títulos como punto de anclaje: aire, canciones, lo que vibra, lengua y canto de agradecimiento de un hombre que se curó – ocurre en una habitación que alguna vez fue un lugar de ensayos, con un cuadro de Edgar Degas como referencia a otro momento que se vuelve a ocupar. El amor y la música se entremezclan pero resultan algo insuficientes para alabar una obra que tiene tanto de belleza como de desorden y desequilibrio. Ojalá evolucione y el intento de que todo sea movimiento aparezca y nos despierte.
Best of BE FESTIVAL. Con tres piezas del Be Festival despedimos esta edición del Festival de Otoño. Y lo hicimos por todo lo alto pues una de las joyas que encontramos fue The end, protagonizada por Bertrand Lesca y Nasi Voutsas, en colaboración con Laura Dannequin. La catástrofe climática actual y una historia de amor perdida se encuentran en el escenario al ritmo de una danza y un diálogo entre dos bailarines con los que es imposible no emocionarse. La manera que han encontrado de poner(se) en común, ayudados por una narración con palabras proyectadas, es un verdadero disfrute para el público. Preguntas como la de imaginarse un futuro sin la persona amada al lado, qué restos dejaremos en un mundo que ya no exista en trillones de años y la fortuna y la celebración de su encuentro y su amor en una vida presente recrean una pieza que bien merecería extenderse en duración para seguir la estela del viaje planteado. En paralelo, en este encuentro también se pudieron ver los trabajos de Claudia Catarzi en 40.000 centimetri quadrati y de Hannah De Meyeren en Levitaciones.
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