Es sabido que las vivencias de los que se han dedicado a la escena, a lo largo de la historia, no han sido fáciles; y más si la persona en cuestión era una mujer. No reconocidas como actrices, ya que hasta el siglo XIX se las conocía como cómicas o figurantas, cargaron siempre con el estigma de ser personas poco recomendables por dedicarse al teatro.
Sobre esto, entre otras cuestiones y matices, habla ‘La Baltasara (de actriz barroca a santa anacoreta)‘, obra de Inma Chacón que se ha podido ver en el escenario del Corral de Comedias dentro de la programación de la 19 edición del Festival Clásicos en Alcalá. Se trata de una creación que, ante todo, aboga por sacar a la luz la historia hasta ahora oculta de las mujeres y dejar claro que la igualdad es posible, máximas que se dejan ver como leitmotiv de la obra, tanto narrativa como dramáticamente, de esta genial escritora. Como ejemplos podemos destacar ‘La voz dormida‘ o ‘Flor(es)‘, de las que ya hemos hablado anteriormente.
La historia que se cuenta en las tablas es la vida de esta actriz real, que escogió Baltasara en relación a los Reyes Magos como nombre artístico aunque el suyo era Ana, que un día decidió dejar la escena a medias y olvidar fama como intérprete del siglo de oro para convertirse en ermitaña. Ella misma, reconciliada con público y escena, vuelve a subirse al escenario y narra todo lo que le llevó a tal acción. Abusos, prohibiciones y otras problemáticas fueron las causantes de ello y las revive para dejar claro que la mujer puede ser lo que quiera y que su lugar en el teatro, al igual que en el mundo, es el que elija y no una “cazuela” impuesta de la que no se podía salir.
Pepa Zaragoza (de quién ha sido la idea original de este proyecto) y Nacho Vera son los dos actores que con acierto dan vida a esta historia en la que se declama, se baila y se canta pero, sobre todo, se reivindica que la era del olvido ya es historia y que en esta, en la Historia con mayúsculas, también existieron las mujeres. Muestra de ello fueron y son figuras como La Calderona o María Ignacia Ibáñez, entre otras muchas.
Todo ello forma un viaje entre el drama y la comedia (quizá esos tintes cómicos hagan flaco favor a la escena) cuya dramaturgia y dirección ha sido llevada a cabo por Chani Martín, quién ha contado con un gran equipo técnico como se puede ver en el diseño de iluminación, de la mano de Ion Anibal, o en el diseño del vestuario y espacio escénico, llevado a cabo por Fernando Sánchez-Cabezudo, del que destaca la figura de una estructura que sirve para múltiples usos, desde confesionario hasta camerino.
Una mezcla bastante interesante que pierde fuerza en algunos aspectos y es que, a pesar de que “todo lo tiene de bueno la Baltasara / todo lo tiene de bueno también la cara”, no todos los días se levanta uno con el pie derecho.
Cuatrocientos años después de su retiro, Baltasara de los Reyes, actriz de renombre del Siglo de Oro, regresa al teatro para contarnos su historia y cómo abandonó la escena en mitad de una representación para retirarse a una cueva hasta el fin de sus días. ¿Qué motivos pudieron llevar a una mujer del siglo XVII a tomar tan drástica decisión? ¿Pueden las mujeres del siglo XXI reconocerse en esta historia?
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