En el empeño de la Compañía Nacional de Teatro Clásico de acercar los textos clásicos a un público que no suele pasearse por la calle del Príncipe, encontramos una joya que se está representando por varios institutos y centros educativos de Educación Secundaria de la Comunidad de Madrid. Entre el 31 de enero y el 30 de marzo, Arte nuevo de hacer teatro para jóvenes de nuestro tiempo une tres textos áureos para ofrecer una mirada divergente a través de su puesta en escena y de sus múltiples interpretaciones. Se trata de un proyecto liderado por jóvenes creadores escénicos para construir una mirada fresca, cómplice, actual y profunda sobre los textos del Siglo de Oro.
Mariano Estudillo, su director y dramaturgo, a quien también se le puede ver interpretando en el escenario y con quien nos hemos sentado a charlar, capitanea este proyecto que incluye las obras Eco y Narciso, de Calderón de la Barca, a través del cual se tratarán temas vinculados a la adolescencia; Valor, agravio y mujer, de Ana Caro, una de las pocas dramaturgas conocidas de la época, que tiene como temáticas el feminismo, el poder y cómo afrontar las injusticias; y, finalmente, Fuenteovejuna, de Lope de Vega, una obra fascinante para tratar el acuerdo, el disentimiento, el abuso de poder, el mundo rural o la inmigración.
¿Cómo se junta este equipo?
El equipo actual reúne componentes que ya estaban en la primera etapa del proyecto y nuevos fichajes debido a las sustituciones que hemos tenido que hacer: Alba Enríquez y Alejandro Pau sustituyen a Anna Maruny y a mí mismo, mientras que Yolanda de la Hoz, ayudante de dirección además de actriz, se encarga del rol que antes tenía Aisa Pérez. La jugada más arriesgada ha sido sustituir a Alba Recondo por Fernando Trujillo en el papel de Liriope, la madre de Narciso, pero creo que hemos salido ganando. En cuanto a la coordinación técnica, José Herradon sustituye a Javier L. Patiño.
¿Cómo se seleccionan estas obras?
La selección de estas tres obras y no otras viene porque hace años estuve a punto de participar en el Eco y Narciso que montó la compañía Grumelot y tenía muchas ganas de probar una cámara de vídeo como fuente para Narciso. Valor, agravio y mujer me enamoró después de verla en El Umbral de Primavera por la compañía TEATRO a7, además de descubrir a las nuevas generaciones la pluma de las dramaturgas del Barroco. Y Fuenteovejuna está seleccionada basándome en la creencia de que es una de las más conocidas y trabajadas en las clases de Literatura.
¿Se dirige o se ensaya de manera diferente una obra enfocada a colegios?
Este espectáculo no sería muy diferente si, en vez de enfocado a adolescentes, lo montáramos como una pieza más dentro del repertorio de la compañía y se hiciera en el Teatro de la Comedia. Creo que los pocos cambios serían en torno al espacio sonoro, ya que he intentado empatizar con los oídos actuales usando a Clemm, Bad Bunny y C. Tangana. En mi cabeza estaban Led Zeppelin, Triana, Nirvana…
¿Estaba clara la inclusión de la música y el juego audiovisual desde el principio?, ¿qué aporta al montaje?
Por mi formación musical, le doy mucho valor al espacio sonoro; es una fuente de inspiración y me permite medir la intensidad de las escenas. En cuanto a lo audiovisual, resulta curioso la facilidad con la que nuestra generación incorpora este nuevo lenguaje, siempre con la intención de clarificar textos que sabemos que no son fáciles para el oído de un grupo de adolescentes.
¿El proyecto se diseñó unido también a las redes sociales?
Efectivamente. Conocía el tema de la dramaturgia transmedia también por Grumelot y el trabajo que en ese momento estaban desarrollando en La Abadía, en su caso con obras de Chéjov, de modo que le propuse a la CNTC la posibilidad de usar las redes como complemento y expansión de lo que se siembra en el show.
Como proyecto pedagógico, ¿hay más respuestas o más preguntas?
Últimamente medito mucho sobre esto, no porque sea un proyecto pedagógico (siendo sincero, no sé que diferencia hay o debería de haber), pero sí que me parece importante que cualquier obra, además de las preguntas y respuestas que genere, invite a que los espectadores se planteen sus propias preguntas y respuestas, que se cambien opiniones, que se necesiten explicaciones, revisionados… En definitiva, que el mensaje de la obra empiece cuando acabe la misma.
Cuéntame cómo se trabaja un texto en verso.
La asesoría de verso es fundamental en cualquier montaje. En este caso, Karmele Aranburu nos ayuda sobre todo a entender lo que se está diciendo para que lo entienda quien lo escucha. Trabaja con varias ediciones diferentes del mismo texto, edita, acerca y facilita a la comprensión todas esas expresiones en desuso o cuyo significado ha variado con los años y finalmente dirige la métrica del texto. Me parece importante destacar que, más que una asesoría, lo que hace Karmele es una dirección del verso y este apartado debería tener el mismo valor que tiene, por ejemplo, una dirección musical o de movimiento.
¿Cómo crees que se identifican los y las jóvenes que ven la obra?
Lo más destacable en ese aspecto es ver que entienden un texto escrito hace 400 años como si pasará en pleno 2022 y eso es muy complicado.
¿Cuáles son las preguntas más curiosas que os han hecho en los encuentros posteriores con los y las adolescentes?
En más de 50 funciones que llevamos, hemos tenido de todo. Lo normal es que pregunten por la obra en sí y eso quiere decir que les pica la curiosidad por saber más. Pero al ser adolescentes, estamos preparadas para cuando las preguntas son más personales, acerca de cómo hemos llegado a vivir de lo que nos gusta porque sabemos que están en ese momento en el que tienen que tomar decisiones trascendentes sobre su futuro y sienten mucha presión.
¿Ves algo de ti también reflejado en estas obras?
He diseñado la obra que me hubiese gustado ver con 15 años así que sí, me veo muy muy reflejado. En el tipo de humor, en la naturaleza de los textos, en la cercanía del código que planteamos y en todo el despliegue técnico que nos acompaña.
En el montaje, se explican muchas actitudes machistas y denigrantes, ¿qué crees que puede aportar el teatro para dejar de juzgar a las mujeres por tantas cosas?
En este caso, usamos los textos como una cápsula del tiempo para mostrar cómo esas actitudes machistas siguen en alza hoy en día. Comparar la violación de Laurencia con una violación hoy en día hace que al público, literalmente, le estalle la cabeza.
¿Qué aprendizaje te llevas?
Es demasiado pronto para hacer ese tipo de reflexiones… Me llevo mucho cansancio, pero también muchas ganas por encarar lo próximo, sea lo que sea.
¿Qué papel crees que juegan ahora mismo los jóvenes en nuestro teatro actual?
Depende de nosotras. Depende de la condescendencia con la que les tratemos o si realmente les tomamos por gente capaz de entender, de comprometerse y, sobretodo, de mostrarles el teatro como espacio de juego común y de reflexión colectiva.
Con tantos temas sociales, ¿piensas que nos falta interés como sociedad para seguir combatiendo muchas situaciones reales que plasmáis en la obra o estamos bastante concienciados/as?
Desgraciadamente, creo que siempre habrá trabajo que hacer en este sentido. Pero también creo que esa es una de las razones más importantes que tiene el arte para existir: mostrar la injusticia y ayudar a erradicarla.
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