Febrero terminó en los Teatro del Canal con una vuelta al Siglo de Oro. Pero no se ha hablado de Lope ni de Calderón. En esta ocasión, se le ha dado voz a María de Zayas en una versión teatralizada de algunas de sus obras bajo la pluma de Nando López y la siempre acertada dirección de Ainhoa Amestoy. Un rescate del olvido digno de toda aventura que comenzó hace tiempo en lugares como Almagro y que nadie se puede perder.
Desengaños amorosos es una obra de enredo y coral que tiene su leitmotiv en el amor y en las desigualdades entre hombres y mujeres en ese tema y en muchos más. Nise, interpretada por Silvia de Pé, es una dama de alta posición que quiere ser dueña de su destino adelantándose a su propio tiempo. Por ese motivo, aborrece el matrimonio concertado y a todo galán de tres al cuarto que se acerque a ella. Uno de ellos es Octavio, dado vida por Manuel Moya, señor de palabrería, comedia y de nada más que no ceja en su empeño a la hora de seducir aunque para ello necesite de las artes de sus amigos. El más fiel de ello es Manuel, interpretado por Ernesto Arias, hombre de alta cuna, culto y con más de una cara oculta que se ve envuelto en varios enredos en la casa de la primera, al igual que Beatriz, amiga de Nise interpretada por Lidia Navarro, que llega allí ocultando más de un matiz de su vida. Todos juntos y revueltos vivirán un confinamiento debido a una epidemia en la ciudad de Sevilla, donde sucede la trama, que dará pie a relatos contados por personajes, añoranzas, sexualidad, engaños, prejuicios y un sinfín de tramas que hacen que la obra sea una creación compuesta por muchas otras. Todo ello con el sello de Zayas al recuperar la influencia que esta tuvo de Boccaccio y su Decamerón y obras suyas como Novelas amorosas y exemplares (1635) y la que da título a esta obra teatral que vio la luz en 1647, con el tema fijo de la igualdad de género y la reivindicación de la inteligencia femenina.
Así, el elenco pone su piel y hasta su alma en un trabajo común con este mensaje; bordando con gran maestría todos los papeles. Si bien, entre todos ellos, destacaría al interpretado por Moya, puesto que aporta ese toque burlón y cómico de este tipo de obras que hace que sea un placer ver todo el montaje en escena. También, es digno de destacar la interpretación de música en directo por parte de David Velasco. Con un único instrumento acompaña esta creación y es capaz de aportar movimiento y luz en escenas poco claras, como en las que se ve correr en el sitio a los actores, sin parecer algo impostado.
En cuanto a la escenografía, creada por Elisa Sanz, tengo que destacar su sencillez y a la vez su eficacia y buen gusto. En muchas ocasiones, menos es más y este es un ejemplo de ello. Los bancos corridos en tonalidades blancas, los cortinajes en el mismo tono y, sobre todo, los libros en primera plana nos hablan de la autora y de la esencia del mensaje de la obra. A la vez que nos sitúan en todos los escenarios sin la necesidad de artificios y fuegos artificiales.
De la misma mano de Sanz ha salido el vestuario. Moderno, pero con reminiscencias al Siglo de Oro, hace su papel a la perfección y trae el contenido a la actualidad de manera sublime además de reflejar la personalidad de cada uno de los personajes de forma sobresaliente. En este punto, destaco la capa roja de Beatriz como gran ejemplo de lo que he argumentado. Todo lo dicho se puede relacionar también con la iluminación, creación de Marta Graña, que brilla con luz propia.
Y es que estos Desengaños amorosos son una apuesta segura que todo el mundo debería disfrutar desde la butaca de un teatro. Lástima que ya haya terminado su andadura en Canal pero espero que pronto vuelva a ver la luz en el escenario.
¿Qué sucede cuando las mujeres del siglo XVII toman la palabra, trabajan por la igualdad y muestran su lado más fuerte y orgulloso? ¿Y qué pasaría si nos atreviésemos a imitarlas y a desnudar nuestras emociones? Estas son algunas de las preguntas que nos plantea esta comedia, ácida y reflexiva, escrita a partir de los Desengaños amorosos de María de Zayas.
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