La historia tiene muchos dobleces. Desde antiguo, mujeres y hombres han poblado las páginas de sus libros y muchos de ellos se han ido desvaneciendo con el tiempo. No es un hecho nuevo esto que relato aquí pero cuantos más granos de arena se sumen a la causa de desterrar el olvido, mayor será la luz en las tinieblas. Y eso es lo que ha hecho Nao d’amores con Nise (la tragedia de Inés de Castro) que habita en las tablas del Teatro de la Abadía hasta el 30 de diciembre.
La historia que cuenta ha sido creada a partir de dos obras teatrales (Nise Lastimosa y Nise laureada) y cuenta con el rigor histórico que caracteriza a esta compañía en varios de los aspectos del montaje. El primero se basa en la recuperación del personaje de doña Inés, dama castellana que tuvo amores con don Pedro y sufrió el castigo del poder y el de ser mujer. Así, amor, malos consejos, el peso del poder, lenguas viperinas, muerte y venganza crean un relato que llega al espectador de tal manera que es difícil no emocionarse y sentir empatía por una Inés que paga por unas culpas inexistentes y por las que nadie debería de pagar.
De toda la obra creada por Jerónimo Bermúdez y Ana Zamora, directora y dramaturga del montaje, destaca notablemente el desenlace en el que la venganza llega a su fin y el enamorado vuelve a encontrarse con su amada a pesar de la tierra mortuoria que los separa. Algo que se ha repetido en otras circunstancias, canciones, folklore, obras literarias y las vidas, como en este caso, de algunos de los que nos precedieron. Y si no, se puede tomar como ejemplo al propio Cadalso.
A pesar de tener a la mujer como eje, la pieza es una propuesta coral en la que el actor se fusiona con el público asistente. Y todo con una brillantez y un saber hacer exquisito. La profesionalidad de todos ellos brilla en escena en una tarea titánica e histórica. Un ejemplo de ello es el caso de Natalia Huarte (en la piel de doña Inés) pero todos ellos, desde José Luis Alcobendas hasta Isabel Zamora, tienen merecidos todos y cada uno de los aplausos recibidos.
Mención aparte es la interpretación musical, bajo la mano de Alicia Lázaro, en directo durante una función que trasporta a otro tiempo sin necesidad de una máquina para poder viajar hasta allí.
En cuanto al vestuario y a la escenografía, destacan la sencillez pero, a la vez el buen hacer de los mismos. El primero, capitaneado por Deborah Macías, nos habla de lanas, sayos blancos y tonalidades oscuras propios de la época y lejos de los oropeles que en muchas ocasiones nos quieren vender. El segundo aspecto, creado por Ricardo Vergne, nos habla de Portugal (lugar en el que sucede la acción), de la pureza del agua y de lo oscuro de la sangre de los inocentes. Sencillez pero excelencia priman en todo lo que se ve.
En definitiva, un trabajo conjunto en el que se propone recuperar la vida de una dama vejada y realizar con ello un recorrido temporal que no puede defraudar a nadie. Teniendo esto en cuenta, es normal que las entradas para ver esta obra se estén evaporando rápidamente (tanto en Madrid como en Segovia, donde se podrá ver el próximo 7 de enero) y solo queda hacer, como han propuesto desde Nao d’amores, que los programadores teatrales los tengan muy en cuenta. Una pieza así tiene que ser admirada.
A partir de Nise lastimosa y Nise laureada, de Jerónimo Bermúdez, la directora Ana Zamora construye una dramaturgia unitaria que nos permite profundizar en esta visión del mal gobierno, a través de una de las historias más conocidas de la tradición hispanolusa, la leyenda de Inés de Castro, amante del infante don Pedro de Portugal, asesinada en aras de la política del bien común y coronada, después de muerta, como reina del país lusitano. El amor y la muerte de la bella Inés sirven de ejemplo puntual para cuestionnar las intrigas palaciegas y las actitudes poco respetables de gobernantes arrastrados por la vida cortesana.
Más teatro