La renacida sala situada en el número 5 de la calle Primitiva Gañán del también renaciente barrio de Usera estrenaba el pasado mes de mayo la primera producción de la Cía. Exlímite. Bajo el título ‘Los Remedios’, una autoficción a modo de reencarnación vivaz aparecía ante los ojos de las espectadoras y espectadores prorrogando hasta el segundo fin de semana de junio. Dos jóvenes con dependencia hereditaria de su lugar de origen trasladan a un escenario los lugares comunes transitados a lo largo de su infancia y adolescencia y aquellos otros que les han llevado a unirse de nuevo en el teatro desde aquella primera obra que compartieran y que aún permanece grabada en vídeo.
Fotografía de Luz Soria
Todo parecía indicar que ‘Los Remedios’ iba a conquistar por su cercanía, gustaba por su comicidad y se estaba recomendando por la ternura que desprendía. Nada ni nadie se equivocaba. Todas las pistas que apuntaban que esta obra es un tesoro escondido, que empieza hablando de una pareja de amigos y se acaba instalando en nuestros propios cuerpos por la historia y la manera de contarla y comunicarla, afortunadamente, eran ciertas.
Fotografía de Luz Soria
Este montaje es una co-creación dirigida por Juan Ceacero – director de la sala junto a Gérard Imbert – y escrita por Fernando Delgado-Hierro, uno de los protagonistas. Delgado-Hierro es el equivalente a una explosión escénica que no deja de vibrar, ya que pocas veces se disfruta de tanta expresividad corporal, visceral e imaginativa en un mismo cuerpo que suele partir de lo pequeño para agrandar su personaje y todo lo que le rodea en escena. Su compañero de reparto, Pablo Chaves, no se queda atrás; su presencia, su mimo ubicando personas y momentos, su sencillez para escrutar vivencias y su valentía para hacer reír destacan en valores máximos.
Fotografía de Luz Soria
En ‘Los Remedios’, el pasado vuelve a la luz como símbolo de reconocimiento, para saber más y para observar de cerca y mejor lo que este par de amigos fue. Su declaración de intenciones, basada en el amor en tantos sentidos, establece una primera bienvenida inolvidable para el público. Las familias en distintos ámbitos – colegio, casa, amigos – surgen en cuestión de minutos con una fuerza acogedora y sobrecogedora. El juego temporal resulta imprescindible y se hace de manera audiovisual, cultural, contextual y con diálogos que agitan los sentidos gracias a un viaje en el tiempo con el barrio sevillano como punto de gravedad. Ser a través del otro, con el otro y compartiendo(se) con el otro… La amistad es inmortal cuando el teatro acoge una historia como esta, tantas piezas de historias incrustadas en la memoria de lo que son Fernando y Pablo a raíz de su relato, de su constante encuentro.
Fotografía de Luz Soria
El nuevo espacio de creación, investigación y formación exlímite (antigua Kubik Fabrik) acogía esta producción de la compañía exlímite, proyecto artístico que llevaba años gestándose y que tomó forma en 2015, con el estreno de su primer espectáculo ‘Iliria’, de Denise Despeyroux. Surge de la necesidad de crear un colectivo de artistas de diferentes disciplinas que puedan desarrollar un teatro de creación colaborativa, de riesgo, comprometido y con una clara vocación contemporánea. En noviembre de 2017, la compañía se fusiona con el proyecto exlímite para convertirse en su vehículo de producción artística. De esta forma, ‘Los Remedios’ se estrenaban también con el trabajo de Majo Moreno, como ayudante de dirección, Paola de Diego, en vestuario y escenografía, Juan Ripoll, en iluminación, La Dalia Negra, en fotografía, Celinda Ojeda, en diseño gráfico, Guillermo Carnero, en producción, y Cristina Anta, en comunicación.
Los Remedios es un barrio de Sevilla construido en los años 50. Los Remedios es una pieza en la que dos amigos de la infancia se juntan para tratar de entenderse a base de representarse a ellos mismos, a las personas que marcaron su desarrollo, al contexto social que forjó su identidad. Los Remedios es un viaje a lo que queda en el propio cuerpo: los gestos, los tonos, las posturas. Es una autoficción autodestructiva hecha por dos personas desenraízadas que remueven la tierra buscando algo a lo que agarrarse. Es una genealogía teatral que indaga en la necesidad de la representación y en su capacidad transformadora. Es una pieza sobre la amistad como respuesta frente al desconcierto.
Más teatro