Un domingo cualquiera, con El País Semanal en la mano, el ávido lector o lectora descubre que, en algunos aspectos, estamos anclados en el más vil de los pasajes del pasado. Parte de la culpa la tiene quizás uno de los escritores y traductores de bastante importancia en la actualidad y que goza de una de las sillas de la ilustre Academia de la lengua. Este no es otro que Javier Marías, que se permite el lujo de expresar con su afilada pluma que Gloria Fuertes no era una gran poetisa. Con afirmaciones como esa es normal que las redes que pueblan internet se sintieran agitadas y con ganas de decir lo que pensaban. Normal, por otra parte, en un país donde otros colegas apoyan la moción, véase Arturo Pérez Reverte, y en el que todavía se reclamaba un espacio para la Biblioteca de Mujeres en la pasada edición de la Feria del Libro de Madrid.
Nuestro lector o lectora no se puede creer lo que está leyendo y decide acudir a los libros, fuentes de sabiduría, para encontrar una solución a ese desnivel temporal que se ha encontrado en las páginas de la actualidad. Busca en libros de texto de Literatura, los que tiene más a mano, y descubre que entre tantos escritores, pocas son las literatas que aparecen en sus páginas (por ejemplo Ana María Matute). Así, dándose cuenta de que el problema ha perdurado y sigue vivo, aunque a veces no se vea, como refleja la opinión de Carolina África – actriz, dramaturga y directora –, se da uno cuenta de que el Humanismo, visto como la igualdad entre mujeres y hombres, está muy lejos y se debe seguir luchando para conseguirlo.
Varias propuestas se están realizando para que estaba barrera sea más fina y un ejemplo de ellas es Furias y féminas (vermú literario femenino), obra a la que ha dado vida Nela Linares Antequera junto a tres impecables actrices en el castizo Umbral de Primavera el pasado domingo 24 de septiembre. En este pequeño montaje se aparecen en escena tres fantasmas de tres escritoras que están dispuestas a poner los puntos sobre las íes, con sustos de por medio, a esos académicos con pensamientos casposos y bastante salidos de tono en los tiempos que corren. Ellas son Gertrudis Gómez de Avellaneda (para los amigos Tula), Emilia Pardo Bazán y Concepción Arenal. Las tres con gran valía y las tres ignoradas en vida, en lugares como la Academia, y ninguneadas en muerte por el escaso esfuerzo que se ha hecho para rescatarlas del siempre injusto velo del olvido.
La primera de ellas es interpretada por Carmen Valverde en un actuación que mima al detalle al personaje hasta el punto de declamar en acento cubano (Camagüey era el lugar de procedencia de la escritora que se trasladó a la Península con 22 años de edad) o la mancha en el rostro que tan bien retrató Federico de Madrazo. Ella es una de las que apuesta por la acción frente a las injusticias que se producen en pleno siglo XXI. Y no es de extrañar, teniendo en cuenta que, durante su existencia fue reflejo de la modernidad como muestra su novela Sab, la primera de carácter antiesclavista, o con su opinión a favor de la disolución del matrimonio. Si Menéndez Pidal impidió que entrará en la Academia, no va a consentir que otros sigan su estela aunque sea utilizando armas más allá de la palabra.
A la segunda le da cuerpo Paloma García-Consuegra, fantástica intérprete de la que ya hablamos a propósito de su compañía de cuplé Livianas provincianas que también tiene su casa estos días en el Umbral de Primavera. Ella sabe, como nadie, mostrar ese carácter fiero que tenía doña Emilia y, quizá, es la más guerrera de todas, arriesgándose a mostrarse en las dependencias de la Academia, tanto viva como muerta, sin importarle si era bonita o no. Porque, hoy en día, todavía se pueden ver documentos en los que se habla de la beldad de la Pardo Bazán. En fin, debemos tomar su espíritu y no dudar en escribir y luchar por los derechos de la mujer.
Si no me creen, echen un vistazo al artículo de Alfonso Rojo sobre Garbiñe Muguruza. La tercera en concordia, porque es la que representa la vía menos belicosa en la representación optando por sus propias obras como armas, es interpretada por Begoña del Castillo. Conocida como la visitadora de cárceles, esta socióloga y ensayista está muy bien reflejada en el trabajo de la intérprete sevillana. Todas ellas están reflejadas en su tiempo pero también en el nuestro, al crearse una cuenta de Twitter “para chinchar a Pérez Reverte”, que el espectador puede consultar fuera de la escena, sin dejar de reivindicar el papel de la mujer en la sociedad y el suyo propio.
En todos los casos, el vestuario está muy cuidado. Como ejemplo, pongo el caso de Arenal, haciendo referencia al disfraz de hombre que tuvo que usar al asistir como oyente en la universidad, y el resto del atrezzo, aunque escaso, también se mueve en la misma sintonía. Reivindicación, humor, momentos musicales y Literatura son varios de los elementos que forman este cóctel, o vermú según se vea, que está dispuesto a explotar y que no se va a parar ante nada ni nadie.
Después de la obra, se pudo asistir a un debate participativo en el que se abordaron la vida de estas literatas, incluyendo lecturas de sus textos y otros problemas como es el caso de las cuotas o de los ciclos dedicados a las mujeres en el teatro (o en cualquier otro arte), con una visión contemporánea introducida por la ya citada Carolina África. El 22 de octubre, en el mismo lugar y a la misma hora, hay otra oportunidad para reencontrarse con estas mujeres y poner nuestro grano de arena en una lucha que no ha terminado.
Sonia López
Más teatro
Desiguadad … es un informe que nos demuestra que las mujeres hemos, seguido adelante y que este Señor, está en esa silla, sólo para criticar a mujeres que sobresalen por medio de sus libros .
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