En la Nao 8 siempre hay una apuesta segura por un teatro que nos provoque más preguntas que respuestas y que indague en algo más allá que el simple acto de visionar una obra de teatro. Para esta nueva temporada, en su escenario van a seguir ocurriendo hechos cuyo punto de gravedad nos sigan provocando diversas reacciones y el público no sea un ente colectivo, sino que esté lleno de matices personales. Y es precisamente esto lo que ocurrió el domingo pasado en el estreno de Elogio de la locura.
Todos uniremos el título de este montaje a Erasmo de Rotterdam y lo intentaremos remontar al siglo del Renacimiento, cuando el hombre impuso su pensamiento alejado del hecho divino. Como tema central la locura. Como propuesta adyacente, cuatro actores que supieron calar con sus interpretaciones en un paisaje interior humano que se extiende desde el principio de los tiempos hasta nuestra actualidad del siglo XXI. Y que, sin duda, seguirá avasallando nuestra ansia de razón hasta nuestra extinción.
El elenco comenzó advirtiendo que, durante 70 minutos, seríamos cómplices de la locura escénica que allí se iba a vivir. El texto, que va evolucionando lenta pero animadamente para ser convertido en anécdotas, rimaba al compás de la dirección que Edgar Costas ha sabido disponer en un orden activo de escenas que, gracias a los vívidos y estructurados movimientos del trabajo de los actores, dan vida a esta obra, trasladando equitativamente las palabras de entonces a nuestro tiempo y espacio.
Y, ¿quiénes son los prodigiosos que ponen voz y cuerpo a la tempestad de la enfermedad humana? Elmira Muro, Ariadna Santana, Daniel Rimón y el mismo Edgar Costas, genios imparables que saben mostrar la parte más hermosa a la vez que la más horrenda de la locura, haciéndose visible al hombre en forma divina y parloteando con él sobre la astucia o no de su convivencia con el resto de mortales.
El dolor, el amor, la astucia más vil o la inocencia más tardía son algunos de los temas expuestos para que, incluso en un pequeño descanso destacado y cercano, podamos comprender de qué manera nuestros comportamientos están desligados de nuestros principios morales o sociales. Todo esto y mucho más se encuentra perfectamente contenido y expuesto en un montaje que parece dar más de lo que recibe a cambio.
El trabajo de este Elogio de la locura lo completan la asesoría de dramaturgia de Alexandra Mariño, el maquillaje de Naara Cordón, la fotografía de Roberto Maroto Polo, el cartel de Mikel Soutullo y la música de Iago Marta Lago. Pasar un domingo recreando la escenificación personificada de la locura no es un plan cualquiera y merece de vuestra presencia para que el recorrido terrenal sea completado. ¿Cuándo vais?
Locura, diosa de los comportamientos espontáneos y alegres, aunque no siempre acordes con lo “políticamente correcto”, se presenta ante los humanos para realizar un encomio a si misma y recordarnos que es ella la que nos provee de todo aquello hermoso y feliz en nuestra existencia, tal como son el amor, la amistad, la autoestima o la capacidad para disfrutar cada etapa de nuestras vidas. Asimismo, aprovecha para clamar contra numerosos comportamientos que le hemos atribuido a ella considerándolos “locuras” y que no solo poco o nada tienen que ver con su influencia, sino que incluso le repugnan.
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La locura , ¿quien no ha cometido alguna locura en su vida’ , sin ser insano,? ¿que buena debe ser esta obra?
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