El pasado 8 de septiembre se reestrenaba en El Pavón Teatro Kamikaze la obra El amante, cambiando de escenario y de actriz protagonista. Durante un mes, se puede disfrutar en La Sala, y en otras dependencias, de una fiesta en la que meterse de lleno sabe a juego, placer y a sorpresa general del público, que se ve inmediatamente arrojado a la rebeldía de un espectáculo que comienza en nosotros mismos.
Fotografía de Vico Vang
Pidiendo silencio y gritos de alegría en diversos momentos, los principales cabecillas de este montaje nos reciben con la familiaridad de quien invita a pasar una velada en su casa a sus mejores amigos. Nacho Aldeguer, a pie de calle, y Álex García, guiándonos en el interior, comienzan un recorrido en el que dejarse llevar es la mejor de las opciones. Julito y Jonh son el equipo perfecto de anfitriones para comenzar la noche. No os daremos más pistas de lo que allí ocurre y se celebra pero hay bebida, comida, juegos, diversión y complicidad como si no hubiera un mañana.
Fotografía de Vico Vang
Los más incrédulos se preguntaban si aquello ya formaba parte de la obra. Las caras del público atónitas de felicidad por lo que estaban viviendo fueron una de las mejores expresiones de la noche que, junto a los paseos, las sorpresas y los saludos a la feliz pareja protagonista, se extendieron durante más de media hora previa a lo que esperábamos todos; introducirnos en la intimidad de Sarah y Richard para ver su comportamiento en pareja y a puerta cerrada.
Fotografía de Vico Vang
Las luces se encienden y nos metemos de lleno en las vidas de la pareja que Harold Pinter creó en la obra homónima de 1962. La soberbia escenografía es admirable y hace comprender la impecable pulcritud con la que se relaciona este matrimonio desde hace ya 10 años. Asistimos a su boda (hay un vídeo de María Ripoll que lo prueba) y estamos quizás ante la decadencia mejor representada entre un marido y una mujer que necesitan de la fantasía para comunicarse. A Daniel Pérez Prada y a Verónica Echegui se les prueba, saborea y se les siente como era el objetivo de esta obra. No hay ninguna duda de ello. Porque han jugado a reescribir el universo en el que se creen encerrados Richard y Sarah y, desde la alfombra hasta la cama y desde un extremo de la sobria sala al otro, socorren con todas sus fuerzas esta historia. Pérez Prada ofrece verdaderos momentos de deleite, rindiéndose sin temor a saber defender lo injustificable y consiguiendo un personaje muy atrayente. Por su parte, Echegui, corazón corporal y punto de gravedad, nos tiene a todos rendidos. Su mezcla cautivadora, en la que no es solamente una mujer sino varias a la vez, lo inunda todo, casi literalmente gracias a su céntrica escena. Esta actriz se agiganta en el escenario y su trabajo parece infinito hasta después de apagarse las luces.
Fotografía de Vico Vang
Y a mitad de camino de esta odisea tan palpable, se presenta otro personaje que nos deja con ganas de más. Aparece Junio Valverde. O quien tú crees que es Junio Valverde, ya que os afirmamos que es difícil asegurarlo, dada su enérgica presencia y su labor escénica tan hipnotizante. Total, que la adaptación y la dirección de Nacho Aldeguer llegan a un punto en el que nos ha dado la oportunidad de ser voyeur y no ha tenido ningún miedo en hablar con nosotros de frente, arrojándonos una perla explosiva: “lo valiente que hay que ser en la vida en pareja. Y lo miedosos que somos a veces en el amor”.
Fotografía de Vico Vang
Cuando acaba la degustación, los aplausos saben a preguntas, como las que fueron planteadas en un interesante y original encuentro con el público el segundo día de representación. “Por si no ha quedado claro al comienzo de la función, nos gusta hablar directamente con vosotros y miraros a los ojos” comenzaba Aldeguer, “y en lugar de caer en tecnicismos de por qué o cuánto tiempo, a mí me gustaría empezar sabiendo cómo son las personas que están en la sala. ¿Podría levantar la mano quien crea que la monogamia funciona?”. El postre estaba servido. Y la sorpresa inicial dio paso a un desbordante flujo de opiniones que hicieron terminar la noche sin haber perdido el loco equilibrio inicial. Las risas fueron continuas, así como las diferentes reflexiones que iban sacudiendo la sala. “¿Realmente creéis que si aparece otra persona en la pareja tiene que ver con que algo va mal o tiene que ver con la libertad?”, seguía preguntando Álex García, impulsando cada vez más respuestas que aquí no queremos desvelar, ya que cada uno debe construirse las propias. “¿Y si lo que tú quieres hacer realmente le hace daño a tu pareja? ¿Cuándo habéis visto El amante, os lo planteáis como una posibilidad, es decir, os parece mal lo que hace este matrimonio o lo veis como algo interesante para una pareja?”
Fotografía de Vico Vang
La ruleta del amor giró esa noche entre la educación de diferentes generaciones, la soledad unida al miedo, la libertad otorgada en la actualidad unida a la incitación a probarlo todo y a intentar el poliamor, el machismo inculcado y el feminismo enraizado. Hasta una lectura política, si queremos, dada la figura tan crítica que fue su autor en el siglo pasado. Lo que está claro es que para cada uno de nosotros, este montaje de El amante habla de una cosa y lo desciframos de manera diferente. Ahí está la magia de este trabajo, cuya intención primaria, según explicaba Aldeguer, fue fijarse en las parejas de alrededor y darse cuenta de que ni siquiera él lograba levantar la voz para intentar preguntar qué pasaba. “Los dos creímos que era un tema dificilísimo de tratar. De hecho, la hemos montado ya por segunda vez en un año y todavía no entendemos nada”, retocaba García, cómplice indiscutible en el comienzo de todo esto. Así es El amante de Bella Batalla y El Loco Produce. ¿Cómo es el vuestro?
Más teatro
El amante , es una obra digna de ver , más si se trata de la intimidad de una pareja , con sus prejuicios, su libertad ……. y todo lo que se impone en la época actual .
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