¿Alguna vez has pensado cómo almacenamos los recuerdos, cómo se archivan en alguna parte de nuestra cabeza y de nuestro corazón? ¿Somos capaces de recordarlo todo; olores, gestos, sensaciones, rasgos…? Quizás estas preguntas sean las menos destacadas, cuando volvemos la vista atrás, y lo importante sea cómo recordamos y si lo hacemos del modo exacto en el que ocurrió ya que, queramos o no, nuestra memoria no nos es del todo fiel. Anoche soñé que me soñabas nos gustó desde el primer momento porque ataca directamente a una parte que no podemos controlar, los sueños, y a otra por la que tanto luchamos por conservar, nuestros recuerdos.
Jaime tiene la oportunidad de entrar en los recuerdos de la gente a través de sus sueños debido a su trabajo (¿haremos alguna vez este detalle realidad?) y ofrece a su novia Marta la posibilidad de viajar a través de sí misma para intentar sanar una herida abierta. Este es el simple (en realidad complicadísimo) inicio de una obra que, tan sólo durando una hora, es capaz de recrear en el pequeño escenario de La Nao 8 todo un universo de sentimientos, conexiones y pequeños dramas personales presentados en forma de retos para ser superados… y no olvidados.
Carlos Zamarriego ha escrito y dirigido un texto que permite un doble juego muy bien intencionado; el viaje de los personajes, que casi se pierden en el tiempo, y el que realice cada espectador para seguirles, acomodándose a sus vivencias y a sus recuerdos en cada paso que dan. En Anoche soñé que me soñabas no hay taras, a pesar de ser una ficción totalmente años luz de nuestra realidad. No es un obra futurista, tampoco, al menos no nos dio esa impresión. Y no lo decimos como nada malo, sino porque supera en cualquier sentido la primera impresión que pueda tenerse al oír o leer sobre esta pieza.
La capacidad de Rebeca Sala y Darío Frías de protagonizar este montaje es absoluta, con una mezcla singular de cercanía, de una pequeña rebeldía exigida por sus personajes y de un trabajo mostrado con mucha sinceridad. La nota de emoción la pone la voz de Roberta Pasquinucci, que tiene una presencia magnética en cuanto aparece. Por último, Edgar Costas interpreta al desencadenante perfecto de la acción, con su robustez y su toque cómico debido a la escasa escenografía.
Anoche soñé que me soñabas sigue navegando entre diferentes sueños los domingos de este mes en la Sala Nao 8. No sabemos qué os va a gustar más, si la original trama que cambia intermitentemente de tiempo y espacio de una manera muy eficaz o los colores tan emocionantes que coloca Matyssa Pérez Santos en determinados momentos para sorprender aún más al público. Ya nos contaréis.
Marta, ayudada por su ex novio Jaime, entra en sus propios recuerdos para perdonar el recuerdo que siempre lleva consigo: el abandono de su padre. Y en este viaje hacia el pasado, se encontrará en medio del eterno conflicto entre la voluntad y el destino.
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