Desde que las reubatizadas Naves Matadero. Centro Internacional de Artes Vivas se renovasen en muchos sentidos, acogiendo nuevos lenguajes escénicos y territorios de transversalidad, varios teatros de la capital han querido seguir su camino o, al menos, han introducido, en sus próximas programaciones, obras que se alejan del “teatro de texto”, con fórmulas extranjeras y nombres que necesitan sonarnos aquí también y no únicamente fuera de nuestras fronteras. El resultado de aquella rueda de prensa multitudinaria del 7 de marzo, en la Nave 11 de Matadero, fue una extensa mañana de intensos diálogos entre el público y el nuevo director artístico Mateo Feijóo. La cosa no quedaba ahí ya que, pocos días después, centenares de profesionales firmaron Una oportunidad, una carta de apoyo “a la decisión de integrar la creación escénica contemporánea dentro de Matadero Madrid”. Voces contrarias no tardaron en surgir y otro grupo del sector firmó un manifiesto titulado Defendiendo lo de todos, pidiendo la convivencia de todo tipo de artes escénicas bajo el mismo techo.
Después de aquella tormenta, que también dio la oportunidad de acercar nuevos públicos a Legapzi, ha llovido mucho y Madrid empieza a cobijar nuevas fórmulas escénicas que, más allá de gustos personales, forman parte de una actualidad mundial y artística única que debería darnos rabia perdernos. La pasada semana, el Teatro Español presentaba su nueva temporada, que se prolongará hasta junio del año que viene, con una temática clave este año en la capital: EL OTRO. “Cuando asumimos la existencia del OTRO, asumimos nuestra identidad. Pero eso no implica jamás que el OTRO tenga que ser discriminado o estigmatizado; todo lo contrario, cuando aceptamos la diferencia nos enriquecemos y eso nos ayuda a crecer”, firmaba en la bienvenida Carme Portaceli, directora artística, reuniendo 34 espectáculos entre producciones, coproducciones, compañías contratadas, una mini presencia extranjera, talleres con escolares, actividades pedagógicas, etc.
El siguiente paso lo dio esta semana El Pavón Teatro Kamikaze. Aún sin haber cumplido un año desde que Miguel del Arco, Israel Elejalde, Jordi Buxó y Aitor Tejada lo reabrieran con carácter privado pero con vocación pública, sigue apostando por las nuevas dramaturgias, por una mirada contemporánea sobre los clásicos y por ser un teatro de repertorio, además de configurar un espacio de diálogo más allá de la función. En la presentación del avance de temporada, 13 montajes van a ocupar el teatro desde julio hasta finales del próximo año, aunque los responsables advirtieron que no serían los únicos espectáculos en cartelera. Algunas obras vuelven, como es el caso de Antígona, El amante, El ascensor, La voz humana o Iphigenia en Vallecas, otras se estrenarán en Madrid, acompañadas de algún estreno absoluto como es el caso de Un cuerpo en algún lugar, de Gon Ramos. “Es una obra que empecé a investigar hace un tiempo y que tiene algo de Forrest Gump, como una persona que a priori tiene unas actitudes sociales apartadas de la normalidad pero que, justamente por eso, tiene otro tipo de sensibilidad o de acercamiento a la gente”, comentaba su autor, aún en proceso de escritura y ensayo para estrenar en octubre.
También en esta misma semana, nos hemos acercado a conocer la programación 2017/2018 de Teatros del Canal. Bajo la codirección artística de Natalia Álvarez Simó y Àlex Rigola, se inicia una nueva etapa enfocada en la creación escénica contemporánea. Diversidad, transversalidad y nuevos lenguajes caracterizan una programación con 61 espectáculos y 34 conciertos y actividades para todos los públicos. Entre toda esta oferta, hemos querido saber más sobre La tristeza de los ogros, de Fabrice Murgia, que podremos ver en la Sala Verde a inicios del próximo año.
Andrea de San Juan, Nacho Sánchez y Olivia Delcán son los protagonistas de esta coproducción realizada a partir de las historias de Bastian Bosse, alemán de 18 años, que disparó a cinco compañeros de su instituto el 20 de noviembre de 2006, y de la austriaca Natascha Kampusch, de la misma edad, quien escapaba de la casa donde había vivido diez años secuestrada, el mismo día. Este cuento onírico, con complementos audiovisuales y tecnológicos en escena, alude a su estructura de cuento pero se acompaña de un toque macabro por el hecho real. “Son tres pequeñas historias que utilizan estos dos casos para hablar de algo mucho más grande que es la pérdida de la infancia”, nos explicaba Andrea. “Es un paso muy abrupto de la adolescencia a la madurez, de golpe”, completaba Nacho. Se estrena en Madrid pero también viajarán a Barcelona y Bélgica.
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