En estos momentos en los que el solsticio de verano llama a nuestra puerta, acompañado de un calor cuya tarjeta de presentación se define como extrema, se celebra el Día Europeo de la Música (21 de junio). Acordes, notas y pentagramas toman el protagonismo y nos recuerdan que sin ellos nos faltaría gran parte de nuestra esencia; de lo que nos hace, recordando a Blas de Otero, fieramente humanos.
Entre toda esta amalgama musical que nos forma y nos completa, existe un hueco en el que se encuentra las canciones tradicionales. Esas que escuchamos de boca de nuestros padres y abuelos o desde el altavoz de un viejo aparato de radio, una tarde de verano en la casa de algún pueblo. Esas que son parte de nuestro ADN y forman parte de una intrahistoria que, a veces, dejamos de lado favoreciendo a otras que nos hablan de cuartetos amorosos y amores de verano que se viven despacito.
Dentro de este tipo de música se encuentra el Fado; expresión musical portuguesa que según nuestros académicos de la lengua es “de carácter triste y fatalista”. No soy nadie para criticar a la RAE pero, si algo tengo claro, es que ese tipo de etiquetas no conducen a nada y, desde el 30 de junio al 2 de julio, el VII Festival Internacional de Fado de Madrid lo va a dejar muy claro. Y es que para los abanderados de esta edición, el Fado es “cantar la vida” y con ella se habla de la tristeza sí, pero también de la alegría de otras tantas cosas que la forman.
Conciertos, conferencias y muchas otras propuestas visitarán la capital desde Teatros del Canal y la Filmoteca, cuyo punto de unión, en esta ocasión, será la relación del Fado con otras artes como el Cine, la Literatura o la Ilustración (en otras ediciones se ha tomado como leitmotiv temas como la mujer, la gastronomía o la palabra). Todo ello bajo el símbolo de un corazón con una lágrima; emblema del festival desde sus inicios, como se pudo comprobar en el recorrido histórico y visual que se proyectó en el Cine Doré, a modo de sorpresa, con motivo de la presentación a los medios el pasado 30 de mayo.
Entre toda esta programación, que comenzará el 30 de junio con la inauguración de la exposición “El Fado en el Arte portugués” (recorrido por la producción artística lusa del siglo XIX al XXI, producido por el Museo del Fado y por la EGEAC, que ya ha sido expuesta en el Centro García Márquez de Colombia a propósito del reciente Festival de Fado Bogotá) en el vestíbulo de los Teatros del Canal, lucen con luz propia los tres conciertos llevados a cabo por Raquel Tavares, una de las grandes representantes del Fado de nuestros días, capaz de brillar con solo dos músicos de acompañamiento, que interpretará canciones de su último trabajo en el inicio del festival a las 20:30, Gisela João, artista que subirá al escenario el 1 de julio a las 20.30 con su Nua, dispuesto a ser presentado al público español, y la representación del Fado masculino con la presencia de Camané, cuya actuación será el 2 de julio a las 20:30 interpretando canciones desde el inicio de su carrera hasta las de su reciente y nuevo álbum. Todos ellos creados con suma calidad, con el bagaje del pasado y la novedad del presente, y llevados a cabo en la Sala Roja de los citados teatros. Y es que, para los artífices de esta propuesta, lo importante es que el espectador conozca este sentir portugués de la mano de los mejores guías. Después de esto, modas o casualidades como son la reciente y merecida primera victoria portuguesa en el Festival de Eurovisión con la canción, muy aproximada al Fado, de Salvador Sobral, Amar pelos dois, o la elección de este país como el invitado en la pasada edición de la Feria del libro de Madrid significan pequeños matices pero no pinceladas completas que son las que dan forma al cuadro.
©Arlindo Camacho
Pero como no solo de expresión musical vive la humanidad, en esta edición se ha apostado por el séptimo Arte de una manera especial. Cierto es que desde el 2014 se ha tenido presente este tipo de creación artística y otras a parte de la canción pero, en esta ocasión, la novedad se personifica en dos propuestas que no habían sido proyectadas o no se habían podido ver en nuestro país. Son las siguientes:
Todo ello se podrá ver en las instalaciones de un Cine Doré dispuesto a proyectarlas con todo el esplendor y mimo que merecen estos contenidos de carácter casi inédito en muchos aspectos.
Otra de las actividades que se presentan en este Festival, compartiendo el escenario anterior, son las conferencias o clases magistrales que van a llevar a cabo Nuno Saravia y Sara Pereira. La primera, que tendrá lugar el día 1 de julio a las 18.00, se titula “Al Fado todo se dibuja” y presenta un recorrido por distintos creadores, desde tatuadotes hasta caricaturistas, pasando por nombres como el ya citado Malhoa, de la mano de este ilustrador y maestro de gran recorrido. Mientras, la segunda tratará la unión del Fado con el Arte portugués desde el siglo XIX al XXI, de la mano de la directora del Museo del Fado y gran especialista en Arte y Patrimonio. En esta ocasión será el 2 de julio a la misma hora que la ponencia de Saravia.
Todos estos componentes forman una vía que permitirá a los espectadores protagonizar un viaje lleno de esencias al mismísimo corazón de un país tan cercano, pero a la vez, tan lejano que es hora de conocer, lejos de barreras imaginarias que no sirven para nada. Solo me queda despedirme con un obrigado e adeus.
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