Todos tenemos algún día malo. De vez en cuando. Los personajes de In Extremis (Bodies With No Regreat) lo tienen siempre. Sandro Giordano (1972) nació en la ciudad eterna de Roma, donde estudió escenografía en el Istituto per la Cinematografia e la Televisione Roberto Rossellini. La vida le llevó de trabajar detrás de las bambalinas como ingeniero de luz y sonido en teatros locales a pisar las tablas como actor, llegando incluso a participar en películas bajo las órdenes de míticos directores como Dario Argento. Sin embargo, el mundo del espectáculo no estaba hecho por él y abandonó la actuación por la cámara al mudarse en 2010 a Barcelona, donde vive en la actualidad.
83 Perry Street 2015 – Dove Scapi 2015
Desde octubre de 2013 Sandro se ha dedicado en cuerpo y alma al proyecto de In Extremis, que continúa con buena salud hasta nuestros días. La premisa es sencilla: fotografiar a personas que han sufrido una aparatosa caída rodeados de sus efectos personales. Las combinaciones son tan numerosas como fértil la imaginación de su creador. Y han dado para mucho. La idea vino de un par de experiencias personales en las que Sandro contempló consternado cómo uno podía llegar a romperse huesos con tal de salvar de la caída alguno de nuestros preciados bienes materiales. No es de extrañar, por lo tanto, que las primeras fotografías de la serie jugaran con las ideas del materialismo y la vanidad en el mundo contemporáneo de forma irónica y, hasta cierto punto, cómica: “Cada instantánea nos habla de personajes agotados que, en un repentino desvanecimiento de mente y cuerpo, colapsan sin intentar salvarse. No pueden, debido a la fatiga del día a día, oprimidos por las apariencias en lugar del simple existir.”
Primavera 2014 – Rosanna Tutta Panna 2015.
Los primeros habitantes de esta particular comedia humana a menudo visten ropas caras y se rodean de objetos típicos de nuestra sociedad consumista, a los que se aferran y que, probablemente, provocaron su caída en un primer momento. El hecho de no ver la cara de los actores y modelos incide en lo visceralmente físico de este rechazo a la superficialidad y lanza un mensaje de universalidad: los siguientes en caer podemos ser nosotros. Sin embargo, por muy doloroso que parezca el golpe, Sandro incide en que se trata de un “tocar fondo” bastante literal del que solo podemos recuperarnos con una buena carcajada. No es el final, sino un nuevo comienzo.
Un Giorno Qualunque 2016 – Hungry Doggy Boy 2015
Sin embargo, a medida que el proyecto ha ido evolucionando, también lo han hecho las imágenes y las historias que estas cuentan. Como constantes permanecen esa irónica apropiación de las técnicas utilizadas en la fotografía de moda, tanta en color como en la recreación de ambientes, y el formato cuadrado afín a Instagram, medio por el que el fotógrafo difunde su obra. Pero los personajes que clavan sus rostros en el suelo no nos provocan tanta hilaridad. A la sonrisa inicial le sucede a menudo la duda acerca de si lo que estamos viendo puede o no ser un accidente o, peor, un asesinato. ¿Se ha caído la señora mientras regaba las plantas o la ha empujado su marido en un episodio de violencia de género? ¿O hemos sido nosotros, como sugiere el punto de vista de la fotografía? Quizás se deslice sutilmente en estas imágenes una denuncia hacia la glamourización de la violencia en los medios de masas, o quizás debamos hacer esa denuncia nosotros mismos hacia la obra del fotógrafo. En cualquier caso, la capacidad que Sandro tiene de explotar el conocido refrán “una imagen vale más que mil palabras” nos desconcierta ante escenas en las que espiamos a asesinos en serie o asistimos a una fiesta sadomasoquista que ha acabado mal. Y también hay sitio para el comentario social, como demuestra la fotografía Family Day (il medioevo)¸ donde se trata el choque entre los valores conservadores y el colectivo homosexual.
Family Day (il medioevo) 2016
Más allá de crear una imagen de marca reconocible para su obra, Sandro Giordano nos empuja (y nunca mejor dicho) a dejar atrás las psicosis de la vida contemporánea y tomarnos con ironía pero firmeza la tarea de insuflar un poco de cordura ante tanta apariencia y sinrazón.