El 15 de mayo del pasado año, se estrenaba Sicarivs: la noche y el silencio. Esta película llegaba a la cartelera después de recibir 5 minutos de aplausos en el 18º Festival de Málaga de Cine Español, con 55 copias distribuidas por España y a tres cines en Madrid. Las críticas buenísimas. La taquilla no tanto. Ni siquiera ha tenido sitio en la reciente ceremonia de los Premios Goya. Sicarivs es cine español y es una muestra de las variadas películas que hay tras una selección oficial que parece tragarse producciones más pequeñas, más independientes y que no logran llegar al público de una manera tan directa, por muchas razones. De todo esto y de más cosas, nos reunimos a hablar con Javier Muñoz, Nahia Láiz y Víctor Clavijo.
Pero antes de llegar al presente, hay que remontarse a los orígenes de Sicarivs, cuyo casting empezó en la primavera del 2009. “Esta película tiene una historia muy larga; hice dos preproducciones y se vinieron abajo. En la producción definitiva, Víctor llegó al casting por recomendación del productor y en la prueba me clavó el 90% del personaje sobre todo porque, como se puede oír en la película, la voz en off tiene mucha importancia y su voz es extraordinaria. Me di cuenta de que era el sicario que buscaba”. Así presenta Javier Muñoz, guionista y director de la película, a Víctor Clavijo, protagonista. Nahia Láiz ya estaba presente en la preproducción, como ayuda en el casting. “Es una película que tiene pocos personajes femeninos. Le ofrecí el personaje de embarazada pero no coincidía en embarazos. Hace de camarera del bar, en uno de los momentos más importantes de la película, porque a través de ella vemos que el sicario cambia”.
¿Cuánto tiempo ocuparon los ensayos?
Javier: Menos de lo quise. Si hubiera podido, hubiera estado con un personaje tan importante 24 horas tres meses antes. Me gusta mucho ensayar. Creo que uno de los problemas del cine español es que se ensaya poco, algo que no entiendo ya que en el teatro sí se ensaya mucho pero en el cine, como se puede repetir y no tienes ese público que te obliga a sabértelo de memoria, es diferente. En la actuación cinematográfica hay mucho más que texto; hay que saber cómo moverte, dónde está la cámara, qué tipo de plano estás rodando. Y todo eso hay que ensayarlo mucho y Víctor estuvo disponible y ensayábamos incluso secuencias breves aunque muy importantes.
¿Por qué una película sobre el mundo de los sicarios que remueve otros oscuros temas sobre la muerte, la corrupción y la violencia?
Javier: Porque todo lo que muestro en la película existe, como dice el sicario. Estuve antes de la película reunido con un policía que había estado persiguiendo sicarios y me contaba cosas surrealistas. Hasta hubo un despacho de sicarios, podías llamarles y contratarles, imagínate. La gente intenta no ver esto. Pasa un poco también con la corrupción; sabemos que la hay pero hasta que no la vemos en el telediario, parece que no. En esta época en la que estamos sobreinformados y, a veces malinformados, creo que el cine o la literatura tienen que tener un hueco para mostrar esto. Por ejemplo, la secuencia del Ayuntamiento nos ha hecho más daño de lo que pensábamos porque luego resulta que muchas ayudas las dan los ayuntamientos y verse reflejados de esa manera, parece que no ha gustado. Pero todo lo que rodea a este sicario existe y más de lo que sale en la película.
Para Javier Muñoz es el cuarto guion de una película y la primera que dirige. Le preguntamos sobre si nota la diferencia entre escribir y dar un paso más hacia la dirección: “Se nota en la responsabilidad. En el día a día no hay tanta diferencia. Yo he sido siempre un guionista que iba a los rodajes, siempre me involucraba; haciendo making of, script y en una coproducción trabajé en los diálogos en castellano. Daría un consejo a los directores noveles; que escuchen la opinión de todo el equipo de rodaje pero que siempre tomen ellos la decisión final porque si no, te puedes arrepentir de algo que has hecho y no querías. Si hubiera seguido los consejos, no hubiera habido voz en off, ni partes en blanco y negro, ni hubiera utilizado la cámara como la he utilizado. Yo tenía la visión de la película que quería hacer muy clara. Las críticas y la gente que la ha visto me transmite que he acertado más de lo que me equivoqué”.
¿Es un camino fácil el de debutar como director?
Javier: Lo más complicado viene ahora, con la segunda película y con hacerte una carrera. Debutar no es difícil porque suele haber más ayudas para directores noveles. No es complicado, lo complicado es llegar a productoras que tengan los recursos suficientes para conseguir que el proyecto se ponga en marcha. Se sufre más como guionista porque siempre tu texto experimenta cambios del productor, del director o del actor mismamente. En esta película tuve la ventaja de que el productor era amigo mío y no hizo cambios extraños, sino que los he ido haciendo yo. El cambio más grande lo hice en la segunda versión. En el guión original, la escena del Ayuntamiento trascurría en una iglesia. Además, cuando escribí el guion, no había tanta corrupción o no se oía. Entonces, ese cambio que hice hace años se ha hecho más actual a medida que se ha ido retrasando el guión. La escena rodada hace unos años se hubiera visto como algo exagerado.
¿Es fácil confiar en un director novel?
Víctor: confiar en un director novel tiene ventajas porque, de alguna manera, haces el viaje de la mano de esa persona. Por un lado, está la duda, lógicamente, ya que no tienes un referente anterior para ver cómo es su trabajo, pero por otro, como actor, te das el permiso de hablar con él, de cuestionarle. Pero lo que me sorprendió de Javier es que lo tenía todo clarísimo. Con un director novel te permites más confianza para trabajar conjuntamente el personaje. Yo con Javier he planteado y he preguntado mucho.
La película nos hace preguntarnos quién es peor; el corrupto que arruina nuestro país sin ser tocado por la justicia o aquel que la ejerce por su cuenta. ¿Era una idea clara desde el principio?
Muñoz: Intento que el espectador haga esa reflexión, sino no hubiera metido la voz en off, que le hace preguntarse al espectador y lanzar retos, invitando a juzgar. Al final de la película, hay unos planteamientos que pueden parecer demagógicos pero que son absolutamente reales. Él mata a muchas personas en la película, pero ahora mismo, mientras hablamos, está muriendo mucha gente por la incapacidad de los gobernantes que tenemos en el mundo. Y quién es peor, el sicario o ellos. O nosotros mismos que somos cómplices. Y ahora con los refugiados de Siria, lo vemos muy bien. La película, sin llegar a plantear problemas metafísicos, sí que hace al espectador pensar si lo que él hace es tan malo como parece. El sicario es un cabrón porque hemos creado una sociedad en la que tiene que existir y dentro de ella, quizás no sea el peor de todos. Este es el mensaje.
La muerte es un tema constante en Sicarivs y el tratamiento que contiene sobre ella esta película es acertado en cuanto a que el espectador no se siente devorado por la incomodidad de la sangre o la violencia extrema. Nahia aporta el punto de vista del público: “Como espectadora cuando la vi, lo agradecí, por gusto personal, porque lo hace más cercano, más real. Si te revuelcas en tripas y en sangre, te despegas de la historia”. Víctor aclara: “Hay una violencia seca, no peliculera en el sentido americano de la palabra, del regodeo de la muerte. Hay una violencia más psicológica y sutil. Tiene otro tipo de violencia, que a mí me gusta, la que incomoda”.
Pero Sicarivs no sólo utiliza la brutalidad, la oscuridad y la corrupción para trasladar al público una reflexión. También tiene discusión incluida sobre el amor. Cuesta encontrarlo, pero lo hay. El propio director lo tiene claro: “Antes de ver la película, la presentaba a la gente como la historia de un sicario que mata a personas, menos a una, y después de ver la película, yo les decía que es una historia de amor. La atracción o la preocupación hacia una persona es prácticamente lo que nos mueve a la mayoría de la gente. Entonces, a este sicario, a pesar de ser una persona seria y sin escrúpulos, le llega un momento en el que esa persona a la que no mata, le hace cambiar. La película me sorprendió porque llegué a pensar que había hecho una película para hombres, un tipo de thriller, pero me di cuenta, desde el primer pase en Málaga, de que gusta mucho a las mujeres también, quizás porque ven en este sicario un defensor, dentro de su estilo. Lo que le hace humano es una mujer. Todas las profesiones tienen un límite, incluso la de sicario”. La única voz femenina en esta entrevista también lo ve así: “Siento que es una historia de amor, que justifica todo el camino de ese sicario por salvar su propia historia. Se compromete por primera vez, a través de la muerte, con la vida. Es bonito que ni siquiera tenga que ver con una relación hacia el mundo femenino, no es que no mate mujeres”. Víctor concluye así: “Uno puede pensar que la motivación del personaje está al final de la película, pero no estoy de acuerdo. Creo que es una motivación casi inconsciente, impulsiva, sin razón, ya que algo más fuerte que él le obliga de algún modo a emprender esta carrera a contrarreloj. No es gratuito que él esté en un momento de sensibilidad especial hacia la vida, no es casual. Y no sólo le perdona la vida, sino que la protege. Me gusta más que eso no esté tan subrayado y el público pueda descubrir esa motivación”.
Nos sorprendió mucho la escena en la que dos sicarios, representados por Víctor Clavijo y Pedro Casablanc, dialogan en un gran teatro vacío. Cuéntanos algo más sobre ella.
Muñoz: Esa escena tiene un punto onírico; los recuerdos que él tiene de las enseñanzas que ha recibido. Es la interpretación de lo que recuerda. Llegué a explicarlo de una forma física para los actores y los productores. Pero la explicación metafísica es que es la interpretación de lo que recuerda. Cuando escribí el guion, me lo imaginaba, quizás influenciado del cine americano, en el típico almacén, con objetos de mercancías apiladas, años 40 o 50, pero no teníamos producción suficiente. Pensamos en una biblioteca o un museo, pero estábamos localizando una biblioteca y nos enseñaron un teatro y se me ocurrió ubicarles dentro. Conseguimos el Teatro Cervantes de Alcalá de Henares en el que pude rodar un travelling muy bueno.
Llega el turno de hablar de nuestro tema favorito; el cine español. Los tres dialogan desde sus propias experiencias, como parte integrante de nuestra industria cinematográfica y como espectadores, a partes iguales. “Es muy difícil o casi un milagro hacer una película pero todavía es más difícil venderla. El problema de las películas pequeñas e independientes es que llegan al final del rodaje o a la posproducción sin un euro. Para tener un mínimo de repercusión, publicidad, copias, necesitas una inversión mínimo de 300.000 euros. Nuestra película no llegaba ni de lejos. Y se estrenan películas como Sicarivs y la gente ni se entera”, explica Javier. Enseguida sale el tema de la publicidad; de cómo se distribuye nuestro cine pero también de cómo el público accede a esas películas y sigue hablando Muñoz: “Aunque se ha hecho una nueva ley de cine, sigue siendo mala. La auténtica que debería hacerse, en cuestión de ayudas, es que la película española costara la mitad en taquilla y que el resto lo pagara le Estado. Si vas al cine y ves en la cartelera Mad max y Sicarivs y te vale la película 9 euros, entras a ver Mad Max. Pero si Sicarivs vale 5 euros, te lo piensas y quizás entras a verla”. Víctor le continua la idea: “No vas a pagar 9 euros por una película de la que no has oído hablar. Es absurdo que nos obliguen a tener el mismo precio porque no tenemos ni el mismo presupuesto, ni la misma distribución ni los mismos actores, ni efectos especiales. Evidentemente esto hace que el público inmediatamente te rechace porque no ofrecemos lo mismo. Si se usasen teatros municipales para proyectar películas españolas a un coste bajo, de 4 o 5 euros, la sala se llenaría y repercutiría en el Estado. Y esto haría que el público pudiese ver esas películas y que éstas siguieran su recorrido en taquilla, recaudando. Pero el sistema está montado de una manera tan perversa que somos perdedores ya de entrada”.
Seguimos la conversación centrada en los Premios Goya. Nahia explica que “son unos premios importantes y sientan precedente en el panorama cultural y cinematográfico español y lo que salga de la ceremonia es importante porque el director hará más películas y los actores también. Por ello hay que tener mínimo de responsabilidad”. Seguimos hablando por tanto de la importancia o no que tiene verse reflejado en esta entrega de premios y en las dificultades que implican a la misma vez ya que si llega a manos de los encargados de votar, parece volver a predominar el gusto dominante como espectadores. Javier es el primero en hablar sobre el tema: “Primero hay que hacer una película que se vea pero, creo que el 80% o el 90% de los académicos no ha visto nuestra película aunque le hayamos mandado un DVD. En las votaciones del público de Filmaffinity o IMDB, Sicarivs aparece como una de las películas mejor valoradas del año 2015 pero la gente que la ha visto no es la gente que vota los Premios Goya. Donde la hemos llevado, hemos ganado premios; Málaga, Tudela. Pero no hemos tenido la suficiente publicidad y entonces no se ha visto lo suficiente. Aun así, es una película que, al ser de género, suele ser maltratada. En este país, parece que se premia o se nomina a un cine mal llamado de autor, que da su visión, o a un cine que intenta meter el dedo en la llaga en un aspecto social. Me jode mucho que Clavijo no esté nominado, merece por lo menos estar nominado porque no hay cuatro actores mejores que él en interpretación masculina. Además, nuestra película tiene una música o una fotografía que merecen estar reconocidas. Hay que buscar un poco más de criterio y Víctor merecía la nominación”. El protagonista de la película le devuelve las palabras: “Sicarivs debería de haber estada nominada. Los académicos no se ven las películas porque no da tiempo material y te lo digo yo que soy académico. Las cuelgan un mes y poco antes de las votaciones y todo el mundo quiere apurar la máximo para que el académico tenga fresca tu película en la memoria a la hora de votar pero no hay tiempo, es imposible. Decide ver lo que le suena, lo que ha visto publicitado más en televisión o Internet porque decide seleccionar antes de ver. Creo que no hay que votar a amigos, ni a los más guapos ni a las películas más conocidas sólo por el hecho de que lo sean porque hay películas muy buenas que no están. Tampoco hay hueco para todas, evidentemente. Como académico, las películas tendrían que tener más oportunidad de ser vistas, tiempo para verlas todas”.
En los más recientes Premios Goya, Fernando León de Aranoa, ganador del Goya al Mejor Guión Adaptado, señalaba en su discurso de agradecimiento que “las películas no compiten entre ellas”. Algo así tiene en mente también Javier Muñoz sobre otro de los temas que tratamos en esta entrevista: “La cultura no se tiene que enfrentar a nada. Hay que educar para que entendamos que consumiendo cultura eres mejor persona. Víctor y Nahia hablan con cariño de la profesión que ejercen y con palabras reales que establecen una necesidad de mejorar con lo que hacen: “Siempre parece que elaboramos un discurso para justificar por qué tengo que comer y es que parece que estás justificando que tengas que comer y esa no es la cuestión. Cuando tienes que hablar de un país, hablas de su cultura, que es lo que lo define, lo que hace que pase a la historia y las personas se reconozcan. Si de España se habla de los toros y de la corrupción es que no estamos haciendo bien nuestro trabajo. Si nos vemos obligados a elaborar un discurso para explicar por qué es necesaria la cultura es que algo estamos haciendo mal. La industria alimenticia no necesita buscar un discurso para saber lo importante que es comer. Y eso pasa porque no hemos enseñado la cultura a los niños porque si les enseñas el valor de la cultura, la van a consumir toda la vida y no va a haber que explicarles la importancia. El fracaso está en la educación. El sistema educativo se enseña mal porque no motiva” explica Clavijo, a lo que Nahia añade: “La educación deja en un segundo plano a la cultura y no se considera que se pueda crear industria ni puestos de trabajo, que sea algo válido”. Muñoz propone: “Si vuelve a haber gobierno en este país, debería de hacerse asignatura la cultura española; con cosas actuales, no El Quijote o La celestina, en la clase de literatura. Y que, desde jóvenes, la gente se relacionara con lo actual”.
Terminamos hablando con cada uno de ellos sobre sus pasiones y sus profesiones. Nahia Láiz nos cuenta que la obra de teatro Una noche como aquella “sigue creciendo y vienen dos proyectos que me he atrevido a escribir y que voy a dirigir, dos cortometrajes. Y quizás algún proyecto internacional y teatro”.
Víctor Clavijo ha llegado con su cámara. No la ha soltado en ningún momento de su mano y ha aprovechado para hacer algunas fotografías a su compañera de reparto. Habla así sobre lo que significa para él ponerse al otro lado del objetivo y observar el mundo, después de afrontar algunas exposiciones como Instante, detente… eres tan bello y La raíz humana: “Hago fotografía por el simple placer que me produce. Empecé a compartir mis fotos en facebook y gustaban, pero no me propuse nunca exponer porque me parecía muy pretencioso por mi parte, qué absurdo. Pero el año pasado, me propusieron hacerla en el Certamen Nacional de Creación Audiovisual de Cabra; me imprimían las fotografías, corriendo con todos los gastos, y después me las quedaba. Y dije que sí. No volví a pensar en ello y seguía yendo a Argentum, un espacio dedicado a la fotografía analógica en Madrid, a positivar y a revelar y allí me lo volvieron a proponer. Y después en AISGE y ahí sí que me lo propuse como una ocasión para que los compañeros de profesión vieran el trabajo que había hecho. No he estudiado fotografía pero me encanta aunque no soy profesional. Tengo un ojo imperfecto. No pretendo vivir de ello y no tengo la vanidad que sí puedo tener como actor, por ejemplo. Me gusta la fotografía analógica porque si la haces en formato digital, dices ¿dónde está la foto? En analógico tocas la fotografía y hay emoción de ver qué saldrá. Cuando tocas el negativo es una imagen latente. Esto tiene una magia que el digital no, que tiene inmediatez, porque parece que necesitamos de la inmediatez de comprobarlo”.
Javier Muñoz también ha cambiado de registro y ha escrito y publicado su primera novela, El viento trae las palabras: “Es un libro que en principio es literatura juvenil para que los jóvenes se inicien en la lectura pero que se puede leer con más años porque recupera la magia que se pierde y se suele recuperar en la Navidad. Es la transmisión de una persona mayor a otra más joven del gusto de la lectura y de volver a descubrir la fantasía de un libro. Es como en La princesa prometida, un libro fantástico dentro de otro. El libro tiene una parte real, de una niña con su madre en coma en el hospital, y otra fantástica, en la que la niña le lee a su madre. Es una historia que tenía pensada como guionista para un guión y quiero hacerla realidad. Utilizo palabras extrañas y pongo un diccionario para explicarlas. Hay un dicho que dice que las palabras se las lleva el viento y todas esas palabras las he intentado recuperar y que el viento las traiga de vuelta. Hay muchas novelas que se pasan de padres a hijos; esta espero que se pase de hijos a padres”.
Nos quedamos con este último mensaje y con casi una mañana entera hablando desde diferentes puntos de vista sobre cultura y cine, en definitiva, sobre arte. Sabemos que el cine español tiene que ir cambiando para mejor poco a poco y que, a pesar de los problemas de los que hablamos día a día como la piratería, el IVA cultural o la inestabilidad profesional, hay una salida digna y coherente para que se siga consumiendo y hablando de grandes producciones a la vez que de otras que no se queden escondidas más tiempo. Porque si no creemos nosotros en nuestro propio cine, ¿quién va a hacerlo?
Fotografías de la entrevista: Beatriz Ramos Fernández
Todas las fotografías de la entrevista aquí
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Hermoso material sobre cine, para leer y releer, La película «Sicarivs, sobre corrupción y sicarios, creo que está en un buen momento para ser presentada, porque como dicen ,»son hechos reales» que por el hecho de habernos tocado, sentido, no hacemos negación .Además de los comentarios de los tres protagonista que son una maravilla ,Me queda la premisa «que el amor mueve al mundo»
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