SICARIVS, el antihéroe contemporáneo.

Asesino asalariado. Así define el diccionario de la Real Academia Española a un sicario. Y en la primera película del director Javier Muñoz, sicario significa Víctor Clavijo. La maestría con la que llega a encarnar este experto actor al protagonista de esta ópera prima es digna de admirar y de premiar, aunque la cartelera no se esté portando muy bien con la película.

Recién salida del 18º Festival de Málaga de Cine Español, con sólo 55 copias distribuidas por España y proyectada únicamente en tres cines en Madrid, este peculiar sicario está resistiendo en los cines a punta de pistola, haciendo que el público que asiste a verle se sienta totalmente intimidado por la furia y seriedad con la que este asesino ejecuta su trabajo.

Sicarivs: la noche y el silencio nos presenta el trabajo oculto de un hombre del que no creemos su presencia en nuestra sociedad pero que él mismo nos advierte que es más común de lo que pensamos y está entre nosotros, invisible, al acecho, instaurado como uno más. La genialidad de la narración directa al espectador con la palabra de Clavijo es todo un acierto, pues la capacidad de transmisión es máxima con una increíble voz que querrías estar oyendo más en el día a día.

El duelo de voces está servido porque si al principio de la película nos sentimos increíblemente seguros con la locución magistral de Víctor Clavijo, su compañero en cuadro, Pedro Casablanc, sostiene el ritmo del relato con una impecable destreza auditiva sin que sintamos en ningún momento la necesidad de juzgar a dos hombres trabajadores.

Estos días se puede leer en diferentes entrevistas al director que en algunas ocasiones del largometraje, se ha quedado corto en demostración explícita en el cometido de las acciones de la historia. Claro que por otra parte, es de agradecer ya que en la sala a oscuras, hay tramas que podrían haberse vuelto más agrias para el espectador de lo estrictamente necesario. Sólo pensar que podamos conocer sin saberlo a un equivalente al presentado en Sicarvs ya es motivo para salir un poco alarmado del cine.

Los juegos de palabras entre noche y silencio y demás metáforas con las que el propio sicario se identifica nos recorren el cuerpo estremecedoramente por todo lo que nos damos cuenta que puede hacer una sola persona sin percatarnos. Además, el juego visual es impactante y realmente muy acertadamente resuelto; los escenarios varían desde parques descampados para reuniones de trabajo, interiores caseros y llenos de chicas de fiesta, partidas de póquer entre el humo de cigarros y visiones nubladas drogadas, pero además, destaca el enorme despliegue alegórico de la astucia de situar a los dos asesinos principales sobre las tablas de un vacío teatro. Los más perspicaces entre la audiencia, sabrán leer entre líneas la exposición central que Javier Muñoz nos propone; ¿quién es peor; el corrupto que arruina nuestro país sin ser tocado por la justicia o aquel que la ejerce por su cuenta por orden y mandato de otros?

Cuidado con este sicario que se oculta en la noche. Cuidado con esa voz que nos hace preguntarnos por los invisibles horrores que estamos viendo socialmente y especial atención al amanecer de cada día, pues ha vuelto a casa y está entre nosotros.