Hace justo un año os confesábamos que llevábamos un tiempo con los ojos y el corazón puestos en Jota Linares. Han pasado muchos meses desde entonces y el piso de estudiantes que recrea en ¿A quién te llevarías a una isla desierta? se ha trasladado al Teatro Lara para seguir creciendo y para que sigamos confiando en sus historias y en su trabajo con más fuerza que nunca. Celeste, Eze, Marcos y Marta se reúnen cada domingo en el off del teatro más antiguo de la capital para hacernos vivir el verano más caluroso de los últimos veinte años y atreverse a tomar decisiones que cambian la vida de cada uno.
Nos hemos reunido a charlar con los actores y el director de esta obra de teatro que ya hemos disfrutado en varias ocasiones, después de la función, cuando vuelven a ser Bea de la Cruz, Abel Zamora, Nico Romero y Jota Linares. Desde Garaje Lumière, Sala Triángulo y Nave 73 hasta el Lara y con algunos actores que se han ido y recibiendo a otros nuevos, el director nos hablan de los procesos de ensayo así: “Cada vez que se iba uno, teníamos una incorporación nueva con la que ensayar. Los ensayos son duros porque es poner en pie algo que no existe. No es la misma Celeste la de Maggie, tan pizpireta, alguien con tan mala suerte, que la de Bea, que es un personaje con una nube negra encima, ni el Marcos de Juan, que es más líder del grupo, que el de Nico que es puro carisma. Todo cambia y con cada uno las energías son diferentes. En los ensayos, ellos ven cosas que yo no veía ni siquiera en el texto y todos han sido muy generosos”.
Nico Romero y Bea de la Cruz son las más recientes incorporaciones. Se intercambian los personajes con Juan Blanco y Maggie Civantos, respectivamente, y les preguntamos cómo ha llegado cada uno a interpretar a Marcos y a Celeste:
Nico: Hubo varios intentos de trabajar con Jota y por coincidencias con otros trabajos no se dio. Y esta vez, como otras, contactó conmigo y por fin sí pudimos juntarnos. La primera vez que nos vimos fue en Microteatro. Por suerte para mí y por desgracia para él, hemos trabajado por fin juntos. Uno llega nuevo y les marea con cosas como “¿y si hacemos esto?” y nunca ha habido una queja a pesar de sufrir la diferencia entre Juan y yo. Jota ha sido muy generoso por su parte desde esa libertad de poner cosas nuevas, que no todo los directores hacen. Para mí es una muestra de seguridad.
Jota: Fui a verle a un Microteatro, a La noche de Massiel. En la primera temporada de la isla, se nos cayó David Tortosa, que hacía de Eze, por trabajo. Maggie me dijo que fuera a ver a Nico y lo contactamos a la salida pero no pudo al final porque la salió una película. Y con el tiempo, ha sido Marcos (que le pega infinitamente más, señala Abel entre risas).
Bea: Jota y yo nos conocíamos desde hacía años. Coincidió que Maggie empezaba Vis a vis y Jota me llamó y me dijo “me encantaría ofrecerte algo mejor…” y yo pensando “¿algo mejor? Pero qué más puedo querer” y fui y soy muy feliz.
Cuando Linares habla de esta obra de teatro parece hacerlo con palabras en mayúscula, calificándola como su primer éxito. Es un trabajo que le ha acompañado personal y profesionalmente ya que desde que se fraguase como guión cinematográfico con su compañero de carrera y amigo, Paco Anaya, le ha cambiado: “La obra ha ido madurando conmigo. Desde una versión con personajes de 22 años en su último año de universidad, en la película con 30 y 36 años, porque está contada en dos tiempos hasta esta versión, en la que tienen entre 27 y 28. Para mí los personajes existen de verdad. Eze ha crecido conmigo desde que yo le escribí como un chico de 22 años que estaba a punto de terminar Comunicación Audiovisual y, finalmente, fue el personaje que mayor cambió sufrió. Es una relación muy estrecha la que tengo con estos personajes y con esta historia. Es muy bonito ver cómo cambia el texto y en especial para mí este proceso de maduración”.
La complicidad entre todos ellos es palpable y constante durante toda la entrevista. A pesar de haber llegado en diferentes momentos a reunirse en un escenario, tienen muchos puntos de vista en común y hablan entre ellos como si hubiesen compartido espacio en el mismo piso que sus personajes. Cuando les preguntamos sobre el pequeño lugar en el que actúan y sobre la cercanía que tienen con el público en los más de noventa minutos que comparten con los espectadores, lo viven como casi algo necesario:
Bea: Para mí es fácil. Personalmente lo vivo como una retroalimentación. Respondes a cómo el público responde y te influye para bien y para mal. Uno tiene que aprender a controlarlo. Pero si el público está espeso cuesta; es una lucha interna porque te preguntas qué está sucediendo, por qué está saliendo mal. Aunque siempre te aporta algo más positivo que negativo.
Abel: Suelo intentar no adaptarme a lo que el público está sintiendo en cada momento. Yo percibo a la gente pero intento que no me distraigan porque están ahí con el típico ruido, bostezando en una escena dramática, hablando entre ellos, iluminando los móviles en la oscuridad. Por eso he intentado aprender. Antes pecaba de, por ejemplo, si la gente no se estaba riendo, apretaba más las cosas cómicas y eso siempre te va a la contra. Estaba acostumbrado a eso por haber trabajado tan cerca del público en La casa de la portera o en La pensión de las pulgas. Estoy dentro y estoy tan fuera al mismo tiempo que nunca acaba de afectarme demasiado.
Nico: Me parece alucinante cuando en una función te dicen “¿has visto que ha venido no sé quién?” y yo admiro a esa gente por ser capaz de darse cuenta de todo eso mientras trabaja. Yo me centro o me pierdo.
¿A quién te llevarías a una isla desierta? se ha presentado una y otra vez como una historia generacional, conviviendo a la vez en el espacio teatral de Madrid con otras obras calificadas de igual manera. No hemos dudado en preguntarles qué tiene de diferente esta isla y Jota lo tiene claro: “Un elemento diferenciador quizás es que no le hemos tenido miedo al drama y, de hecho, hay un momento de la obra en el que a los personajes les pasan cosas terribles y sufren mucho”.
¿Por qué el día más caluroso del año? ¿Por qué llevarlo todo al extremo, desde un juego simple entre amigos hasta las verdades dichas a la cara con gritos?
Jota: Porque creo que es lo que hacemos a esa edad. Creo que es una obra muy imperfecta y refleja una edad también muy imperfecta. Cambiamos mucho y es una época de extremos. Vengo del cine y lo del día más caluroso de los últimos 20 años es una herencia de guión cinematográfico porque me lo imaginaba así visualmente, con muchísimo calor, y lo queríamos trasladar a la obra de teatro. Tiene muchos extremos, a veces contradictorios, y eso es lo que creo que hace que conecte con la gente porque esa edad es un momento tan vital de cambio como una mudanza y, además, especialmente tan complicada, en una casa en la que han vivido una época en la que se pensaban que iban a ser los dueños del mundo; una época de querer y odiar mucho, de follar mucho y de querer algo mucho. Luego te vas domesticando con los años, como en El principito. En esa época somos un torbellino. Tenía que ser fiel a ellos y a veces no mostrarles coherentes. Son cosas que están ahí y que salen, sin pensártelo y sencillamente vi, observé y escribí. Y en esa época eres muy de extremos y si no lo eres, ¡qué aburrido!
Háblanos un poco de las profesiones de los personajes.
Jota: Las profesiones cambiaron mucho desde Garaje Lumière a Nave 73 porque quiero creer que crecí como guionista y pasaron muchas cosas. Y cambié. Y a la hora de enfrentarme a la nueva versión, ya tenía armas que antes no tenía y a los personajes les faltaba un poco más de vida. Celeste siempre ha sido el mismo personaje. A Marcos le incluimos como médico ya que antes no tenía profesión. Si dentro de 5 años tuviera que volver a representar la isla, seguramente no cambiaría nada de esta versión. Estoy muy orgulloso. Pero para llegar aquí hacía falta un cambio de imagen. Y aprendí a no dejar influir mi estado de ánimo en lo que escribía. La primera versión la escribí en una época en la que estaba muy cabreado y contagié mucho ese pesimismo, mucho más que el de ahora. Con el paso a Nave 73, ya aprendí a no contagiarlo. Pero con la isla me cuesta mucho porque es todo lo que me pasa a mí y a mis amigos y al final se acaba filtrando algo mío.
Bea de la Cruz es la única actriz de la mesa que compartimos y también la única que con un plan b: “He empezado fisioterapia. Me ha supuesto un conflicto muy grande pero a la vez tengo muy claro a lo que me quiero dedicar pero hasta un precio. Creo que podría ser feliz dedicándome a otra cosa pero no estoy del todo segura”. Encima del escenario tiene un brillo especial en la mirada que vuelve a aparecer cuando nos habla de su Celeste, como si fuera un regalo que cuidar y con quien comparte el pesimismo o la ironía con la que lo lleva: “Desde dentro me siento muy relacionada con la historia; el final me llega muchísimo”. Muestra mucho respeto hacia la profesión que ha elegido y es consciente de todos los problemas a los que se tienen que enfrentar como actores. Ríe, comenta y agradece constantemente en la entrevista estar donde está, rodeada de grandes actores y sintiéndose cómplice de muchos de ellos, tanto que es la nueva incorporación de Pulveriza, con texto y dirección de Abel en Nave 73.
En este piso de estudiantes todo lo que vemos es muy común; no hay extravagancias ni lujos. Jota explica que “hay cosas que están pero por emoción; el muñeco de Simba que me tocó en el 94 en un Happy Meal, que ya no tiene patas, y detalles muy personales por ahí puestos porque yo quiero que estén”. Y Abel añade que las chanclas que usa su personaje son suyas y que “aunque no tengas presupuesto, como director no puedes permitir cualquier cosa. Siempre intentas tener una coherencia estética para el trabajo que quieres exponer”. Todo aparece en un imperfecto orden en el que los espacios privados y los comunes están muy bien delimitados y aunque sea un recorrido sin puertas, el espectador advierte rápidamente dónde están encerrados los secretos. La invitación a formar parte de este juego en una noche de fiesta es clara y se sitúa en la azotea madrileña desde el primer momento en el que se entra a la sala.
Cada uno sois de un sitio diferente de España, ¿hay que venirse a Madrid para triunfar?
Jota: Para mí triunfar es poder vivir de esto tranquilamente. Creo que sí hay que irse a Madrid o a Barcelona para vivir de esto. Me formé en Málaga desde los 18 y creo que las oportunidades que he tenido aquí no las hubiera tenido allí.
Bea: Fuera de Madrid no hay una cultura de ir al teatro alternativo; la gente va cuando vas de gira. Es difícil sobrevivir o ejercitarse como actor en una ciudad más pequeña.
Abel: Barcelona tiene mucho teatro pero en ese sentido la ciudad me ha tratado fatal porque nunca tienes ningún tipo de oportunidad y siempre trabajan los mismos haciendo lo mismo. Artísticamente, me resulta aburrida. Me entristece pensar que hay una cultura teatral muy amplia pero endogámica y creo que Madrid tiene una cosa muy rica, con salas accesibles y un abanico muy amplio de lugares diferentes para todos los públicos y para encontrar tu camino. Aunque también es verdad que en el teatro de Madrid nadie te regala nada y tienes que ser perseverante.
Nico: Lo que yo siento como público es que en Cáceres hay muchas menos propuestas culturales de la que me gustaría. Y como actor me encantaría trabajar puntualmente allí.
Abel Zamora es el más inquieto de los cuatro. Admite compartir muchos rasgos con Eze aunque no es tan pesimista como su personaje. Comparte afición con el director, ya que ambos son capaces de regalar sus palabras a otros actores y de disfrutar escribiendo. “Yo siempre le digo a Jota que si dentro de unos años vuelve a montar esta obra que lo haga con un reparto mucho más joven porque los problemas que tratan fueron nuestros en otro momento”. Su nombre se asocia al de actor, dramaturgo y director y nos sorprende con cada nuevo trabajo que realiza. Actualmente, los lunes está en La Fundación en La PENSIÓN de las PULGAS, los miércoles y jueves dirigiendo luces y sonido en Pulveriza en Nave 73 y además adelanta que AtresMedia le produce una microserie llamada Temporada Baja, con escenas de dos personajes en un hotel que comenzará a grabar en enero. Tiene muchas palabras bonitas para describir lo que hace y para explicar por qué lo hace: “Cuando te dedicas a esto es porque te elige un poco a ti y es una necesidad vital. Soy actor y no puedo ser otra cosa porque es lo que he querido ser siempre y no me atrevo a no serlo ya que me encanta escribir y dirigir, casi más que actuar, y siento que traiciono algo dentro de mí si no lo hago”.
¿Utilizáis mucho las redes sociales para promocionaros? ¿Creéis que son una herramienta importante a través de la que daros a conocer?
Jota: Creo que las redes sociales son muy importantes pero he empezado una cura de desintoxicación. Soy muy adicto y quiero desengancharme un poco. Creo que son maravillosas; he conocido a mucha gente y me ha salido trabajo pero tendemos a demonizarlas y me he dado cuenta de que tienen un poder de enganche; me paso más tiempo pendiente del mundo virtual que del real y no me gusta. Son peligrosas si no sabes manejarlas. Muchas veces paso demasiado tiempo en ellas y me da miedo.
Nico: A mí me pasa al revés; he entendido que uno no puede obviar el mundo real y las redes sociales tienen mucha importancia en este trabajo; son un medio muy potente y fácil para que la gente te conozca. Yo lo he comprendido así y reconozco que es algo de lo que tengo que estar pendiente de hacer porque de primeras no me sale. La cuestión está en usarlas bien pero a la vez es peligroso porque tienes que ser consciente de la imagen que estás mostrando de ti. Si yo quiero usar esa herramienta en pro de mi trabajo, tengo que encontrar la manera y buscar el equilibrio sin venderme nunca.
Abel: Soy un poco adicto a Instagram. En la época actual, en la que lo hacemos todo nosotros y no tenemos ninguna ayuda externa, nos ayudan muchísimo con la difusión. Son una herramienta básica y fundamental para llenar salas o como mínimo para que se corra la voz. Las grandes plataformas de publicidad nunca ayudan o fomentan este tipo de teatro y entonces hemos buscado la alternativa, que suelen ser las redes sociales.
Jota Linares es joven pero la sensación que hemos tenido al hablar con él ha sido la de un autor que lleva muchísimo tiempo dedicándose a escribir, a proyectar, a rodar y sobre todo a comunicar. “La profesión me eligió a mí y lo tuve claro. Tengo suerte de llevar ya tiempo dedicándome a esto y soy muy feliz. Pero antes he pasado malas rachas y aprendí a ser más positivo de lo que era antes. Amo demasiado esta profesión y me encanta rodearme de gente que la ame como yo, aunque a veces toca sufrir y lo pasamos mal. Pero luego te subes a un escenario o diriges desde detrás y vale la pena y eso te hace feliz”. Aunque en teatro le conocimos con ¿A quién te llevarías a una isla desierta?, podemos encontrar palabras suyas en cortometrajes y en textos como Urgencias para perros. El pasado día 30 de noviembre y tras pasar por festivales y ganar premios, se estrenaba Rubita online, definiéndolo como “un momento especial porque ya es el del público”. Maggie Civantos, Marta Hazas e Ignacio Mateos son el trío de actores que ha trabajado en este cortometraje que se grababa hace casi dos años. “Estamos muy orgullosos y tengo muchas ganas de ver cómo va a funcionar”. Además, continúa con más proyectos: “El 30 de enero estrenamos Mejor dirección novel en el Teatro Príncipe Pío, con Bea (de la Cruz), Maggie Civantos, María Hervás, Ignacio Mateos, Elena Alférez, Gonzalo Grillo y Celia de Molina. Es una historia que nos trae muy buenos recuerdos y a la vez malos porque coincidió con el cierre de Garaje Lumière (lo cerramos con esa obra y lloramos mucho). Tengo un par de proyectos más, uno de ellos con un trío que me apasiona; Nico (Romero), Andrea Ros e Ignacio Mateos. Y en marzo llegamos de nuevo a Nave 73 con una comedia romántica muy envenenada y punky con Sandra Cervera y Pablo Castañón. Me apetece mucho y estoy muy contento”.
Se está acabando la tarde. Seguramente hayan respondido a estas y a otras preguntas en incontables ocasiones pero ninguno ha perdido la paciencia. Jota lo tiene claro: “Les tengo dicho a mis dos mejores amigos que el día que me canse de hacer una entrevista, me abofeteen. Me parece insultante cuando un actor o un director se queja de tener que hacer promoción porque creo que forma parte de nuestro trabajo. Tienes que hablar de lo que estás haciendo y tienes que darle publicidad. Es un ejercicio de respeto hacia los espectadores. Pero no me gusta llevarme el trabajo a casa. Para mí es un lujo y un gusto y creo que es algo que el cine y el teatro español tienen muy olvidado”.
Cerramos la entrevista con nuestro particular cuestionario sobre arte; Nico recomienda la exposición UPFRONT, Fotorreporteros de guerra en el Centro Cultural Conde Duque, Abel Éxodo en El Apartamento, Bea el Museo Del Greco en Toledo y Jota la última película de Isabel Coixet, Nadie quiere la noche.
¿A quién te llevarías a una isla desierta? se despide en el Teatro Lara el próximo 31 de enero. “Le vamos a poner fin porque creo que es el momento de parar para seguir creciendo. Con esta obra, me pasa que estoy en una zona de confort muy fuerte, como les pasa a los protagonistas en su piso de estudiantes” explica su creador. Habrá que ir empacando y preparándose para esta mudanza aunque en Duas estamos totalmente seguras de que las decisiones de estos cuatro personajes, sus vivencias y su futuro incierto nos acompañarán largo tiempo y, en más de una ocasión, nos veremos reflejados en ellos en algún instante de nuestras vidas. Gracias a todo el equipo por crear una historia que nos llevamos en el corazón.
Fotografías de la entrevista: Beatriz Ramos Fernández
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