Representar una obra de Federico García Lorca siempre es un reto en cualquier teatro y para cualquier director. Asistimos al Teatro Karpas a ver Bodas de sangre, dirigida por Manuel Carcedo Sama y fuimos testigos del gran logro que ha conseguido crear todo el equipo en un pequeño espacio en la calle de Santa Isabel 19 en Madrid.
Los valores tradicionales del teatro son defendidos en el Teatro Karpas y en sus representaciones, como Bodas de sangre, en la que la marca de Lorca está perfectamente visible. Los símbolos, el color rojo y el lenguaje, entre otras cosas, no han pasado desapercibidos para esta compañía que ha sabido sacar partido de cada palabra y cada acción para hacer disfrutar y recordar esta tragedia.
El público asiste impaciente al drama que supo dibujar Lorca con palabras y a la realidad que ha sabido plasmar Carcedo. “La tragedia se viste de poesía y las campanas de boda suenan a muerto en el más racial de los sueños de Lorca”, declara el director.
La oscuridad, la venganza, el amor más beato y el más pasional y el caballo, siempre presente en los textos del poeta y dramaturgo español, no faltan en esta adaptación cuyos personajes vienen y van en varios espacios perfectamente separados entre el campo abierto, libre, lleno de cosechas y uno interior que ahoga, que está oprimido y marcado por la sangre de navajas.
La hora y media que dura la representación es un constante elogio que remueve al espectador en sus asientos gracias a los ocho actores que aparecen en escena y a las antítesis que saben defender.
“Tener la oportunidad de reinventar este sueño en imágenes y voces reales, es un auténtico privilegio de dioses por el que me siento entusiasmado, agradecido y también, por qué no decirlo, aterrado”, Manuel Salcedo Sama.
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Poner en escena «BODAS DE SANGRE» es tener coraje, sensibilidad y dolor, además de vestir de pesía y amor al teatro.
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