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Mucha sangre y poca ropa: las reinas del grito

Dicen las malas lenguas que durante el rodaje de su cortometraje Perturbado (1993) Santiago Segura se presentó ante Neus Asensi con las siguientes palabras: Necesito una actriz para matarla. (…) Un psicópata te acorralará en un callejón y tú llevarás puesta una minifalda. Poco más se puede decir de lo que tradicionalmente se ha necesitado en el cine de terror y, sobre todo, de casquería, de un papel femenino. Las scream queens han sufrido un aciago destino en su mayoría, condenadas a ser meros estereotipos intercambiables en una carrera sin futuro, únicamente con la misión de levantar el ánimo de las audiencias masculinas.

Tras los grandes éxitos de Glee y American Horror Story, Ryan Murphy y compañía se han embarcado en una nueva aventura televisiva: Scream Queens¸una serie cuya primera temporada se espera para otoño de este mismo año. Las reinas del grito son una figura característica de la historia del cine y son un síntoma de la sociedad que las concibe y recibe. Las diferentes entregas de American Horror Story han demostrado que Ryan Murphy cree en la mujer poderosa e independiente, por lo que se puede imaginar que en Scream Queens se dedicará a desmontar este mito sexual machista.

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Emma Roberts en uno de los trailers para Scream Queens (Fox, 2015)

Al principio las opciones de las féminas terroríficas eran dos: o se convertían en infernales compañeras del monstruo o aceptaban ser la damisela en apuros, ligera de ropa y contando, como única arma, con un buen par de pulmones. Así se consagraron como mitos de sendos camisones transparentes las primeras reinas del grito: Carol Borland (La marca de vampiro, 1935), Elsa Lanchester (La novia de Frankestein, 1935) o Theda Bara (The She-Devil, 1918). Nunca consiguieron librarse de la losa de ser las pioneras del género y su filmografía nunca despegó. Intuyendo esto algunas actrices más despiertas decidieron crearse numerosos pseudónimos para aparecer sin peligro en títulos de género y en producciones más comerciales. Así sobrevivió Lorna Gray, nacida Virginia Pound, que participó con diferentes nombres en filmes como The Perils of Nyoka (1942) y Valley of the Zombies (1946). Otras, simplemente, se resignaron a su destino y prefirieron trabajar detrás de las cámaras: Julie Adams, que había seducido a la Creature from the Black Lagoon (1953), compaginó sus papeles interpretativos con labores como guionista y productora.

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Elsa Lanchester en La novia de Frankestein (1935)

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Julie Adams en Creature from the Black Lagoon (1953)

La eclosión de revistas para hombres de las décadas de 1940 y 1950 proporcionó a los estudios un buen catálogo de curvas para sus películas de horror. Jóvenes promesas de las portadas aceptaron llevar escuetos bikinis en sangrientas situaciones con la esperanza de conseguir una carrera en la gran pantalla: Irish McCalla apareció en She Demons (1958) y Five Gates to Hell (1959) tras haber protagonizado la serie Sheena, Queen of the Jungle, y Mara Corday fue convencida por Jack Arnold para aparecer en Tarántula (1955), a los que siguieron títulos como The Black Scorpion (1957) o Girls on the Loose (1958). A pesar del modesto éxito que cosecharon algunas de estas chicas gracias a series de televisión, como Yvonne de Carlo —que ya había disfrutado de cierto renombre en producciones anteriores fuera del género— en La familia Monster o Carolyn Jones en La familia Addams, lo cierto es que los directores se aprovechaban de estas actrices y sus físicos para vender fácilmente sus productos de bajo presupuesto.

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4.1 Yvonne de Carlo en La familia Monster (1964-1966) 4.2 Carolyn Jones en La familia Addams (1964-1966)

La situación no cambió mucho en las siguientes décadas —ni siquiera aún hoy en día—, y el movimiento de liberación femenina y el debilitamiento de la censura solo sirvieron para acentuar los centímetros de piel exhibida en pantalla y para erotizar aún más las peripecias terroríficas. Se le considera una scream queen de honor a Janet Leigh gracias a su inmortal escena en la ducha de Psicosis (1960), aunque las reinas propiamente dichas del género fueron Hazel Court (La maldición de Frankestein, 1957; El cuervo, 1963), Yvonne Romain (The Devil Doll, 1964), Barbara Steel (La máscara del demonio, 1960; El péndulo de la muerte, 1962; Danza macabra, 1962; Vinieron de dentro de…, 1974; Piraña, 1978) y Martine Beswick (Hace un millón de años, 1966; Doctor Jekyll y su hermana Hyde, 1971; Seizure, 1974; Cyclone, 1987). En Europa el panorama era el mismo: lencería, sangre y sexo.

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Janet Leigh en Psicosis (1960)

Salvo excepciones honrosas, como las terroríficas Linda Blair (El exorcista, 1973) y Sissy Spacek (Carrie, 1976), a partir de los setenta y durante todos los ochenta, debido al único interés de los directores de género en la sexploitation más o menos descarada, los transvases con modelos de revistas como Playboy o el cine porno eran continuos. Sin embargo, sería también a finales de los setenta cuando se plantaría la semilla de una scream queen diferente, que germinaría con éxito en los noventa y que se mantiene hasta nuestros días. Jamie Lee Curtis no solo se dedicó a gritar en camisón, sino que se tomó su revancha particular en la saga de Halloween y, más decididamente, en posteriores filmes como El tren del terror (1979) y Acero azul (1990). Después llegarían las lecciones marciales de Sigourney Weaver en Alien (1979) y sus secuelas o la tecnofeminista Linda Hamilton en Terminator (1984). Las adolescentes virginales que luchan contra el psychokiller se multiplicaron con los universos de Viernes 13 o Pesadilla en Elm Street hasta llegar a lo que los fans han denominado la scream queen definitiva: Neve Campbell (Scream, 1997), un blanco duro de roer para los asesinos que se esconden tras la máscara de Ghostface.

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6.1 Jamie Lee Curtis en Halloween (1978) 6.2 Sigourney Weaver en Alien (1979)

Siguiendo su estela se sitúan Jennifer Love Hewitt en Sé lo que hicisteis el último verano (1997) y Sara Michelle Gellar como cazadora de vampiros en la pequeña pantalla con Buffy the Vampire Slayer (1997-2003). Aunque en España nos empeñamos en explotar los atributos femeninos en cualquier género con tal de conseguir un par más de espectadores, es de digna mención la opción de Jaume Balagueró y Paco Plaza de no basar su exitosa saga [•REC] en la combinación de abundante sangre y escasa ropa, sino que recogen el testigo de las reinas del grito de última generación con personajes femeninos más duros que el demonio que toman el control y se disponen a luchar por su propia supervivencia: Manuela Velasco como Ángela Vidal ([•REC], 2007; [•REC]2, 2009; [•REC]4: Apocalipsis, 2014), y Leticia Dolera como Clara ([•REC]3: Génesis, 2012).

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7.1 Sarah Michelle Gellar en Buffy the Vampire Slayer (1997-2003) 7.2 Manuela Velasco en [•REC] (2007)

¿No es preferible una reina del grito que sepa defenderse con buenos golpes antes que una frágil víctima de minifalda y pechos exuberantes? Los fans del género tienen la última palabra.

Diego Fraile

Acerca de Diego Fraile

Graduado en Historia del Arte por la UCM, itinerario Arte Contemporáneo. Máster de Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual por la UAM. Arte, cultura visual, cultura popular.

Un comentario el “Mucha sangre y poca ropa: las reinas del grito

  1. olgabaudiliaperalia
    abril 20, 2015

    Por estos días mucha sangre y gritos, suceden en la sociedad, Antes que pensar en que actríz grita mejor.Lucir minifaldas y grandes pechos, prefiero la mujer que sepa defenderse ante situaciones especiales. y fuertes que se le presenten. El grito ya pasó.

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