Declan Donnellan presenta una nueva versión de la obra que más se asocia al ilustre Calderón de la Barca. Se trata de una propuesta que creo logra ilusionar al público más clásico y al que no espera sentarse en una butaca sin sorprenderse en el Teatro de la Comedia. Como si el destino y la libertad se juntasen e hicieran un conjuro, de la mano de un equipo potente y sabedor de la responsabilidad áurea que tiene representar esta pieza.
Partiendo del hecho de que La vida es sueño es una comedia, esta puesta en escena comienza sin mucho ritmo y con algo de desgana. Pero la cosa se anima rápido, tanto que la función se sobreviene y se inmiscuye entre el público y le toma como testigo de lo que se sueña y se vive.
Alfredo Noval en el centro de la acción está para defender el solo la apuesta. Su evolución, su trabajo y su personaje son oro y los minutos en los que no está presente, lo sigue estando de la huella que deja su interpretación. Tanto es así que si fuera este el último Segismundo que vieran mis ojos en un escenario, no me importaría nada tener su único recuerdo, aunque en este caso no cargue él con el protagonismo, pues la perspectiva de lo acontecido la marca el personaje de Ernesto Arias, su padre. Este espejo de realidades entre congéneres resulta más que curioso y hace que el juego cambie y que este giro de 180 grados sea nutritivo.
Un punto que desfavorece este montaje, sin que haga falta tener gran devoción por la obra, es que los personajes femeninos quedan demasiado escondidos y no tienen ni la mitad de recorrido que presentan los demás. Una falta grave en Rosaura y Estrella aunque las dos actrices que las defienden, Rebeca Matellán e Irene Serrano respectivamente,disparan el talento en escena a cada minuto que aparecen. En una casilla aparte situaría a la sobresaliente Goizalde Núñez, que no para de trotar y hacer malabares por doquier sin dejar de conquistar.
El arrojo ante el abismo de mezclar verso, acciones dramáticas más allá de una torre y audacia filosófica logra ocupar más temas aparte de si lo real verdaderamente es real o si es todo un sueño. La predestinación y el intento de escapar de ella juegan una buena batalla aquí. Que cada persona se haga sus preguntas. Ponerlas en común es tarea colectiva ahora.
Calderón fue un extraordinario traductor de las fuentes narrativas grecolatinas a las letras del barroco español. Son muchos los temas y personajes arrancados de las fuentes originales de la cultura clásica. El mito platónico de la caverna, al que se acercó en numerosas ocasiones, ocupó una significativa parte de sus preocupaciones filosóficas. La vida es sueño es una de sus más celebradas propuestas para acercarnos al problema de la predestinación de la vida humana y a nuestra capacidad para encontrar espacios de libertad en nuestra peripecia vital. La vida es sueño es uno de los mayores prodigios de la literatura escénica del Siglo de Oro por su capacidad de aunar belleza poética, conflicto dramático y profundidad filosófica.
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