Surge Madrid en Otoño vuelve un año más a las salas de la capital entre el 26 de septiembre y el 30 de octubre. La novena Muestra de Creación Escénica llega a veintitrés espacios con espectáculos de danza, teatro, happening, sonido o fotografía, de los que 36 serán estrenos.
Entre algunos de los temas de esta edición, como la toxicidad social, el fin del mundo o los efectos de la separación matrimonial, y la revisitación de mitos clásicos, como el de Antígona y Medea, destaca el de la guerra civil española con el estreno de ¡Ay, Carmela! Elegía de una guerra civil en dos actos y un epílogo, con la dirección de Coral Ros.
La Usina acogía esta historia de dos artistas de variedades durante el conflicto español que tenemos en la mente por la película de Carlos Saura. En esta ocasión, en escena, Nacho León y Laura Ginestar reencarnaban a esta pareja de protagonistas y lograban una conexión directa con unas interpretaciones sobresalientes con las que reír y emocionarse en varias ocasiones. En un espacio casi desprovisto totalmente de escenografía alguna, León y Ginestar se reparten el peso de esta obra y refuerzan todos los mensajes que contienen tanto las palabras como las imágenes que logran dibujar con su trabajo.
Coral Ros se zambulle en una dirección que, a pie de público, nos convierte también en doble espectadores; de su propuesta y de un viaje en el tiempo propicio para hacernos reflexionar. Sólida labor la volcada aquí, con un mimo especial en la forma de contar y trasladar un telón de fondo tan fuerte como la guerra y una cuidada exposición contemporánea.
Casi noventa años después de su estallido, el conflicto sigue presente y provocando aún que se abran heridas y que otras no puedan cerrarse. Aquella España del siglo pasado que tan lejana nos puede sonar, sigue en los escenarios y en las calles a través del texto que nos ha ya legado José Sanchis Sinisterra.
Ay, Carmela es una historia urgente para ser contada ahora. Volver a subirla al escenario es un acto de sublevación reaccionaria para no olvidar los desastres de nuestra guerra civil. Una guerra que habla de todas las guerras. Vista una, vista todas. Y si olvidamos a nuestros muertos, olvidamos lo fácil que es volver a los errores de no hace tanto. ¡Ay, Carmela! o ¡No a la guerra! Que no nos adiestren, dándonos de comer sangre y muertos en los medios para que nos acostumbremos a lo que en otros tiempos nos parecía imposible: una Tercera. Recordar es un ejercicio para albergar la esperanza. No dejemos que en nuestro nombre se legitimen otras guerras aunque quieran hacerlas nuestras.
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