Estos días, el Teatro Circo Price vuelve su mirada al pasado y rescata a una de las figuras más importantes que el mundo del espectáculo patrio ha dado en el siglo XX. Esta no es otra que Manuela Fernández, conocida artísticamente como Manolita Chen, artista y empresaria capaz de cumplir un sueño. Incapaz de resignarse al olvido desde el más allá, vuelve a lo grande en la casa que la vio nacer. Luces, lentejuela y mucha purpurina reviven su Teatro Chino en una obra de José Troncoso que deja claro que Manolita sigue siendo lo que fue: una reina de las variedades.
Esta creación, dirigida por el ya citado Troncoso, es una pieza biográfica coral en la que se hace un repaso por la vida y obra de Manolita Chen. Desde sus orígenes, en un cuerpo de baile en el Price, hasta su última faceta como empresaria en hostelería; sin olvidar su historia de amor con Chen Ping. Todo ello contado de manera magistral utilizando el método del recuerdo en el que es la propia protagonista la que se dirige al público y se ve asaltada por todas las memorias que formaron su vida en el espectáculo. Pero, a la vez que vive este hecho, el espectador realiza un viaje a la España de la dictadura y descubre lo dura que era la censura o las rifas con las que hacía, si cabe, más atractivo el fenómeno de los teatros portátiles. Un viaje lleno de luces y de sombras que habla de un trabajo muy bien hecho con una gran labor de investigación atrás que es para quitarse el sombrero.
Todo lo que formaba ese universo del Teatro Chino está en escena haciendo disfrutar al público y reivindicando su importante papel en nuestra cultura. Y es que, ¿qué hubiera sido de espectáculos como The Hole si no hubiera existido Manolita Chen? Pues, sin duda, serían algo diferente. Porque son herederos de eso que algunos llamaron “cabaret de los pobres” pero que no era otra cosa que magia escénica conseguida a base de mucho esfuerzo y sudor y con una sonrisa en el rostro.
El elenco de actores, encabezados por Pepa Zaragoza encarnando a Manolita, realiza su papel de manera brillante. No hay un “pero” que poner en lo que se ve en escena, abarcando desde el número circense clásico de los platillos chinos hasta el de intérpretes de cuplés sicalípticos. Así, Isa Belui, Luigi Belui, Chema Noci, María Jáimez y Nacho Vera realizan unas interpretaciones acertadas y consonantes con lo sublime que es la pieza. De todos ellos, destacan Zaragoza en un papel de bastante cambio de registro (al pasar de joven a anciana solo con un simple cambio de vestuario con una facilidad espectacular), María Jáimez en la piel de la fiel Ana María y Nacho Vera, el alter ego de Chen Ping, teniendo que llevar a cabo durante toda la función el acento oriental.
En cuanto a las cuestiones técnicas, tiene entidad propia la labor en escenografía y vestuario. Creados por Vanessa Actif, recrean a la perfección el Teatro Chino y todo lo que le envolvía desde el minuto uno que el público ocupa una localidad en el Price. Todos los trajes están ejecutados con mucha maestría y son fiel reflejo de los originales teniendo un gran trabajo detrás digno de destacar. Lo mismo se puede decir de otros elementos como son la iluminación, realizada por Ion Anibal, y la parte coreográfica dada vida por Luis Santamaría.
No me queda más que decir sobre esta obra salvo que corran a verla antes que emprenda el vuelo hacia otros escenarios. Así conocerán la historia de Teatro Chino de Manolita Chen, un teatro en mayúscula creado con pocos recursos en el que se me mezclaban la comedia musical con figuras como la de Rafael Farina; siempre bajo el mando de la gran vedette. Y esto sí que no es ningún cuento chino.
Manolita Chen murió en el olvido hace cinco años en Sevilla. Este espectáculo quiere rendir homenaje a la fascinante vida de Manuela Fernández, más conocida como Manolita Chen: «La reina del teatro portátil», como la describieron sus contemporáneos. Fue una de las empresarias más destacadas de teatro y circo del siglo XX. A finales de los años 40 fundó, junto a su marido Cheng Tse-Ping, el más famoso de los teatros itinerantes que recorrió todas las ferias y fiestas populares de España hasta bien entrados los 80. Por su carpa ambulante, que incluía toda clase de géneros como circo, revista, copla, humoristas o imitadores, pasaron artistas como Marifé de Triana, Juanito Valderrama, Rafael Farina, los Hermanos Calatrava, El Fary, Bigote Arrocet, Arévalo, Fernando Esteso, Andrés Pajares…
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