10 años de ClasicOFF en Nave 73
ClasicOFF, el Festival Experimental de Teatro Clásico de Nave 73, cumple su primer decenio de vida con una edición que se celebra durante el mes de julio. Pionero en la escena teatral madrileña allá por 2013, ClasicOFF se fundamenta en la búsqueda de nuevos estilos y nuevas formas de enfrentarse al texto clásico, utilizando diferentes lenguajes contemporáneos, con el objetivo de contar historias diferentes y de complementarlas y unir varias corrientes escénicas, para hacer un teatro de búsqueda, asequible, cercano y diferente.
Bambi vs Godzilla inauguraba el certamen con un refugio de historias en el que 5 personajes se encuentran en una noche de berrea. La compañía Tío Venancio firma esta producción que despliega un abismo de comedia y tragedia defendido por Elisabet Altube, Rosalinda Galán, Irene Doher, Enrique Cervantes y Uri Guillem, un elenco que en escena brilla con soltura y acierto.
La dramaturgia de Laura Mundo y la dirección de Luis Tausía aciertan a contrastar con bastante fuerza una obra que se desdobla en realidad y ficción narrada y en risas y drama para agitar al público. Con cierta licencia para la poética, detonada justo cuando más lo pide la escena, la propuesta se alza para entretener, hacer reflexionar y servir de lucha. Ingredientes perfectos para seguir desacralizando y derrumbando aquello que durante siglos nos viene aplastando.
Con la fiereza del tiempo también llega Bizzaras, montaje que se entona con ritmos y bailes populares y urbanos, demostrando el salseo de nuestro momento, unido a puntos clásicos a los que volver solamente pare revolver y desenredar con catalejo feminista. 3 amigas aventuradas en amoríos son las protagonistas y las mismas que expulsan a los demonios opresores y desafían un texto de Lope de Vega, intervenido, escrito y dirigido inteligentemente por Juan Asego y Elena Santos.
Si entre galanes y sororidades anda el cuento, el reparto equilibra unas acciones y una puesta en escena bastante potentes, en las que la bravura la tienen Gema Escudero, Ana Paloma Molina, Lydia Aranda / Clara Oliver, Juan Asego y Pedro Cerezo. Especial atención hay que prestar al personaje de Tello, interpretado por Cerezo, y no perder la pista a este actor que, casi sin darnos cuenta, hace gran parte de las delicias de la pieza.
Los recursos contemporáneos son aprovechados aquí de manera clamorosa, pues no solo el vestuario arriesga y gana y las canciones juegan y cuidan la historia, si no que Colectivo Trance sabe ronear y curtir un mensaje que sacos de oro valdría en los tiempos de valía y en los más venideros de gallardía.
El deber y el placer llaman a la puerta a la vez en Cómo ser Cleopatra. Un estudio sobre la tentación y cómo perder Egipto en 10 pasos. Darlo todo por honor, caer en la tentación o viajar en litera rodeada de plumas de pavo real son algunas de las opciones de partida, aunque no las únicas. A lo largo de esta obra, las posibilidades de ser reina, amante, diosa o estratega política se van abriendo hacia un inconmensurable punto de no retorno.
Mar Mandli, Marta Fuenar, Sonia Sahuquillo y Luis Visuara también quieren ser Cleopatra. Así lo expresan, lo agitan y lo demuestran bajo la dirección de Isabel Guerrero, quien reta la lógica shakesperiana y encarna una batalla personal y colectiva para hacer colapsar los límites entre el placer y el deber. Descubrir a vuestra Cleopatra particular solo os llevará una apasionada y provechosa visita a esta propuesta de Paraíso Cero.
La comedia se renueva con otra propuesta llamada Arte nuevo de hacer melindres en estos tiempos, una divertida composición que anima desde el primer momento a la reflexión y la risa bajo la dirección de Juan Polanco. Vestuario y escenografía suman aquí calidad, pues la simpleza colorea el espacio con grata sorpresa y los ropajes son un elemento que casi narra los acontecimientos a cada pocos minutos. Qué fantasía esta de ir viendo a los actores y actrices meterse en personajes a través de lo que lucen. Excelente detalle que marca la obra hasta el final y en cada paso asombra un poco más.
El estreno de la Compañía Kazo mezcla con acento y astucia contemporánea Los melindres de Belisa y el manifiesto Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo de Lope de Vega. Su originalidad es que el público asiste a un ensayo dentro de la obra en la que muchos puntos clave de la época son cuestionados y revalorados, dando así una nueva oportunidad a que las palabras clásicas tengan también su sitio en nuestro presente. Quizás la duración juegue un poco en contra, pero desde luego el entretenimiento no para con Alba Amat, Luz Araque, Luis Burgaz, Dani Jara, Nacho León, Raquel Robles, Jesús Rodríguez y Cristina Subirats en escena.
Una de las partes más oscuras de este festival la puso colectivo Bestiario. Su Jerusalén en llamas adoptaba una capa bíblica y un fondo de moral, justicia y sangre verdaderamente dignas de admirar y descubrir. El peso descansa sobre la historia del rey David, cuya figura y las que le rodean nos hacen contemplar una batalla y un reflejo en carne viva de nuestra sociedad. César Barló dirige un viaje al interior político y asocial de una familia y al exterior de una contienda en campo abierto hasta el extremo, como una catapulta que atina hasta el milímetro.
A partir de los textos Los cabellos de Absalón de Calderón de la Barca y La venganza de Tamar de Tirso de Molina, este equipo extiende un armagedón en el que el fuego de la pieza atiza por todos lados; desde la simbología en materia y naturaleza de cada elemento colocado en escena, hasta las luces crucificadas y la dote escenográfica en conjunto. Y por supuesto, a destacar son las interpretaciones cum laude de Patricia Berenguer, Lorena Cervera, Moisés Chic, Borja Minaya, Pablo Ríos y Paula Susavila, quienes despiertan un temblor en el patio de butacas que ni Goliat retándote a un duelo.
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