El inicio del verano queda marcado en el Teatro Quique San Francisco por el Festival Sala Joven, una muestra artística dirigida por la actriz, dramaturga y gestora cultural Karina Garantivá, que se presenta como un certamen que propone un espacio en el que artistas del teatro, menores de 40 años, puedan seguir creciendo.
Se trata de una de las iniciativas del proyecto Teatro Urgente para que los y las profesionales exhiban sus creaciones dentro del final de la programación de la temporada. Esta segunda edición tiene como objetivo consolidar este espacio dentro de la vida cultural madrileña, aunque a diferente escala, pues las piezas no han sido programadas con las mismas oportunidades ni la misma visibilidad. Mientras que solo una ha estado en cartelera durante una semana, el resto se ha repartido entre los 2 y los 3 días y en horarios que rozan la primera hora calurosa de la tarde.
La compañía Mujer en obras repite este año y ha presentado en estreno absoluto su nuevo trabajo bajo el título Cucaracha con paisaje de fondo. Esta comedia, escrita y dirigida por Javier Ballesteros, cuya evolución dramatúrgica da gusto ir aplaudiendo, es un híbrido de prosa y verso, de coro clásico y textura contemporánea que se agarra a temas como la maternidad, la posibilidad de nuestra extinción y el ecologismo para elaborar cuestiones que aún quedan por definir a muchos niveles.
El conflicto lo encabeza María Jáimez, con un oscuro personaje sobre el que orbitan los moldes de las demás mujeres; Laura Barceló, Eva Chocrón, Virginia de la Cruz, Matilde Gimeno y June Velayos. El último en discordia es Pablo Chaves, quien firma su primera escenografía y vestuario, con los que se luce y conquista sin ninguna duda desde un balneario. El espacio creado e imaginado para el público funciona a modo de antesala de lo que va a venir, de un paso de prueba para un conjunto de mujeres deseosas de ser madres. Sus razones, y las no razones también, atrapan enseguida por el valor de las palabras, los sentimientos expresados y las tonalidades y refugios que podemos encontrar en un debate real más allá del escenario.
Una imagen futurista, utópica y cargada de represión queda asentada en Gracias por haber existido. Con el Apocalipsis en escena, Deliciosas Producciones tuvo una buena idea de base, gracias a la dramaturgia de Ainara Arizu, una en la que, por sorteo, solo 100.000 humanos han sido elegidos para quedarse y el resto debe abandonar su cuerpo ya que es necesario reducir drásticamente la población humana para salvar a nuestra especie. Aunque la ejecución no es su mejor baza, esta propuesta plantea cuestiones como la inteligencia y la lucha colectiva, la manipulación y el poder al que cada día nos vemos sometidas y sometidos y que tan bien se ven en el elenco conformado por Irene Pozo, Airel Muñoz, Ainara Arizu y Edurne Arizu.
La música en directo de Edurne Arizu es un punto a favor y se complementa con el diseño de luces de Paco Iglesias, creando una atmósfera inhóspita y manipuladora, un contexto muy bien elegido para la baraja de supervivencias que se muestran a nivel artístico. El vestuario de Ana Laura Duarte y Ana Stinky termina de dar empaque visual a esta propuesta que puede crecer mucho más en la dirección y tener algo más de fuerza y potencia final.
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