PARTICULARES Y PATIOS, el tiempo verbal de una generación

Me pongo a escribir el siguiente texto con el ruido de la calle, el que entra desde mi ventana. No estoy en ningún patio, pero escucho la calle hablar y balbucear. El autobús de y media pasa y la sirena del colegio da la voz de alarma para abandonar las aulas. Las obras continúan y la vecina ya ha puesto su sesión de música diaria mientras cocina. Recuerdo el patio que visité hace unos días en Nave 73. Comenzaba con un anhelo a micro abierto y seguía con unas fotografías de diferentes zonas de Madrid tendidas sobre el patio de butacas.

Así comenzaba Particulares y patios, un juego entre presentes, pretéritos y realidades imaginadas en subjuntivo, cuyo estreno el pasado miércoles 11 de mayo encuadraba pequeños universos de barrio que buscan una salida, o acaso un deseo de construir una paisaje más acogedor, a nivel vital y social.Los textos de Rebeca Tolosa construyen diferentes sinergias entre tribus que pagan el alquiler y sacrifican sus sueños y aspiraciones. Esta dramaturgia que sucede entre sombras tiene la habilidad de traspasar muros y de alcanzarnos como grupo. A sus palabras, se entretejen los espacios creados con una escenografía que se va transformando y uniendo los diferentes relatos. Entramos en casas, nos sentamos en los parques e imaginamos otros futuros. Y todo lo cobijan unas cuerdas y un telón configurado a partir de cortinas, visillos y ropas sueltas que construyen el armazón y hacen el encanto visual de esta pieza.

Salma El Armani, David Hipola, Natalia Tapia, Miguel Chapa, Plámena Rodríguez e Irati Morán son el elenco y este patio de vecinos y vecinas con diferentes historias a las que irse asomando. Como si tripulasen un barco que lucha por encontrar su camino en el oleaje, este grupo se amarra a la perfección y logra su objetivo de crear comunidad, tanto en el inicio con el público como en el descubrimiento de esta generación de nómadas.

El rito de salir a tender y encontrarse con la vecina, el de una quedada entre amigas, otro de esperar en casa al repartidor del paquete que pediste o el de una conversación seria con tu pareja ven la luz en este puzzle global lleno de incertidumbre y conexión con otros distritos, con otras habitaciones y, sobre todo, con nosotras, con el público, con el resto de ojos que atienden con atención y se identifican con lo que ocurre en escena.

Esta propuesta de La Chivata Teatro es una obra de teatro físico y de creación colectiva que quiere servir de espejo a todos los que habitan el presente en constante búsqueda de certezas y llenos de ganas de romper con lo establecido. Para ello, han reunido a un equipo cuya comunión hace las delicias; Quique Uhalte en iluminación, Freya Medrano en vestuario y plástica teatral junto a Colectivo Hilando y Gabriel Vidanauta en espacio sonoro.

Como en su anterior trabajo, Tragantona (estrenado en el marco de [Abril imaginario] el pasado mes en El Umbral de Primavera), su ejercicio artístico se eleva con acierto con síntomas de nostalgia y pasos firmes que celebran el rito a modo de fuerza colectiva, que falta nos hace en los tiempos que corren.

Un patio, un barrio, una ciudad entera. Un enjambre en movimiento donde las conversaciones son repetitivas, las casas empequeñecen, los espacios hablan. La entrega de un misterioso paquete, nos acerca a los deseos y anhelos de una generación de nómadas de pisos de alquiler. Una generación que convive con la incertidumbre constante, y con la anodina esperanza de encontrar por fin una salida. Todo y nada sucede entre sombrías fachadas. ¿Paisajes de barrio, o aldea global?

Amanda H C

Nave 73

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