Antes de su estreno en la Sala Francisco Nieva, ya había opiniones alzándose en contra y a favor de lo que veríamos. Ahora que ya se estrenó y está corriendo la voz sobre lo que ocurre en escena, sigue habiendo diferentes comentarios que no se ponen de acuerdo en aplaudir o en dar remedio a lo que supuestamente tendría que enseñar (o no) una obra como esta en un teatro público en los tiempos que corren.
“¿Voy a estar representado?, ¿por qué gente que no es discapacitada habla de esto si ellos no lo entienden?, ¿por qué los que están alabando el espectáculo no tienen discapacidad?, ¿por qué sus creadores se apropian de un discurso que no les pertenece?”. Estas son algunas de las preguntas con las que me he cruzado antes y después de ir a ver Supernormales en el Centro Dramático Nacional, tanto de personas que habían acudido a verla como de las que se niegan rotundamente a hacerlo. Admito que no tengo las respuestas correctas, pero al ponerme a escribir este texto, he creído conveniente reflejarlas también ya que creo que para eso está el teatro, para poner en alto varios temas de los que no hablamos, que no nos importan o que ignoramos, hasta que a alguien se le ocurre que durante dos horas vamos a enfrentarnos a ellos juntos y juntas en un espacio comunitario y sin fronteras.
Este texto de Esther F. Carrodeguas, escrito en el marco del programa de Residencias Dramáticas del CDN durante la temporada 2020-2021, se presenta como un juego cómico que nos enfrenta a nuestros propios tabús alrededor del colectivo de discapacitados y discapacitadas. Y no falla. Desde el primer minuto, me sorprendí a mí misma preguntándome si estaba de acuerdo o no con cada escena exhibida, con cada recoveco puesto al descubierto apenas sin pudor. Revuelta en la butaca, es muy difícil no emocionarse o empatizar con las diferentes cuestiones, ya que con discapacidad o sin ella, sintiéndome normal, rara o extraterrestre, hay momentos brindados por José Manuel Blanco, Carlota Gaviño, Emilio Gavira, Natalia Huarte, Jorge Kent, Mónica Lamberti, Anna Marchessi, Marcos Mayo, Inma Nieto e Irene Serrano espinosos de digerir sin reflexión.
“Paternalista, machista, intento de revolución fallida porque fingen que me representan”. Así de complejo y laborioso está siendo crear una opinión unitaria y cuánto me alegra que por fin una obra nos esté creando un debate, que me conecta directamente con el intento de principio del que se nos habla en esta pieza dirigida por Iñaki Rikarte.
La sexualidad y el deseo de las personas con discapacidad toman aquí las riendas, pero no lo hacen en solitario. Poco a poco, va apareciendo eso de lo políticamente correcto, las violencias sociales o la culpa, la vergüenza y la soledad, en una extensión completa a la que cada una y cada uno nos podemos asomar desde nuestras propias experiencias.
Este estreno en el Teatro Valle-Inclán supone un ejercicio de exorcismo a los prejuicios del que pocas personas salimos sin herida, estoy segura. Y sí, tú estás representado. Y para mi sorpresa, también lo estoy yo.
Supernormales es un juego cómico que nos enfrenta a nuestros propios prejuicios alrededor del colectivo de personas con diversidad funcional, generados dentro de una sociedad neoliberal y patriarcal pero sobre todo 100 % capacitista en la que los cuerpos, las realidades, las necesidades y las vidas de las personas que no pueden producir al ritmo que viene impuesto no les queda más remedio que ver cómo les pasan por delante casi todes.
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