El pasado 2 de febrero, el Teatro Lara reestrenaba Cabezas de Cartel, una obra para acercarse a descubrir el teatro de una manera original, dentro del ensayo artesanal de una pieza que destapa grandes temas del gremio a la vez que dificultades vitales a las que asomarse, con argumentos tan válidos como divertidos.
Perigallo Teatro nos presenta la historia de Vidal y Manzaneda, una pareja de cómicos en pleno proceso creativo de su próximo trabajo cuando el destino, en lo que se refiere a la producción teatral, les pone en un aprieto ético-moral y personal. Con ello, tendrán que decidir si para ellos, tanto a nivel teórico como práctico, el Teatro es mercado o templo. Precisamente, Javier Manzanera y Celia Nadal, protagonistas sobre el escenario, meten mano en su propio mundo artístico y rebañan con muchísima astucia y crítica saludable variados aspectos de la profesión, tan disfrutables para amantes del teatro como para espectadores y espectadoras esporádicas.
Sentarse en la Sala Lola Membrives a ver Cabezas de cartel es una aventura única. Lo podríamos escribir en mayúsculas para hacerlo sonar más alto, pero, desde luego, no más claro. Esta pareja nos muestra en escena una sintonía original entre ellos y también con la temática con la que se nos inicia la tarde. El teatro como público en primera instancia, como compañía en busca de una oportunidad seguidamente y como rito tácito que ocurre gracias a todas las personas congregadas en una sala como colofón.
En cuanto a la dirección, Luis Felpeto atina a la perfección en seguir el ritmo a esta historia repleta de relatos y quizás de ciertas controversias internas y colectivas que la obra nos regala. De esta forma, los miércoles ahora son una de las mejores ocasiones para sumergirse en los dilemas que se plantean y con los que no faltan las risas y las alusiones constantes a lo que entendemos como teatro hoy en día y a lo que nos diferencia, ya que el debate se abre en canal desde diferentes perspectivas.
La exploración que hace esta compañía sobre las artes escénicas se concreta con sabiduría y sin que se le pueda hacer ningún reproche por quedarse en una ensoñación gratuita. Todo tiene sentido, desde la palabra hasta la acción, desde los dos puntos opuestos que a veces los personajes tienen hasta la inclusión del patio de butacas de una manera emotiva y real pues se trata de “una propuesta para revisarnos, una oportunidad para analizarnos como sociedad y como colectivo, una vuelta a los valores, un alto en el camino”.
Cabezas de cartel viene recomendada por la Red Nacional de Teatros y con la obtención del premio del Público en el Festival de Teatro Independiente Indifest además del de mejor Dirección, mejor Actor y Mejor Actriz. Forma parte de una nueva etapa en la sala Lola Membrives, con la que Teatro Lara ha abierto recientemente sus puertas a producciones de otras comunidades autónomas, como Castilla y León, Extremadura y Andalucía. Es una oportunidad para que el público de paso o asentado en la capital acceda al trabajo de compañías de fuera y de que estas exhiban sus trabajos en Madrid.
Una pequeña compañía de teatro está en plena sesión de trabajo. Preparan una función que habla de ser libres haciendo lo correcto. En Cabezas de cartel nos colamos en un momento crítico del proceso creativo de esta obra en el que se enfrentarán los principios éticos con la necesidad de sentirnos importantes.
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