En el popular barrio de Chueca, un antiguo piso guarda secretos que solo unos pocos se atreverán a descubrir. Una experiencia psíquica y sensorial no acta para todos los públicos que busca como fin llegar a desvelar los misterios del pasado para así conocer los problemas del presente. Historia, ciencia, etnología, fotografía, mentalismo y espiritismo, entre otros ingredientes, dan vida a esta cita que se celebra varios días a la semana bajo demanda y cuyo título es Madrid paranormal.
Todo comienza con un grupo de extraños reuniéndose en torno a la estación del metro del citado lugar. Allí todo es misterio e incertidumbre pero solo es el principio de lo que las paredes del inmueble de finales del siglo XIX (1890) les tiene preparado, en una sesión de algo más de una hora y veinte minutos. Un guía será su luz en medio de toda la oscuridad que, a veces, el pasado arroja y a la que solo se puede uno enfrentar con otra visión. Esa segunda vista de la que hablaban los estudiosos de este campo en la que importan los ojos del interior y no lo que los del exterior pueden ver. De esta manera, tenemos la oportunidad de vivir en primera persona lo que tantas veces hemos leído en relatos y novelas y visto en películas e, incluso, en algún que otro programa de televisión.
¿Realidad o ficción? Eso lo tendrá que descubrir la persona que decida embarcarse en esta propuesta en que la hay que ir entregado y con la mente abierta. Si no, al igual que ocurre con las tiradas del tarot, el resultado no será satisfactorio. Cierto es que en el recorrido, aprovecho para advertir que no es un pasaje del terror ni nada por el estilo, el miedo está asegurado bajo el paraguas de unos sucesos que se mueven entre lo científico y lo sobrenatural.
Todo ello teniendo en cuenta tanto la tradición en este tipo de encuentros (uno de ellos es el hecho de asistir a una casa cerrada, sin habitantes y en mal estado) como la modernidad, poniendo a la disposición de la sesión medios actuales que facilitan la relación, con vibraciones y energías con las que se pretende entablar un contacto.
El cicerone en todo esto no es otro que Víctor Cerro. De amplia trayectoria en este tipo de acciones, es la persona indicada para acompañar a los participantes y para cuidarles en todo momento, dando seriedad, maestría y saber hacer a todo lo que se desarrolla en este evento totalmente inmersivo.
Ahora bien, lo que se vive en Madrid Paranormal no es acto para todos, como dije en un principio. A los puristas de la disciplina, como son los miembros de la Asociación de Estudios Espíritas de Madrid puede que no les agrade en demasía y las personas altamente impresionables tampoco se llevarán un buen recuerdo de este acto.
Después de todo lo dicho, solo me queda recomendar esta nueva propuesta puesto que sorprende y mucho a todos los que se atreven a participar en ella. Eso sí, recuerden no volver a mirar un espejo en medio de una noche de otoño; y si no me creen lean El rostro en el espejo, de Mary Elizabeth Braddon.