Han pasado ya seis años pero no nos hemos dado cuenta. Fariña. Historia e indiscreciones del narcotráfico en Galicia llegaba a las librerías en septiembre de 2015. Quizás no fue hasta su incautación temporal en 2018 cuando comenzó a levantar ampollas. Y tantas levantó y tal fiesta comercial organizó que después ha sido serie y, finalmente, teatro. Esta última versión es la que aún aguanta en el Teatro Cofidis Alcázar hasta el próximo 16 de mayo.
El espectáculo teatral es una adaptación de Nacho Carretero y Xosé A. Touriñán con dirección de Tito Asorey que sigue dando jaleo tanto en escena como en las butacas. Decenas de personajes, que encontramos familiares gracias a un pasado histórico inscrito en los informativos y a un presente que no quiere olvidarlos, desfilan para entretener y hacer reflexionar sobre un tema tan duro y exigente en su forma y fondo como el de las drogas. Para ello, un alcalde corrupto, una verbena y su orquesta, una juventud perdida, unas madres en pie de guerra o un puerto abierto que abraza cualquier mercancía son parte del escenario perfecto con el que construir un relato que aún llega a nuestros días.
El éxtasis de esta pieza ocurre en cualquier escena pues no se trata solo de un vistazo rápido y nada intimidatorio de las pericias judiciales, políticas, económicas y personales de cada personaje sino de una sucesión de eventos que logran trazar un mapa histórico y mediático que obliga instintivamente a aplaudir cada pocos minutos. Y es que Fariña no solo nos arrastra por ser nuestra tierra sino por contener tan buena inteligencia y composición artística que pareciera que cada espectador bailase a su compás desde su llegada al teatro.
En su aventura en la capital, Marcos Pereiro, María Vázquez, Sergio Zearreta, Cristina Iglesias, Xosé A. Touriñán, Melania Cruz, Borja Fernández y Víctor Duplá parecen tener en el escenario una capacidad para atraer a la misma vez que para desplegar unas dosis de espectacularidad en lo que tiene que ver tanto con lo cómico como con la realidad más desoladora. No es de extrañar que el narcotráfico gallego solo sea la excusa para excavar y seguir escarbando en lo más profundo de una mentalidad autoengañada, enviciada y nada previsora sobre su futuro.
Aprovechad para acudir a alguno de estos últimos días de fiesta, de subidón y de resaca mala y sudorosa. Su consumo, en este caso, es un disfrute al que sin duda querréis engancharos de principio a fin y hasta las últimas consecuencias.
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