UN UNIVERSO (SOLO): un viaje a las profundidades del alma

Es curioso cómo la vida pasa; nos deja imágenes, recuerdos o esperanzas pero cada minuto, cada segundo es distinto y nada vuelve a ser como era. Quizá por eso el ser humano se forma así mismo buscando un lugar en el que sentirse seguro de tanto cambio, rapidez o furia y decide que su hogar o habitación puede ser su refugio o ese universo particular que todos, en cierta medida, somos. Un cosmos lleno de rarezas, defectos, amor y otras cuestiones que necesita un guía que, por desgracia, hemos olvidado sin saber que dependemos de él mucho más que de nuestro propio destino.

Y esto, ese conjunto de planetas que creamos con nuestra esencia cada día, es lo que plantea Un universo (solo), un monólogo nada convencional que, después de su preestreno en el centro cultural Pilar Miró el pasado 9 de junio, ha dado luz estelar a Nave 73 los fines de semana de un septiembre que tiene mucho de novedad pero también de final.

Esta obra, creada por María Prado y Fernando de Retes, es un canto antiguo y a la vez muy contemporáneo en el que se da un repaso por la existencia del ser humano y por lo que eso significa, haciendo un recorrido por la vida del protagonista desde su infancia hasta la actualidad y dejando por el camino abiertos en canal sus sueños, sus logros, sus fracasos y sus proyectos. Son los suyos pero, de una u otra forma, son los de un espectador que empatiza con él, llegando, en ciertos momentos, a formar parte de la pieza, ya sea con una grabación en directo o con vivencias. ¿Quién no ha cantado la sintonía de sus dibujos animados favoritos y ha soñado alguna vez en convertirse en su protagonista? Al personaje de Retes le ocurre con Ulises 31 pero a quien se sienta en la butaca le ha podido ocurrir con He-Man y los amos del universo, She-Ra, Dragones y mazmorras o Pokémon. La edad es lo de menos, aunque en la obra se hace referencia a los prejuicios que siempre la rodean, ya que nuestro ADN emocional se forma a lo largo de nuestra vida pero cuando realmente nace es en nuestra infancia. En una caída desde un columpio, en leer un cómic, en rebobinar con un boli un cassette grabado (ya objeto de museo) o en un regalo lleno de amor y responsabilidad hecho por personas que fueron y ya no son. Esos años nos forman y nos dicen qué es lo que va a dar sentido a nuestra vida. Y es que, ¿hubiera sido físico y actor de Retes si no hubiera visto de pequeño dicho anime? Seguro que no.

Por eso, quien se acerque a vivir, que no sólo a observar, esta pieza teatral va a reír, emocionarse e, incluso, llorar porque descubre que la exposición máxima del actor es la suya propia. Y quizá, después de salir de ese universo creado en la sala, cambie su forma de ver y de sentir.

En este viaje tan profundo no solo está Fernando de Retes, quien se interpreta así mismo en un estupendo y magistral trabajo, ya que en la misma nave están también la ya citada Prado, Irene Maquieira (espacio sonoro) y Diego Areso, quien se encarga del diseño gráfico. De todas estas labores artísticas cabe destacar dos campos; el de la escenografía y el de los elementos de arte visual que se ven a lo largo de la obra. En cuanto al primero, llevado a cabo por Lucía de Retes (también es suyo la labor de la ilustración) consiste en unos cajones de tela movibles (que sirven para proyectar y para imaginar), objetos que hablan de la vida del protagonista (como unos apuntes) o dos mesas que se desplazan a lo largo del escenario. Y el segundo nos habla de arte contemporáneo y de una manera de introducir nuevos medios con elementos del buen y clásico teatro. Así, vemos la serie de animación ya nombrada, una réplica de la habitación o una fotografía de la infancia con una composición técnica digna de mención.

Y es que Un universo (solo) es una obra de gran calidad que muestra un teatro que hiere, que abre heridas y recuerdos, sin anestesia pero de la forma más bella que se puede imaginar a través de Cuartoymitad Teatro.

Recuperar las formas del buen teatro de antaño, con las reivindicaciones de la existencia del ser humano en un mundo en el que lo que más importa son las nuevas tecnologías y las prisas (una especie de 1984 de Orwell aunque más terrorífico si cabe), junto a las novedades del presente forman el equipaje de este viaje que busca remover conciencias y dar importancia a las cosas que lo merecen.

¿Se puede contener el universo en un teatro?

Un universo (solo) es un salto al vacío. El vértigo de asomarse a universos íntimos y cósmicos.

Abarcar lo inabarcable. Recordar lo que nunca sucederá. Hacer que lo desconocido, lo lejano, lo inalcanzable se filtre en el mundo cotidiano. Viajar al punto tras el que no hay nada, ni vacío.

Y todo ello sin salir de una habitación.

Sonia López

Nave 73

María Prado

Cuarto y Mitad Teatro

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