La hostería de la Posta, de Carlo Goldoni, fue el primer espectáculo de Venezia Teatro, compañía fundada y dirigida por José Gómez-Friha. Fue su trabajo de Tercero de Licenciatura de Dirección de Escena, se estrenó en el escenario del Teatro Fernán Gómez y después pisó el Teatro Lara, donde nosotras la conocimos hace ya algunos años. Ahora, en el Teatro Galileo, nos volvemos a encontrar con esta pieza bajo el título Beatrice, un nombre inolvidable para el espectador que se acerque a ver esta producción.
Rubén de Eguía, Juanma Navas, Pablo Sevilla, David Alonso y Andrés Requejo, quien nos gusta cada día más por poner sintonía en cualquier obra en la que trabaje, acompañan en escena a una protagonista indiscutible con la que nos deleita Marta Matute, actriz que revienta en paralelo a sus corpiños, que rasga conflicto para dejarlo más abierto aún y que utiliza una rudeza exquisita que golpea fuerte y con largo recuerdo para viajar más allá de una salida de emergencia. Además, el trabajo en equipo es incomparable y es muy agradable ver que las conexiones no ser pierden aún con una línea en medio.
La dramaturgia y la dirección de José Gómez-Friha confieren una actitud ascendente en el desarrollo del montaje. Lo que comienza pareciendo una umbría postal nada excitante, se convierte en todo un desafío escénico positivo que marca una diana de acciones y arrastra la historia hasta el público con delicadeza y advertencia. El hilo musical en directo es todo un acierto; sus posibilidades sonoras ayudan en la recepción de los espectadores y en ubicarnos intensamente en lo que va a acontecer. Bendita música interpretada por Álvaro Llorente. Sin este pequeño detalle en escena, el paseo no sería el mismo.
Beatrice también cuenta con el trabajo de Javier Bernat en iluminación, José Gómez-Friha también en vestuario y espacio escénico, María Vidal como ayudante de dirección, Antonio Luis Redondo como ayudante de producción, la cartelería de la que vivimos enamoradas de María Lacartelera y Josi Cortés en Comunicación.
Beatrice se convierte en espectáculo de otra época pero todavía de este siglo. Gran lección. Mejor final.
La Condesa Beatrice, hija del Conde Roberto de Ripalunga, viaja junto a su padre a Milán para contraer matrimonio con un hombre al que no conoce. Un descanso en la Hostería de la Posta precipita un inesperado encuentro con el que será su marido, el Marqués Leonardo, originando un sorprendente enredo al no desvelar su identidad. Beatrice luchará por sus derechos como mujer a elegir sobre su futuro y su felicidad. El “portazo de Nora” en el siglo XVIII.
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