Dos actores en La Escalera de Jacob. Dos actores reinterpretándose así mismos y reinterpretando el mundo en el que se insertan como profesionales. Un ataque de risa o dos o catorce son los que sufre el público que comparte con esta obra las noches de los viernes en el madrileño barrio de Lavapiés. Mucha mierda pueden ser dos palabras malditas para los actores o dos palabras clave para sentir el apoyo de los que te rodean y, en el caso de esta obra, es todo un abordaje crítico para no olvidarnos de que su profesión también es lo que hay detrás del telón o de la cámara.
El texto y la dirección de Xavi Fontana aportan risas a modo de patata caliente de realidad que explota gracias a su intervención en escena, unida a la de Héctor Carballo. Con ambos, el interior de un piso compartido se convierte en una ciénaga de alegrías y penas, de envidias y admiraciones y, sobre todo, de un terreno neutral para que la crítica salga a la luz de la mejor manera; confesiones entre amigos que, además, comparten empleo semiestable. La vida del actor se puede parecer a lo que tenemos todos en la cabeza o quizás no pero, desde luego, se asemeja mucho a la del resto de mortales, porque como espectadores también sabemos lo que acontece en nuestro día a día antes de sentarnos en una butaca.
La compañía Estamos en ello produce esta obra que también han contado con HD Carlos como ayudante de dirección y encargado de una escenografía que sutilmente marca el terreno también para la risa, de manera sencilla y algo atemporal. Entre todos, nos damos cuenta de que reírse de uno mismo y del trabajo que se realiza es más difícil que ganar el mejor (y acaso merecido) premio de la profesión. Mucha mierda no sólo lo ha sabido hacer y trasladar esto a un escenario sino que la manera de hacerlo ha sido desde la butaca de un sofá, con diálogos vividos, seguramente, en primeras personas y con invitaciones directas a figuras criticadas. ¿Qué puede salir mal? Todo y nada. Todo porque hay un espejo sobre el que observarse y nada porque la brillantez que tiene este montaje es segura, cotidiana y cómica.
Los actores suelen apelar mucho en sus redes sociales a que actuar también es saber esperar antes de grabar; en camerinos, con el frío al aire libre o en salas incompasivas. Pero también es espera en casa, espera a que suene el teléfono o espera de un correo en el que tu representante te avise para el próximo casting. Hay todo un mundo antes de oír la palabra `acción´. Y Mucha mierda incita mucho a empezar a pensar en todo ese tiempo.
H y X comparten piso y son actores (las desgracias nunca vienen solas). Juntos intentan sobrevivir a la vida y a su amada/odiada profesión de la única manera que saben: sobre-actuando. Un dramón en forma de comedia pura y dura que nos permite reírnos de nosotros mismos y de esta profesión que unas veces se toma demasiado en serio y otras, demasiado poco.
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