Cada uno de nosotros tenemos miles de deseos interiores y el de Óscar es ser una cigala. Y como cada decisión que tomamos en nuestras vidas, la de Óscar afecta a su entorno más cercano, en este caso, su familia. Óscar quiere ser una cigala se presenta en el Teatro Galileo como una propuesta que funciona a modo de megafonía ensordecedora para que aprendamos, ya de una vez, a querer y a dejar de imponer y de juzgar. Gran trabajo. Enorme reflexión.
Fotografía de Cipri Lasheras
La historia real surge en paralelo a una larga consecuencia de acciones surrealistas que dan a entender, a cada espectador, lo que más quiere el personaje protagonista. Todo a su alrededor gira en torno a la tolerancia, a la moralidad avispada en cambiar de bando, al rechazo y, sobre todo, al amor. Luis Enrique Montero ha creado un texto que muestra, a través de un lenguaje metafórico, la realidad de muchas personas. La dirección de Alberto Sabina se ha puesto perfectamente a la altura de una dramaturgia que demanda ser cumplidora de hacer llegar un mensaje tan sencillo como impactante, con el que la reflexión está servida en una bandeja de plata exquisita y lista para degustar y para que nos produzca retortijones.
Fotografía de Cipri Lasheras
Cigala es un personaje comenzado como punto de gravedad pero construido a partir de varias visiones críticas, amables, mentirosas, acogedoras… y hasta mortales. Los actores Ángela Martín, Raúl Pulido, María José Palazón, Pablo Gallego Boutou y Ana Cañas son inalcanzables. Consiguen que nuestras cabezas acudan inmediatamente a cada acción que realizan y estén pendientes de la posición que cada uno van ocupando, cuya evolución resulta ser magníficamente terrible y tierna. Sus esfuerzos escénicos demuestran que son titanes para cantar, bailar, dialogar o silenciar, tanto en la complicación humana que arroja esta obra como en la luz que arrancan los aplausos.
Fotografía de Cipri Lasheras
Con preguntas que parecen advertirnos – ¿A quién ama una cigala? ¿Quién ama a una cigala? ¿Cómo se ama a una cigala? –, la atención se va repartiendo entre todos los personajes. Además, un declive final nos obliga a depositar nuestra empatía en un momento familiar resolutivo. Y, si comparamos adecuadamente con la primera escena, logramos un acercamiento total hacia la historia sobre la que trata este montaje, que no es drama ni comedia, sino un conflicto que forma parte de nuestro alrededor, queramos verlo o no. La realidad nos persigue. El teatro nos acerca aquello de lo que queremos alejarnos.
Fotografía de Cipri Lasheras
El interior y el exterior de cada personaje sobresalen en un encuentro entre padres, hijos, hermanos y matrimonio que nos revuelven de igual manera a nosotros. Al público le llegan los ecos de una caricia o un abrazo dados a tiempo pero, a la vez, sentimos en nuestras tripas la obstrucción agónica de una protagonista guiada al precipicio, únicamente por querer ser quien siente que es. Su magnitud nos atrapa a todos, queramos o no.
El trabajo técnico, tan importante y marcado en esta obra, tiene un especial protagonismo a raíz de un impecable juego de luces de Manu Roca. Además, no pasan desapercibidos la notable y conquistadora escenografía de Silvia Romero y el vestuario tan acertado de Sandra de la Fuente. Todos ellos está presente y, como el resto de la obra, si nos fijamos en su trabajo no nos quedaremos indiferentes.
Óscar quiere ser una cigala es una producción de Teatro Por Ejemplo, compañía formada por artistas de todas las disciplinas escénicas que han visto en el emprendimiento cultural la vía perfecta para desarrollar su trabajo. Desde sus comienzos, el grupo ha estado trabajando en tres líneas fundamentales: la creación escénica contemporánea, la formación multidisciplinar y el fomento de un teatro digno, creativo e igualitario.
Óscar confiesa a su familia que quiere ser una cigala. Estos lo aceptan y lo toleran desde el primer momento organizando una sesión con su psicóloga, experta en disforia de especie, y dándole todo su cariño y apoyo. Al menos aparentemente. Basada en la idea de la búsqueda de identidad de género, esta comedia negra es un viaje que, como reza el prólogo, “transcurre entre el consciente y el inconsciente de los personajes. La vida real y lo que desean, temen, sienten o realmente piensan”.
Más teatro
OSCAR QUIERE SER UNA UNA CIGALA.. Comprendo que se refiere a la vida misma , con la aceptación , rechazc, y devenir de la vida . Me gustaría poder verla ..
Me gustaMe gusta