Cuando dos personas aman, una es más fuerte, otra más débil. Y ama sin medida. Tarkovsky
Como cada año, Nave 73 cierra temporada con su famoso ClasicOFF, el festival pionero en la escena teatral madrileña que acoge “nuevos estilos y nuevas formas de enfrentarse al texto clásico, utilizando diferentes lenguajes contemporáneos”. Es con esta excusa tan artística como nos hemos acercado a conocer la obra Ofelia Forever, que ha compartido cartel esta última quincena de julio con Yellow Macbeth, La donna immobile, Scivias, The tempest, Guateque 69 y Aparece un corazón en un descampado, recién llegada del Festival de Teatro Clásico de Almagro.
Amar en compañía como dos enfermedades acariciándose.
Todos conocemos la historia de Ofelia, ahogada física y emocionalmente por un amor que le devolvió locura y más sufrimiento. Hamlet es el nombre asociado al de esta mujer. Y viceversa. Pero ni siquiera hace falta que Shakespeare nos venga a la mente porque, en este montaje, apenas es vital que se identifique al príncipe de Dinamarca para acercarnos a una relación llena de toxicidad y con la que se ahonda en un intento continuo de salvación y en el rechazo de aprender a olvidar. La empatía es creada desde el primer minuto y el desgaste infinito con el que se ha aprendido a jugar en escena es sinónimo de un lenguaje atraído hacia el presente más veraz.
Dejarse llevar por los sentimientos como fuertes corrientes que te hunden.
Carlos Gorbe, Ana Loig y Jose Andrés López están en escena y los latidos de sus personajes nos llegan hasta las butacas. Con las fronteras diluidas entre Hamlet / Ofelia y Carlos / Ana, la belleza y la cautividad de esta historia van creciendo en intensidad para redimirse en un final que sorprende hasta que sentimos venir el aplauso. Gorbe, quien parece contener un océano en la mirada, tiene a un Hamlet agarrado al cuerpo con el que consigue exponer un trabajo sublime y, a su lado, Loig está tan inmensa que no deseas que ni su voz ni su cuerpo se apaguen tan rápido en hora y cuarto de duración. La fisicalidad propuesta por ambos es potente y el veneno inoculado lentamente es comparable a las relaciones actuales en las que nos podemos ver sumergidos o extrapolados cualquiera de nosotros.
Rechazar el afecto y el más mínimo depósito de confianza en las personas.
Sin acomodarse a los besos, a las caricias nocturnas o al tormento diurno, estos dos actores encajan a la perfección para dejar de juzgar a un asesino y a una suicida, para saber qué pasa entre ellos y para investigar sus extremos. La metáfora de esta famosa pareja se convierte en una lucha constante por lo que no va a funcionar, por lo que creemos va a poder ser y por lo que intuimos que podremos luchar hasta que el cuerpo aguante. Las orillas se soportan, se confunden y estallan gracias a una dirección que no ha temido incrustarse en las profundidades de cada personaje, que tiende la mano sin trucos a cada uno y que evoluciona en unos minutos de oro finales que marcan la verdadera astucia del comienzo de esta envoltura teatral.
Veo gente ahogarse en bares y replantearse la vida a cada instante.
Ausencia y trascendencia van de la mano en un montaje lleno de elegancia, de compromiso contemporáneo y de un intento muy conseguido de identificación gracias a una historia en la que un tercero en escena, Jose Andrés López, mueve los hilos desde el silencio y, posteriormente, guía con su voz, dejando al espectador con un motivo más por entender la paradoja de esta Ofelia Forever. Además, López se ha encargado de la dramaturgia y la dirección de una obra cuya oscuridad es el origen perfecto para hacer resurgir un clásico a la intemperie de las paredes de Nave 73.
Y las noches tan largas.
La sutileza de haber marcado unas voces en directo aporta mucho más a esta producción que cuenta con Juan Diego T. Carmen para el espacio sonoro. “Del propio vicio de esta relación, el sonido se va pudriendo” y configura así un “zapping emocional”, explicaba en el encuentro con el público, destacando la evolución de la música que acompaña en paralelo y que se transforma sólidamente hasta acabar cantando a capela. Antiel Jiménez, artista plástico en este proceso, ha tenido la tarea de separar los dos mundos de Hamlet y Ofelia, explorando la luz y el río y creando una distancia brutal con la que ha conseguido engalanar la escena.
Y el amor tan inmenso.
Pero sin duda, uno de los mejores logros de esta obra es que no se ha dejado avasallar por lo que rodea e ilumina a Hamlet, sino que el hecho de haberse centrado, única y exclusivamente, en la pareja ha conformado el escenario perfecto para dejar surgir una historia de dos, que puede haber sido y que puede estar sucediendo en algún lugar cercano. Estamos acostumbrados a las continuas versiones que no tienen nada de esporádico cuando se trata de ensalzar, una y otra vez y con vehemencia, al príncipe danés, pero Ofelia Forever consigue desligarse del mito para hacer del amor una necesidad terrenal y oxidada por el paso de nuestro tiempo, en el que el aquí y el ahora ahogan y encarcelan.
La naturaleza humana ha vuelto a ser derrotada.
Ofelia Forever comenzó hace año y medio en un taller de escritura y viene presentada por la Compañía Viviseccionados, surgida en el año 2014 con la pieza Anestesia (Festival Talent) y que, desde entonces, trabaja en creaciones con artistas de todas las disciplinas. Otros títulos de los que se ha encargado han sido Oymyakon, Pax Tecum ,4’2 y Fauces, presentadas a nivel nacional en nuestro país. Ofelia Forever se configuró en la residencia en La incubadora del Corral de Alcalá y cuenta con el trabajo de Virginia Rota en fotografía. Ahora, se presenta en Nave 73 como una poderosa apuesta estructural y artística que invierte en un teatro de calidad, con el que cambiar la perspectiva y seguir un camino sin límites y diferente al que ya está marcado.
Ofelia Forever es la historia de una pareja condenada a no poder estar junta por los conflictos mentales que arrastra uno de los componentes; siendo una batalla por conquistar lo inalcanzable. Un proceso de desgaste físico y mental en nombre del amor.
Más Hamlet
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Ofelia Forever me gusta por la intensidad que ponen los artista ante lo imposible, pero siempre el amor
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