La terraza de verano del Teatro Galileo se vuelve a engalanar de nuevo para que disfrutemos de las noches estivales al mejor ritmo teatral. Enrique Jardiel Poncela es el protagonista elegido este año para hacer las delicias del público. Cuatro corazones con freno y marcha atrás es la obra que nos recibe con la dirección de Gabriel Olivares y que configura el nuevo espectáculo de su Compañía TeatroLab.
Una comedia alocada, brillante y única, como cada frase que dejó escrita Poncela. Ahora, en las manos de TeatroLab, esta obra resurge con un toque fresco, más alocado si cabe aún y con las peripecias escénicas propicias para echar unas buenas risas. Porque la picardía reflexiva del autor del siglo pasado está latente y se une aquí, magistralmente, a la artística recreación directiva que saca siempre Olivares en cada uno de sus trabajos.
Muchos problemas sentimentales, económicos y algunos más relacionados con la lógica de la vida componen un juego que explota constantemente gracias a los pequeños y emocionantes detalles que tiene este montaje; todos los elementos se liberan para jugar con las alturas, los colores y las emociones que sacan a la luz cada uno de los actores, afinando desde los paseos primerizos entre el público hasta un final redoblado por la música y el baile.
Poncela dirigido por Olivares es el insuperable de este verano, la aventura de conmover a partir de la risa, de saber interpretar que una isla desierta puede ser el infierno en vida o que viajar en el tiempo no garantiza la salvación terrenal. César Camino, Patrick Martino, Silvia Acosta, David García Palencia, Chusa Barbero, Eduard Alejandre, Esperanza de la Vega, Pedro Forero, Asier Iturriaga, Guillermo Sanjuán y Mateo Rubistein son el alma de una fiesta escénica constante, que no decae en ningún momento y que ha sabido guardarse y exhibir lo mejor de Poncela. Este montaje pone el humor en bandeja desde el lenguaje más absurdo, con una artillería pesada de efectos, música y poca tranquilidad sobre un escenario destripado con los trucos más sencillos y ocurrentes que funcionan al cobijo nocturno.
¿Tiene fronteras la felicidad? ¿Pueden existir límites en una vida creada por el elixir de la eterna juventud y el amor inmortal? ¿Se puede disfrutar de una vida con fecha de caducidad? Las respuestas se consiguen y las preguntas encandilan repetitivamente en unos divertidos y simpáticos personajes que, obligados a vivir bajo el mismo sol, empiezan a comprender que sus repetitivas vidas pueden ir necesitando un final. Menos mal que quedan trabajos como este para seguir reviviendo a un autor que aportó tanto a nuestro arte teatral y que contiene tanta miga que degustar riendo.
Cuatro corazones con freno y marcha atrás estará en la cartelera del Teatro Galileo hasta el próximo 2 de septiembre, configurando un montaje ganador de todos los aplausos gracias al trabajo de Venci D. Kostov como ayudante de dirección, Marta Guedán en escenografía y vestuario junto a Claudia Pérez, Carlos Alzueta en iluminación, Ricardo Rey en espacio sonoro, Diana Bernedo y Andrés Acevedo como asesores de movimiento, Yolanda Ulloa como asesora de voz, Nacho Peña en la fotografía, Hawork Studio en diseño gráfico, Iñaki Díez en la distribución y Gaspar Soria, TeatroLab Madrid, El reló y Smedia en la producción.
Emiliano es cartero y lleva todo el día esperando a que le firmen una carta certificada enviada al joven Ricardo. Misión imposible: la casa se encuentra inmersa en un lío descomunal, y todo por culpa de la herencia de un extravagante tío; el arruinado Ricardo solo podrá cobrarla al cabo de 60 años. Un drama. Pero el doctor Bremón tiene la solución: científico revolucionario, acaba de descubrir la fórmula de la eterna juventud. Él mismo, su prometida Hortensia y la pareja formada por Ricardo y Valentina, van a disfrutar, eternamente, de la fortuna del tío. Y no solo ellos, también el cartero Emiliano, quien ha descubierto el secreto y está más que dispuesto a participar en él.
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EN CUATRO CORAZONES, la herencia como algunas veces sucede trae su problemas. En la obra se plantea como llegar a gozar de ella .
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