Los próximos martes 13 y 20 de junio tenéis una cita con la obra Tempus en Nave 73, para deleitaros con las peripecias en el tiempo y en el espacio en una propuesta tan contaminante de placer como de reflexión. Es ojo porque te ve Teatro produce un montaje lleno de riesgo y sorpresas sobre el que prestar atención y divertirse.
Tempus está lleno de baile y de voces en directo que se lanzan al abismo de un tiempo mantenido en alza, en el que quizás el ritmo pudiera estar mejor marcado, así como las transiciones más entonadas. El texto de Lola Fernández de Sevilla es tan impecable como inmenso y reluce en cada paso que dan sus protagonistas. Los actores Laura Benítez, Txema Escobar, Daniel Ferrándiz, Laura Leal, Sonia Peña, Juan Pizarro, Rocío Seco de Herrera y Marta Soto hacen casi lo incalculable por hacer pasar un rato lujurioso y lleno de momentos expiatorios entre los que dejarse llevar.
Antonio Domínguez realiza una dirección en la que cabe todo; confesiones, dolores, ataduras constantes a lo que somos pero no queremos, momentos perdidos, prisas cotidianas exigidas… todo un abanico que fluctúa constantemente entre la mejor ocasión y el infortunio del instante. Domínguez vuelve a hacer gala de una distinción escénica que sorprende.
La diversidad está servida en una obra en la que, por desgracia, falla el vestuario. A veces, el milagro de las construcciones antónimas, en las que la forma de vestir no se acerca a lo que se cuenta en escena, funciona, pero éste no es el caso. El uso de colores tan desafiantes e hipnóticos, como el negro y el rojo utilizados para la provocación, no parece tener el uso adecuado y concordante que se espera con el desarrollo de las acciones. No hacía falta un referente tan llamativo para contar algo tan sencillo como la confirmación de nuestra falta de tiempo y de su búsqueda inagotable.
11 escenas tratadas sin asteriscos y con la sutileza de hablar, a veces, con un toque de sinceridad y, otras, con una suave picardía, son la estructura que sigue Tempus para cobrar vida sobre el escenario. Porque somos tiempo, el que usamos para llegar a un teatro y sentarnos a ver un espectáculo y para componer las piezas con las que vamos construyendo nuestras vidas, el tiempo que nos afronta a la necesidad de sabernos aquí y ahora, de percibir que nos ocupa.
Vivimos rodeados y rodeadas de tiempo. El tiempo forma parte de nuestras vidas hasta el punto de que podríamos decir que somos, en realidad, tiempo. Es de tiempo de lo que se componen nuestros días. Tiempo que nos falta, que sentimos que debemos arañar. Tiempo de trabajo, tiempo de consumo y de actividades. Así, vivimos en un estado de permanente hiperactividad, llenando cada instante de nuestras vidas de actividades diversas. Añorando más tiempo. Y temiendo quizá, en el fondo, el vacío de tenerlo. Porque es el tiempo lo que revela nuestro carácter efímero y pasajero: aquí estamos, sí, ahora; y eso mismo evidencia que un día no estaremos. Porque solo somos eso: tiempo.
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