El mes de mayo en el Teatro Español ha comenzado con la puesta en escena de uno de los textos más representativos del llamado teatro del absurdo. La cantante calva, de Eugène Ionesco, llega a la Sala Principal del 3 de mayo al 11 de junio, con la traducción y versión de Natalia Menéndez, la dirección de Luis Luque y la producción de Jesús Cimarro. Sesenta y siete años después de su estreno, este sencillo pero apabullante montaje llega cargado de contemporaneidad y con asuntos dirigidos a la actualidad, como el brexit o la falta de comunicación representados en una familia burguesa aburrida.
Adriana Ozores, Fernando Tejero, Carmen Ruiz, Joaquín Climent, Helena Lanza y Javier Pereira son los actores afortunados que van a hacer, sin duda, las delicias del público. En la presentación a los medios, el director explicaba que es una función muy contemporánea y que habla de cosas que interesan y de las que no entendemos nada; “Yo la leo y pertenece a mi época, aunque esté escrita en los años 50. La cantante calva es paradigma o punta de lanza del movimiento del teatro del absurdo, nacido reactivo a una época en la que Europa estaba devastada y en crisis. Había un estado de perplejidad y de desconcierto y ese mismo estado nos sigue bañando”.
Aunque se trate de un clásico, sigue siendo una obra desconocida por las pocas veces que se ha representado, continuaba Menéndez, y representa “una lupa de aumento sobre el aburrimiento de la burguesía, en la que la identidad hace aguas y la palabra se convierte casi en un arma de destrucción”. Lo más difícil de adaptar para ella ha sido el humor pero está segura de que va a sorprender a todo el público que se sumerja en la historia.
Las situaciones más descabelladas se suceden sin parar. Acertadas son las escenas tan pizpiretas que comparten el grupo formado por Tejero, Ruiz, Climent y Ozores, manteniendo la incongruente postura del absurdo al compás que exige el texto, siempre ascendente, como ellos en interpretación. En otro nivel quedan Lanza y Pereira; la primera porque es y está en tantas cosas en el escenario que lo llena en cada pequeña dosis de aparición y el segundo porque, desde su entrada a lo gigoló galáctico, ejecuta el asalto más complejo que tiene esta obra con una seguridad completa.
Aunque La cantante calva parezca situarnos en un espacio y tiempo británicos determinados, la maestría se demuestra en la ampliación de miras que exige la obra y a la que tan bien se acomoda el resto del trabajo técnico, que adelanta un espectáculo único y soberbio nada más entrar en el Español; esa bandera tan hipnótica a modo de velo en escena, la maquinaria musical y centrada en un reloj inocuo, así como la comicidad arrojada en general, consiguen una estancia en la que cada rincón y cada acción parece sorprender más que la anterior.
No se puede hablar del teatro de hace dos siglos sin detenerse en este dramaturgo. Por suerte, y aunque pocas veces pasa, se puede revivir su anarquía de situaciones sinsentido con representaciones como la de La cantante calva, cuya creación apareció a través de las verdades esenciales contenidas en un manual para aprender inglés. “Una gran comedia que es, en sí misma, una gran tragedia”. Así la calificó Ionesco, todavía perplejo por escuchar las risas del público de París en la noche del estreno.
Es la primera coproducción que realizan Pentación Espectáculos y el Teatro Español y ya hay organizada una gira prolongada hasta el 2018. El trabajo se ha completado con música original de Luis Miguel Cobo, escenografía de Mónica Boromello, trabajada desde lo más realista al mundo del inconsciente, junto con elementos muy británicos, iluminación y vídeoescena de Felipe Ramos, vestuario de Almudena Rodríguez Huertas, peluquería y maquillaje de Lolita Gómez, cartelería de Javier Naval y Álvaro Lizarrondo como ayudante de dirección.
Desde unos personajes tratados con el desparpajo individual pero retratándolos a la vez como colectivos, esta obra logra que unos pocos metros cuadrados de una casa típicamente inglesa se conviertan en el reflejo de las sociedades modernas y afirma que la cotidianeidad esté controlada por el absurdo de nuestras acciones.
Más teatro
La cantante calva, Muy interesante , porque el pasado vuelve y se hace contemporáneo .Vale la pena ver. este teatro ,
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