Los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid presentan el estreno en la capital de El Pack, una obra interpretada por Marta Solaz, bajo el texto y la dirección de Áurea Martínez y que mezcla la hiperconexión y la soledad. Este montaje, que cuenta con la producción de Barco Pirata, estará en la Sala Negra del 17 de abril al 7 de mayo, después de su estreno en La Habana y en el Palacio Valdés en Avilés.
La tecnología digital se convierte en un personaje latente que acompaña a una única actriz en escena, rodeada por Sergio Peris-Mencheta, Ana Rayo, Manuela Vellés, Laura Gómez-LaCueva, Félix Gómez, María José Moreno, María Forqué y Jorge Usón como actores virtuales que interactúan con la protagonista y por las voces de María Vázquez, Lorena Berdún y Nacho Rubio. El título hace referencia al conjunto de características o condiciones que nos vienen dadas en esta época tan tecnológica y que, a veces, no sabemos que están ahí porque no hemos leído la letra pequeña.
El tema central es la deriva de las relaciones humanas en la época de las redes interconectadas, demostrando cómo estamos hiperconectados pero más solos que nunca, en clave de comedia. En la rueda de prensa, Áurea Martínez ha explicado que esta obra nació de un inquietud personal y de las ganas de reflexionar sobre esta era digital y sobre cómo nos está cambiando la vida y afectando a las relaciones personales. “No es una obra futurista. Es el ahora porque se trata de que nos reconozcamos”.
El espacio cuenta con una mínima escenografía creada por Lali Canosa en la que la vida cotidiana de una mujer se presenta en solitario. Su conectividad se resume en un clic al mundo exterior. La música original está compuesta por Carmen París, quien confesaba que ha sido todo un reto y que ha incluido algunos sonidos que ha creado con su boca y su cuerpo y que, posteriormente, ha adaptado para que suenen electrónicos. “Sólo hay un momento de sonidos orgánicos”. La coreografía es obra de Chevi Muraday, en dos momentos clave que sirven de metáfora explicadas con el cuerpo y con la música.
Thais habita en un espacio aséptico, donde lo único vivo es una planta que está en las últimas. Disfruta de su relación con el mundo hasta que descubre que la virtualidad le ha pasado por encima y que todos somos personajes representando papeles ante las múltiples pantallas que construyen nuestras vidas. Siglo XXI: el digital nos hace suyos. Incluso los que nacieron analógicos se preguntan cómo se podía vivir sin móvil, sin internet… La virtualidad nos seduce y se hace imprescindible en nuestro día a día.
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