Una línea y dos personajes. Así se presenta Fronterizos en La Escalera de Jacob, una obra con una frontera y dos historias, con un escenario y dos actores infinitos. Se descubre como una comedia de una hora de duración con un tratamiento sublime de lo absurdo, con un humor cercano y que permite reír a partir de una situación muy sencilla que gana en problemática enseguida.
Kelvin Herrera dirige a dos actores enclaustrados en un espacio negro, en principio, pero del que rápido nos desprenderemos y representaremos en un espacio abierto, imaginado por cada espectador gracias al enorme trabajo de dos personajes que no tienen más identificación que la ropa que visten y las pistas que van dejando en sus diálogos; un Soldado y un Inocencio. Airel Muñoz y Daniel Marchesi hablan sobre las fronteras, sobre lo que significa un país y sobre la cordura y la sinrazón que ofrece una raya en un suelo recóndito entre España y Marruecos, pero que puede localizarse en cualquier parte del mundo, como muestra la obra original entre Argentina y Chile.
Las convenciones humanas son abiertas en canal a través del debate, de un juego de palabras que no cesa y que os conquistará por la soltura que tienen. Las reflexiones no tardan en aparecer en el texto de Josefina Ayllón, con matices que atacan directamente a la razón pero también al corazón y que presenta la compañía Un reino por teatro.
Fronterizos sacude muchas cosas, a partir de pequeños elementos y grandes estrategias, en un coloquio al aire libre que divierte y emociona a partes iguales, como las dos mitades de este enredo; Inocencio, un individuo normal que mira la realidad con ojos sencillos y sin darle muchas vueltas y Soldado, quien personifica las reglas y la defensa del sistema.
Confieso que en la mayoría de las ocasiones, acudo a los teatros a ver obras que me llaman la atención por los reconocidos actores, por el premiado que ha escrito el texto o por quien ha dirigido la pieza y ha cosechado muchas críticas. En esta ocasión, simplemente vi en el cartel a dos jóvenes y sentí una corazonada. Y, por suerte, no me equivoqué, porque Fronterizos tiene a dos jóvenes valientes y muy válidos para mirarnos a los ojos a todos y hacernos ver lo que no queremos y para hacernos pensar lo que nunca imaginamos.
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