La noche golfa de los sábados de febrero en Nave 73 tiene un doble juego de parejas que está llena de pasión, curiosidad y copas. Sala de juegos es la propuesta indecente que trata de salvar algunos aspectos de la vida de unos amigos, con la que esperan sea la solución conveniente. Pero, ¡ay!, el inocente juego de confianza enseguida corre el peligro de encontrarse con las altas expectativas que no figuraban en el acuerdo inicial.
A partir de la idea de un intercambio de parejas durante una noche, cuatro amigos van a vivir una de las experiencias más inolvidables de sus vidas. Las cosas no van a terminar ni cómo quería cada uno ni como se las llegaban a imaginar. Las diferencias bien marcadas desde el principio hasta el final de la obra dan a entender que el texto de Javier Moreno evoluciona tanto y tan explícitamente que casi no nos damos cuenta de la aventura que están a punto de vivir.
Pablo Esguevillas lleva la dirección de la obra a modo de paseo fortuito que se va configurando como un puzzle, con varias posiciones individuales que se mueven entre conversaciones buscando refugio en un scalextric, en una jenga o escondidas en caretas. Incluso hay tiempo para el baile. Todo sucede en una sala que remite a la infancia, en la que todos los elementos les quedan pequeños y entre los que los cuatro protagonistas van sacando sus verdades… y sus deseos.
Enrique Asenjo, Roberto Drago, Geraldine Leloutre y Rocío Megías son el artista, el escritor, la profesora y la galerista en escena. Cada uno parece entender la situación que viven de una manera, arraigada siempre a sus profesiones y dejando claro que no hay reconciliación entre las charlas masculinas y las femeninas. El final de cada uno también es el menos esperado y sorprendente, tanto para ellos como para el espectador, porque cuando el juego parece haber terminado, nos damos cuenta de que las reglas han cambiado.
Y por último, no se nos ocurriría no destacar una de los aspectos que más nos ha gustado de la obra; su cartel. Nos fijamos en María LaCartelera cuando presentaba al público el diseño de Tartufo pero ya había hecho anteriormente un magnífico trabajo en Los desvaríos del veraneo, entre otros muchos. Y nos ha encantado la originalidad y el arte que ha puesto en Sala de juegos, sólo con dinosaurios y pintalabios, ¡sorprendente y atractivo!
Érase una vez un escritor, una profesora universitaria, un pintor y una galerista. Dos parejas que deciden citarse para experimentar y llevar al límite la idea de la amistad, para protagonizar un combate entre la inteligencia y las emociones en el que nadie puede salir ileso. Un juego cruel donde el arte y el amor son las últimas piezas en caer inermes sobre el tablero.
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