Desde el pasado 3 de noviembre, en la Sala Plot Point, podemos ver en escena a tres personajes. Uno piensa, otro expone y el último suena. Son tres pero pueden considerarse uno solo. Son los hermanos Drago y un contrabajo, echándose un pulso escénico en el que el equilibrio entre el silencio, las palabras y la música crea un magnífico concierto en El grito del contrabajo.
David Lorente se ha encargado de la adaptación y la dirección de esta obra que se basa en la novela del escritor Patrick Süskind. En una pequeña sala, ha sabido crear un pasaje casi inhóspito al que asomarse con mucha curiosidad. Mezclando amor y odio hacia un instrumento que a veces estorba y domina más de lo que el personaje quisiera, El grito del contrabajo es exhibido en forma de monólogo, cuidado en la voz de Roberto Drago y encerrado en la presencia de Ernesto Drago.
Como un perfecto Don Nadie. Así se presenta esta obra, atisbando el conjunto solitario de un hombre en su habitación, con la única compañía de su aliado más fiel; su contrabajo. Cuando el amor entra en escena, ya hemos visto la capacidad que tiene Roberto Drago de atraparnos desde el principio, pues, como explica el director, “vino al primer ensayo ya con el personaje en la mirada”. A su lado, su hermano Ernesto le acompaña, le guía y, en ocasiones, pone una banda sonora perfecta que se agradece mucho en directo.
A pesar de ser una obra con la que las personas que se dediquen a la música o tengan un amor especial hacia la parte clásica van a entender y reírse más, este grito humano se nos antoja cercano y atrayente, por estar construido a partir de la marginalidad de un personaje obstruido que quiere avanzar hacia la mujer de la que está loca y febrilmente enamorado, pero hacia la que él mismo se ha construido un puente levadizo en forma de instrumento.
El escritor alemán Patrick Süskind nació el 26 de marzo de 1949 en Ambach. El contrabajo, estrenada en el año 1984, dio un vuelco a su carrera convirtiéndose en una de las obras más representadas en Alemania. Aunque el éxito le llegó en el campo de la prosa con la novela, El perfume en 1985. Traducida a más de veinte idiomas fue una auténtica novedad en el ámbito de la literatura alemana de su época.
Más obra en Plot Point
Más teatro