Bernardo Moll Otto ha estado grabando a su hijo durante 6 años, conteniendo una historia con más de 100 horas filmadas. En septiembre del pasado año, quiso dar forma a una película que muestra una experiencia real. “Jan nació el 4 de noviembre de 2009 y desde ese día nuestra vida cambió…”. Así es como Moll Otto se ha convertido en el guionista, director y productor de la historia de su hijo, de su familia, de La historia de Jan, que llegará a los cines el próximo 4 de noviembre, tras inaugurar la pasada edición del Festival de Cine de Málaga.
Tras el impacto de saber, al poco de nacer, que su hijo tenía síndrome de Down, el impulso de este padre y director por escribir y transmitir lo que les estaba pasando a él y a su mujer, la actriz Mónica Vic, tuvo su primera salida en un blog. Aquello fue el punto de origen de esta película. Si la de Jan es presentada como una historia de superación, la de sus padres no es para menos pues es la manera que encontraron de hablar con el resto del mundo y de superar un miedo inicial.
Con filmaciones reales, a modo de documental con pequeñas pinceladas arrancadas de sus momentos diarios e íntimos, unidas a un cuidado precioso y preciso de un guión reconstruido a partir de un presente muy próximo, La historia de Jan nos abre la puerta a conocer más sobre él y el mundo que le rodea, asistiendo a sus primeros logros, sonrisas y palabras, con especial interés por enseñar la paciencia, el amor y esfuerzo con el que deberíamos vivir todos.
Es importante hablar y La Historia de Jan lo hace por sí misma, ofreciendo al espectador una realidad próxima, tierna y dura, sin más intención, creemos, que la de comunicar y hacernos partícipes de su experiencia. Después de verla, sólo podemos felicitar a los protagonistas por esta bonita familia y dar gracias por haber armado una película en la que los datos, las estadísticas o los nombres clínicos no tienen cabida. La historia de Jan, distribuida por Sherlock Films y A Contracorriente Films, es la de una familia llena de amor, alegría y lloros, como la tuya o la mía, como la de un niño que aprende a gatear o a dar sus primeros pasos por el mundo con la suerte de que, tarde lo que tarde en echar a andar, tiene a su lado una montaña de gente que le ayude. En definitiva, lo que a todos nos gustaría tener, ¿o no?
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