«Feral Children» es uno de los últimos proyectos en el que se embarcó la fotógrafa alemana Julia Fullerton-Batten en el año 2015. Con esta serie fotográfica, la artista se hace eco de las sobrecogedoras historias de los niños ferales o más comúnmente llamados «niños salvajes». Se conoce bajo este término a todas aquellas personas que han vivido fuera del abrigo de la sociedad durante un largo periodo de su infancia.
Según Carlos Linneo, científico y naturalista del siglo XVIII, los niños que han crecido en estas circunstancias se caracterizan por su incapacidad para caminar erguidos permanentemente, parecen ser sexualmente indiferentes y tienen habilidades y comportamientos propios del mundo animal. Todo esto, depende sobre todo de cuándo se perdieron o fueron abandonados esos niños y el tiempo transcurrido hasta que fueron encontrados.
Julia Fullerton-Batten. Marina Chapman, Columbia 1959
Son precisamente las experiencias de estas personas y su difícil reintegración en la sociedad los que protagonizan las obras de la fotógrafa germana. El interés de la artista por esta temática surgió a raíz de la lectura de «La chica sin nombre» de Marina Chapman, un libro autobiográfico en el que cuenta su historia: secuestrada a los 5 años de edad y abandonada en la jungla de Colombia, convivió con unos monos capuchinos durante cinco años con los que aprendió a trepar y alimentarse. Años más tarde, unos cazadores encontraron a la niña, que era incapaz de hablar, y la vendieron a un prostíbulo hasta que fue rescatada. Actualmente ha logrado reintegrarse en la sociedad y vive en Londres junto a su marido y sus cinco hijos. Como esta, son muchas las historias de niños y jóvenes que abandonados por sus familias o perdidos, han sobrevivido solos o en compañía de animales en un entorno salvaje y alejado de la civilización.
Aunque no son muchos los casos documentados que han llegado hasta nosotros, no deja de sorprender la capacidad del ser humano para sobreponerse ante las situaciones adversas, y son precisamente estos casos los que inspiran la producción de la obra de esta artista. En sus fotografías, Julia Fullerton-Batten nos muestra las vivencias de esos niños en una atmósfera aparentemente hostil en la que, sin embargo, han logrado sobrevivir y convertirla en su hogar.
De un solo golpe de vista, el espectador puede leer esas historias cargadas de sufrimiento y de superación, gracias al virtuosismo de la alemana y a su capacidad para narrar a través de sus imágenes, las vivencias de quienes las protagonizan.
Julia Fullerton-Batten. Marie Agelique Memmie Le Blanc. Francia 1731.
Marie Agelique Memmie Le Blanc anduvo durante 10 años por los bosques franceses, se alimentaba de ranas y aves, y se enfrentaba a animales salvajes. Cuando la encontraron, tenía 19 años, no hablaba y había desarrollado garras. Aprendió a leer y a escribir a pesar de las circunstancias en las que había sobrevivido, y murió a los 63 años siendo rica.
Julia Fullerton-Batten. Oxana Malaya. Ucrania 1991.
Cuando hallaron a Oxana, llevaba viviendo con perros seis años. Sus padres, alcohólicos, la dejaron abandonada junto a los animales y, cuando fue encontrada, la niña caminaba a cuatro patas y sólo sabía decir «sí» y «no».
En el año 2008, los servicios sociales rusos encontraron a un niño de siete años que vivía con su madre de 31 encerrado en un cuarto lleno de jaulas con pájaros. La madre, le trataba como a una mascota más, no le hablaba, y le alimentaba como a los animales. Cuando fue descubierto, Prava, así se llama el niño, movía los brazos como si fueran alas y sólo se comunicaba con los pájaros.
Julia Fullerton-Batten nos regala una de sus mejores series fotográficas y pone voz a muchas personas cuyos casos son, en ocasiones, lamentables ejemplos de la crueldad del ser humano pero, sobre todo, se trata de testimonios directos de la capacidad de superación y adaptación de la humanidad.