¿Hamlet… es nombre o apellido? se representará en la Sala Tarambana los jueves 7, 14, 21 y 28 de septiembre.
Tan sólo un trono en el escenario invita a los espectadores durante dos días en Nave 73 a sumergirse en el universo único de Hamlet y su familia, archiconocido por el público pero con una nueva oportunidad en ¿Hamlet…es nombre o apellido? de contemplar otro punto de vista de la historia del rey de Dinamarca, dirigido por Gorka Martín.
Como parte del Festival ClasicOff que Nave 73 lleva celebrando ya durante cuatro ediciones, Hamlet, Gertrudis, Claudio y Yorick se enfrentan a un reto en el escenario en el que también aparecen otros personajes como Ofelia o Laertes, reunidos bajo el mismo techo para presenciar una perspectiva de la narración diferente, en la que caben más preguntas que respuestas y en la que los actores se lucen de manera sublime, en un ejercicio actoral que les obliga a cambiar la época de la obra shakesperiana y les concede la oportunidad de representar en circunstancias cómicas un drama reconvertido a la contemporaneidad.
Tarambana espectáculos presenta esta obra de teatro que lleva consigo un toque humorístico bastante importante desde que evolucionase desde una primera versión más trágica y con tan sólo tres actores en escena. El objetivo desde el principio fue “mantener la estructura original de Hamlet y cambiar la historia”, explicaba Ozkar Galán, el autor, en el encuentro posterior con el público, porque “la verdad sólo es un punto de vista”. Y así se presenta ¿Hamlet…es nombre o apellido?, desde el punto de vista que interesa al personaje de Claudio.
Laura García-Marín es la que más danza sobre el escenario con su Yorick, travieso bufón que engalana con su presencia un oscuro espacio. El perfecto enganche entre la historia y el público, para conectar con un Hamlet sesentero y traído a la actualidad por Ricardo Cristóbal, cuyo registro le permite ser un protagonista divertido y suficientemente indeciso para comprobar que la perspectiva de Claudio funciona a la perfección. Completan el reparto Eva Bedmar y Antonio Nieves, trotando en singular complicidad y arrasando con personajes que llevan a la locura con sensatez y decentes excusas para defender el asesinato del rey.
Este Hamlet, tronista y macarra, definido así por el actor que lo interpreta y que se atreve a cantar en directo haciendo un guiño fabuloso a una gran película de nuestra infancia, llama a la comicidad y nos sorprende porque, sin apenas escenografía, con una iluminación precisa de Carlos Marcos Molins, una música original y jovial de Diego Miranda y David G. Bonacho, y un espacio sonoro, de Xus de la Cruz, que ayuda a acoger aún más la relación directa con la actualidad, crea un interrogatorio teatral debido a las cambiantes expectativas de una historia que creemos asumida pero de la que comprobamos se puede rescatar otra panorámica que depende de la persona que cuente cómo sucedieron los hechos.
¿Alguien preguntó a Claudio, el rey de Dinamarca, el tío de Hamlet, por qué lo hizo? ¿Alguien le preguntó si fue por amor, sexo salvaje o poder? ¿Alguien preguntó al fantasma de Hamlet por qué volvió? ¿Por justicia? ¿Merece justicia él, que dice que va al infierno por sus excesos y pecados? ¿Se puede tratar justamente a quien no fue justo? ¿Es desde la profundidad del alma desde donde podemos atisbar un ápice de redención? ¿Alguien preguntó qué opinaba de todo esto Yorick? ¿Es Hamlet idiota? ¿Es Gertrudis Lady Mcbeth? ¿Hizo Claudio el canelo? ¿Hamlet es nombre o apellido? ¿Os dais cuenta de que, si cambias a quien haces la pregunta, la obra se vuelve más interesante?
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