Son jóvenes y guapos, y tienen unas ganas locas de comerse el mundo. Saboreando cada bocado, Théo Gosselin (Le Havre, 1990), Maud Chalard (Charante, 1989) y su grupo de amigos, exploran la vida, cámara en mano. Beatniks de nuestro siglo, esta pareja de fotógrafos franceses viven y viajan como fotografían: con pasión, curiosidad y sentimiento. El resultado: un diario visual de bitácora que constituye un canto a la juventud, la libertad y la belleza. Una oda a la vida, impregnada de una visión romántica y bohemia del amor, la amistad y la naturaleza.
En sus ojos arde la llama de la vida, la esperanza y el deseo. Sintiéndose libres, inmortales, la vida se les antoja una aventura despreocupada, un excitante viaje por carretera. On the road no existen los límites ni los arrepentimientos; la única premisa es vivir y disfrutar de la vida antes de que se esfume en el próximo parpadeo. ¡Carpe diem! Cada instante de emoción, placer, vida queda capturado en fotografías espontáneas, naturales. Un estilo vivencial y desenfadado, del gusto de fotógrafos como Larry Clark o Nan Goldin. Ese toque ligero y espontáneo viene generado por una relajación en los parámetros técnicos. Fotos borrosas, quemadas, o con exceso de grano; para ellos la frescura de lo inesperado, no es error, sino acierto.
– Si las personas son bellas y la luz lo es también, es porque nosotros vivimos nuestra pasión al 100% y en ese caso todo es susceptible de transformarse en oro- Théo Gosselin.
Un discurso de vida seductor, enérgico que, como no podía ser de otra forma, encuentra su expresión plástica en el formato analógico. El digital (en el que cuenta con una Nikon D800) queda reservado para algunas escenas nocturnas y para los encargos comerciales. El analógico (con su indispensable Nikon F2 y sus 24, 35 y 50mm) permite ese tratamiento orgánico, basado en la estrecha compenetración entre hombre y cámara, donde instinto y destreza brillan con luz propia. Además, le permite mayor libertad en el terreno: sólo necesita una mochila llena de carretes y un par de cámaras en mano. Después, ya de vuelta a casa, en Francia, las fotografías se escanean, tratan y difunden en las redes sociales (Tumblr, Facebook, Instagram...) De esta manera el viaje es más auténtico, más íntimo, sin estar sujeto a la actualidad.
Théo Gosselin
Théo Gosselin
Esta es mi vida, esta es la gente a la que quiero, dice Gosselin, de cuya cámara salen la mayor parte de las instantáneas del viaje. Poseído del espíritu soñador de Kerouac de ir a todas partes, Gosselin se lanza a la carretera en busca del mundo alternativo, alegre, frívolo, libre…donde hallar la escurridiza libertad y disfrutarla. El escenario idóneo parece ser Estados Unidos, destino recurrente en los últimos años. Su último y más ambicioso proyecto ha sido recorrer el país, partiendo desde el vecino Canadá. En él Maud, además de musa, toma un papel más activo como fotógrafa. Un proyecto interesante por combinar por documentar el viaje desde la perspectiva de ambos fotógrafos, autoeditando después un libro con sus fotografías financiado gracias al crowfounding.
Gosselin, de mayor trayectoria y producción fotográfica que Chalard, partía de la experiencia previa de sus dos anteriores obras monográficas. La primera, Avec le coeur, recogió las fotos tomadas en Estados Unidos en 2012, entre Nueva York y los Ángeles. En la segunda, Sans limites, la carretera le había llevado a él y sus amigos de nuevo por el continente americano, y además por España, Escocia y Francia. Destinos variados con paisajes espectaculares. Sin embargo, es el país americano su destino predilecto. Como una suerte de tierra prometida, Estados Unidos, siempre se le antojó como un lugar lejano, pero asequible. Un país cosmopolita, con verdadera aura, cuyos paisajes permiten acceder a una libertad y vida soñadas. Ay juventud ¡divino tesoro!