Tenemos todo el tiempo que siempre hemos tenido.
Inma Cuevas y Fran Calvo llevan dos años representando Constelaciones. Así se lo hacen saber al público cuando acaba la función, entre aplausos y alguna que otra lágrima perdida entre los espectadores. Finalizan la obra de teatro aún no muy lejos de sus personajes, los cuales sufren y conocen el amor mostrando varios escenarios posibles de una misma acción. Paran y agradecen la atención y el esfuerzo ya que son conscientes de que es una obra “difícil” y para la que hay que tener paciencia, paciencia que es recompensada en un final en el que todas las piezas encajan a la perfección.
Un apicultor urbano y una física cuántica se conocen y el público les conoce a ellos en la primera escena. A partir de ahí, sus vidas cambian entre números y abejas, mezclando situaciones que se repiten, con la magistral responsabilidad de los dos actores en escena de desdoblarse continuamente en todas las posibilidades ofrecidas y en las que sus trabajos resultan admirables en la pequeña sala 4 de los Teatros Luchana.
Con un juego de zapatos, con los que pisan fuerte y no pierden nunca el equilibrio, y con apenas dos prendas de ropa, varias copas repartidas por el escenario y otros pocos objetos, Cuevas y Calvo son capaces de contarnos una historia que corre hacia delante y hacia atrás con fuerza, con la misma con la que ellos parecen sentirse cómodos en las pieles de Marianne y Roland, sabiendo que las escenas que representan tienen un hilo conductor que el director Fernando Soto ha sabido adaptar y desplegar con seguridad a partir del texto de Nick Payne.
No hay que saber nada de física cuántica ni de fabricación de miel para emocionarse con Constelaciones. Basta la razón, para darle una explicación lógica y unir las diferentes etapas de esta pareja, y algo de corazón, para intentar comprender las diferentes caras del amor que se asoman en ellos y que tan dignamente están trabajadas para entrar en un universo en el que las posibilidades son infinitas.
Una tarde cualquiera / Una tarde cualquiera. Llueve / Una tarde cualquiera. Llueve. Una barbacoa. Dos personas / Marianne y Roland se ven por vez primera. Él es apicultor urbano. Ella enseña física cuántica.
Vamos a tomar algo. No sé qué hago aquí de todas maneras. Sólo una copa. Y si no quieres verme nunca más, no tendrás que verme nunca más. /